Santander (EFEverde).- Los movimientos migratorios de las aves están alterándose como consecuencia del cambio climático, que cada vez más, provoca que el norte de España reciba menos aves acuáticas como patos pero más “refugiados climáticos” del sur de la península.
Los mensajes de las aves
“Lo venimos notado hace tiempo: las aves para nosotros son las mensajeras, nos van advirtiendo y vemos las consecuencias”, explica a EFE el delegado de SEO/Birdlife en Cantabria, Felipe González.
Durante este año, que está siendo especialmente caluroso, se está ratificando esta tendencia y aunque no hay variaciones grandes en los ritmos migratorios, González sí apunta a que la llegada de estas especies que pasan el invierno en la península se está retrasando.
España se encuentra en la vía de vuelo del atlántico oriental y las aves que pasan por el norte en otoño vienen de Escandinavia, Reino Unido o incluso Islandia, mientras que en primavera hacen el camino inverso.
En la península, encuentran un enclave para descansar y coger fuerzas para terminar su migración hacia África o para pasar el invierno en una zona con temperaturas más agradables.
Modificación de las rutas de las aves migratorias
El biólogo explica que la subida progresiva de la temperatura lleva años dando muestras de que las aves están modificando sus rutas migratorias, ya que se mueven en función del clima.
Así, en el norte de España se está registrando una reducción en el contingente de aves acuáticas invernantes, es decir, especies que durante el resto del año viven en el norte de Europa y pasan el invierno en la península.
“No necesitan venir tan al sur y se quedan en el norte. Adelantan las fechas de migración, regresan antes de África y alargan su cría”, explica el delegado de SEO/Birdlife.
Esta reducción de especies provenientes del norte se “compensa” por los llamados “refugiados climáticos”, aves que normalmente se encuentran a gusto en zonas mediterráneas pero que, con los humedales cada vez más secos y las altas temperaturas, suben al norte.
Así, en zonas como en Cantabria se pueden divisar cada vez más golondrinas daúricas, cigüeñuelas o incluso abejarucos a las puertas de la región, aves típicamente mediterráneas, mientras que esas especies norteñas “se hacen más raras y distribución se va contrayendo”.
Movimientos a cotas más altas
Estos cambios de distribución no se aplican a las aves de alta montaña, alerta González, que indica que estas especies no tienen capacidad para migrar y que cada vez habitan en cotas más altas por la subida del termómetro.
“Llegará un momento que no puedan subir más arriba: desaparecerán porque no pueden migrar”, lamenta. Las migraciones en Cantabria
Solo en Cantabria se pueden ver a lo largo del año unas cien especies migratorias, entre las que están de paso durante el otoño y la primavera y las que nidifican durante el invierno.
Estas aves encuentran en la región humedales para descansar, arboledas, parques urbanos y “un mosaico de prados y setos donde pueden reponer fuerzas”, señala González.
Entre ellos, destaca los humedales de la Bahía de Santander o zonas urbanas de la capital de Cantabria como la vaguada de Las Llamas o la Remonta, y las marismas de Santoña, uno de los enclaves más importantes del norte de España para especies como las espátulas.
Esto hace que en los meses clave de las migraciones el movimiento de los pájaros sea “muy visible” en lugares como el dormidero de golondrinas de Astillero, donde se juntan hasta 20.000 de estas pequeñas aves.
Aunque también encuentran peligros en depredadores naturales como el halcón peregrino o en las construcciones humanas, sobre todo en tendidos eléctricos, cristaleras o aerogeneradores. EFEverde