En casi un año de trabajo de campo en lo profundo de la Reserva Nacional Forestal Bosque de Yotoco, al suroeste de Colombia, se logró realizar un inventario que registra 348 aves, lo que evidencia un aumento de casi el doble de lo reportado en la década de 1990, que daba cuenta de 190 especies. ¿Cuáles aves habitan esta región y cómo fue su registro? Acá los resultados de una aventura en la densidad del bosque, liderada por la Oficina de Gestión Ambiental de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede Palmira, que se extendió al campus universitario y al Centro de Experimentación (Ceunp).
30 de octubre de 2023
Andrea Peñaloza Acosta | Periodista Unimedios- Sede Palmirashare
Tucancito rabirrojo (Aulacorhynchus haematopygus), una de las especies que habitan en la Reserva Nacional Forestal Bosque de Yotoco. Fuente: Diego Fernando Mejía, investigador.
Desde el amanecer, en la Reserva Nacional Forestal Bosque de Yotoco, una joya natural escondida en el cálido Valle del Cauca, el ambiente se llena de un mágico coro. Es el canto de las aves, especialmente el de los cucaracheros, los trogones, las guacharacas y las loras, una sinfonía que invita a adentrarse en la exuberante biodiversidad de este rincón de la naturaleza, un paraíso para la vida silvestre.
Este lugar, además de brindar una riqueza incalculable como productor de oxígeno, capturar CO2, almacenar carbono, garantizar el suministro de agua para poblaciones circundantes y ser fuente potencial de descubrimientos de genes y moléculas con aplicaciones farmacéuticas o industriales, alberga una variada y fascinante comunidad de aves, desde especies nativas con plumajes coloridos, hasta las migratorias que atraviesan largas distancias y encuentran refugio en este santuario.
Entre las especies más hermosas registradas en el reciente censo se encuentra el tucancito rabirrojo (Aulacorhynchus haematopygus), una maravilla de la naturaleza con su plumaje verde iridiscente con el que se mimetiza en el bosque, cola en terminación de color rojo, que lo distinguen de otros tucanes, y pico marrón oscuro con una línea blanca de unos 8cm de largo. Esta hermosa ave se desplaza desde Venezuela hasta Ecuador y se siente en casa en los bosques húmedos y en las cadenas montañosas de altitudes que oscilan entre 800 y 1.200 msnm.
El barranquero andino (Momotus aequatorialis), con su imponente figura de casi 50cm de largo, su cabeza adornada con una banda azul claro y su peculiar cola en forma de raqueta, se conoce también como el “pájaro péndulo”. Su canto profundo y grave añade carácter a su presencia tranquila. Habita desde la cordillera Occidental de Colombia hasta la selva amazónica en Brasil, y la Reserva es uno de los lugares en donde se puede disfrutar de su majestuosa compañía.
Las aves, mucho más que habitantes de cielos y bosques, desempeñan un papel trascendental en la naturaleza y en la vida de los seres humanos. Como polinizadores de plantas contribuyen en la producción de alimentos. Con su vuelo transportan, esparcen semillas y polinizan flores.
Desde los elegantes colibríes hasta el gallinazo, chulo o buitre negro, con su estilo característico, las aves actúan como bioindicadores naturales, claves para monitorear la salud de los ecosistemas y comprender mejor los cambios en el medioambiente. Son fundamentales para el control biológico, pues al alimentarse de insectos ayudan a prevenir plagas y evitan que estos dañen en los cultivos; esto sin dejar de mencionar que sus cantos y colores añaden belleza y serenidad al entorno.
A través de la observación de aves, la ciencia avanza y la conservación se vuelve un imperativo. Además de su importancia ecológica, se destaca el turismo de avistamiento de aves, o birdwatching, una industria en crecimiento en todo el mundo, en la que personas de todas las edades y orígenes viajan para observarlas en su hábitat natural.
Las guacamayas carisecas (Ara severus) también son un espectáculo de la naturaleza en esta región. Estas aves, de unos 50cm de longitud y alrededor de 350g de peso, se caracterizan por su plumaje verde, su pico y rostro en tonos de gris y sus llamativas alas con tintes azules y rojizos. Se les encuentra en climas cálidos y selvas húmedas en las laderas de los Andes, desde las costas del Pacífico hasta Antioquia.
La descripción, hecha por el biólogo Diego Fernando Mejía Carmona, profesor del Departamento de Ciencias Básicas de la UNAL Sede Palmira y coordinador de la Oficina de Gestión Ambiental, corresponde a algunas de las especies encontradas en esta exploración, a la que se suman especies como iguazas, perdices, zambullidor común, palomas, garrapateros, cuco ardilla, una amplia gama de colibríes, cuclillos y el bien parado, un ave considerada como bruja y asesinada por quienes la sienten como una amenaza debido a su canto áspero y a que se queda quieta durante muchas horas, además su coloración de tronco de árbol hace que no se observe con facilidad. “Es un ave que deberíamos conservar, cuidar y proteger”, agregó el docente.
Por su parte, Valentín Hidalgo Llantén, administrador de la Reserva, relata que la sinfonía de coros inicia desde la madrugada con “los cantos de los trogones, las loras, las guacharacas, los cucaracheros, las reinitas, los azulejos, el bichofué y el joyero”.
Explorando los sonidos y colores de las aves en la Reserva, un vuelo de alto interés
El proceso fue un viaje de exploración y paciencia, con la dedicación del apasionado biólogo Daniel Pereira, quien está terminando su Doctorado en Biología en la Universidad del Valle, y del profesor Diego Mejía Carmona, quienes durante casi un año se aventuraron en la densidad del bosque de Yotoco registrando los cantos, tomando fotografías y realizando observaciones meticulosas. Trabajaron con metodologías no invasivas que no implicaron captura o afectaciones: “el objetivo fue minimizar el estrés o daño a las aves”.
Los investigadores definieron transectos, que para este caso son rutas o trayectos que incluyen un mapa, la zona elegida y un conjunto de puntos en los que cada cierto número de metros paraban para hacer grabaciones, fotografías y observaciones con base en una línea trazada. La expedición se aventuró en los predios aledaños, en lo que se conoce como “zona de amortiguación”, en donde descubrieron aves que, aunque no se encontraran en el corazón del bosque, sí forman parte integral de su ecosistema.
En total se registraron 348 especies de aves en la Reserva Nacional Forestal Bosque de Yotoco, un incremento notable desde el censo anterior que daba cuenta de 190 aves. “Este hallazgo refleja la riqueza biológica de la Reserva, resaltando su potencial como destino para el turismo científico y una fuente inagotable de investigación”, expresa el investigador Mejía.
La diversidad de aves se extiende al campus de la UNAL Sede Palmira
El inventario no se limitó a la reserva principal, sino que se extendió al campus principal de la UNAL Sede Palmira, en donde se registraron 128 especies, y al Centro Experimental (Ceunp), ubicado en Candelaria con el reporte de 54 tipos de aves, resultado que enriquece el conocimiento sobre la biodiversidad en estos espacios académicos.
Estos resultados se traducirán en proyectos de conservación, divulgación y turismo ecológico. En la Oficina de Gestión Ambiental planean crear un libro ilustrado que exhiba las aves, así como la recopilación de sus cantos en discos compactos y plataformas digitales. Esto no solo fomentará la apreciación de la avifauna local, sino que también promoverá la importancia de conservar estos ecosistemas como parte esencial de la herencia natural.
El profesor Mejía considera que esta riqueza aviar también puede fomentar el turismo científico y el interés de los estudiantes en la investigación de la vida silvestre y la ecología. Por lo tanto, invitó a la ciudadanía a seguir la cuenta en Instagram @sgaunsedepalmira para ampliar la información sobre la fauna de la Sede y conocer en detalle estas especies.
La actualización de este inventario de aves es un tributo a la belleza de la naturaleza y un recordatorio de que la protección de la biodiversidad es una tarea para las generaciones presentes y futuras. La Reserva, como un verdadero tesoro de la corona, merece ser cuidada, estudiada y admirada.
Otras aves del inventario
En lo profundo de los bosques húmedos de la Reserva, los investigadores también encontraron ejemplares de saltón gargantillo (Arremon brunneinucha), también conocido como rascadorcito gorricastaño, gorrión montés collarejo, pinzón collarejo o saltón gorgiblanco, entre muchos otros nombres comunes. De unos 19cm de largo y 45 g de peso, esta ave presenta un plumaje de colores verde bronce y marrón, con una corona marrón enmarcada por un borde amarillo. Su presencia discreta y sus hábitos alimenticios, que incluyen la búsqueda de insectos y arañas en la hojarasca, lo convierten en una especie fascinante y con funciones claves para el ecosistema.
El colibrí amazilia de cola ruf (Amazilia tzacatl) es otro tesoro identificado. Con su cuello, lomo y coronilla verdes con destellos dorados, y una cola de color canela que le da su nombre común, este pequeño es agresivo al defender las flores que visita para alimentarse y luego conquistar. Su canto es una delicia para los oídos de quienes tengan el privilegio de escucharlo.
Otra ave que agrega un toque de diversidad con su pico negro, cabeza negra y amarilla, alas marrones y un tamaño más pequeño en comparación con algunas de las otras especies mencionadas, es el bienteveo alicastaño (Myiozetetes cayanensis). Su nombre, que se deriva del griego y se traduce como “perseguidor de moscas”, refleja su hábito de atrapar insectos al vuelo. Esta especie prospera en las zonas bajas de las selvas húmedas tropicales, desde Panamá, pasando por Colombia hasta Brasil.
La pigua (Milvago chimachima), de la familia de los halcones, es una de las aves más vistas y escuchadas en el campus principal de la UNAL Sede Palmira. “Es común verla en lo alto de los muros de los edificios, en los árboles, e incluso en las carreteras y zonas internas. A veces se le ve perseguida por aves más pequeñas, una escena cotidiana que ocurre cuando ha atacado o matado un polluelo para alimentarse”.
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