Julian Ryall

El primer ministro japonés, Fumio Kishida, se enfrenta a una oleada de críticas dentro y fuera de su país tras permitir el vertido de agua radiactiva tratada de Fukushima al océano Pacífico.

Manifestantes frente a la oficina del primer ministro japonés en protesta por el vertido de agua radiactiva tratada de Fukushima al océano Pacífico con pancartas que dicen "¡No arrojen agua contaminada radiactiva al mar!".
La opinión pública japonesa está dividida sobre la decisión del primer ministro japonés Fumio Kishida.Imagen: Kazuhiro Nogi/AFP

Ante un aluvión de críticas dentro y fuera del país, Japón comenzó el jueves a verter en el océano Pacífico agua radiactiva depurada procedente de la planta de energía nuclear Fukushima Daiichi. Los analistas afirman que el vertido de agua podría perjudicar la posición del primer ministro, Fumio Kishida, ante sus votantes y países vecinos.

Los ingenieros de la central -que quedó paralizada tras el terremoto y el tsunami de marzo de 2011, lo que provocó la fusión de tres de sus seis reactores-, comenzaron a verter agua a través de una tubería que se ha construido a una distancia de aproximadamente un kilómetro de la costa.

El gobierno japonés y Tokyo Electric Power Co (TEPCO), operador de la instalación, han hecho todo lo posible para convencer a la opinión pública japonesa y a la comunidad internacional de que el agua es segura. Señalan que el agua ha sido tratada para eliminar prácticamente todos los contaminantes radiactivos, que se está diluyendo en gran medida y que los estudios avalados por el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) demuestran que no supone ninguna amenaza para la salud humana, ni tampoco para la flora y fauna del Pacífico.

Sin embargo, China ha mostrado su desacuerdo con esta valoración al anunciar el jueves que prohibirá todos los mariscos procedentes de Japón en respuesta al vertido de agua, que calificó de «egoísta e irresponsable».

División de opiniones

Grupos ecologistas, detractores de la energía nuclear y habitantes del noreste de Japón, especialmente pescadores, están furiosos con la decisión. Otros, sin embargo, se encogen de hombros y sugieren que el gobierno no tenía alternativa.

«Kishida ya está lidiando con una serie de problemas en su gobierno, por lo que este asunto se le va a añadir a esa lista», dijo a DW Hiromi Murakami, profesora de ciencias políticas de la Universidad de Temple, en Japón.

«Entre los que se oponen a su gobierno conservador, esto será algo más por lo que criticarle; en cambio, los conservadores ven esto como un progreso, ya que que por fin se está atajando algo que ha estado latente durante la última década», añade.

Ken Kato, un empresario de Tokio, aplaudió la decisión después de tantos retrasos. «Lo más grave es la campaña de desinformación china que ha servido para dañar la reputación y los medios de vida de los pescadores del noreste de Japón y del país en general», declaró a DW.

¿Cómo se está tratando el agua?

Los responsables de TEPCO han declarado que una primera cantidad de 7.800 toneladas de agua, que ha sido tratada a través del Sistema Avanzado de Procesamiento de Líquidos (ALPS, por sus siglas en inglés) para eliminar todo el radionucleido tritio, el cual es relativamente poco dañino, se diluirá con agua de mar y se liberará en los próximos 17 días.

El agua se diluye para reducir los niveles de tritio a una séptima parte de lo que establece la Organización Mundial de la Salud (OMS) como nivel seguro para beber, según la empresa. Bajo supervisión de la OIEA, TEPCO tiene previsto verter unas 31.200 toneladas de agua tratada en el año fiscal hasta abril.

Los expertos calculan que se tardarán unos 30 años en liberar los 1,25 millones de toneladas de agua que ya están almacenadas en el lugar, además de toda el agua de lluvia adicional que se filtra al complejo subterráneo que alberga los reactores dañados.

¿Cuál es la reacción internacional?

Estados Unidos se mostró satisfecho con las medidas de seguridad que está tomando Japón y Australia expresó un apoyo similar. Por otro lado, el Gobierno del presidente surcoreano Yoon Suk-yeol, del Partido del Poder Popular, también se mostró conforme de que la ciencia respalde la decisión de verter el agua, pero llevará a Japón a los tribunales en caso de que se detecten radiaciones por encima de los niveles de seguridad.

Ben Ascione, profesor adjunto de relaciones internacionales en la Universidad Waseda de Tokio, dijo que el vertido de agua podría afectar negativamente a las «frágiles» relaciones de Japón con Corea del Sur.

«Japón, Corea del Sur y Estados Unidos acaban de celebrar una cumbre trilateral muy importante en Camp David y se ha afirmado triunfalmente que se trata de una era completamente nueva en las relaciones. Mi opinión es que es mucho más frágil de lo que ese triunfalismo nos quiere hacer creer», añadió.

dw.com