Ana López Moreno
Madrid, 9 nov (EFE).- El “suprarreciclaje” consiste en reutilizar “sin procesar los textiles”, según lo define a EFE la diseñadora Laura Fernández Cavia, cofundadora de Deleite Wear, una empresa que desde hace tres años convierte la ropa de cama de los hoteles en uniformes para empleados.
Las sábanas, las fundas de almohada, las toallas o los manteles de los hoteles de lujo suelen tener una “calidad elevada”, por lo que Fernández Cavia opina que estas telas tienen una vida útil que va “más allá de los trapos”.
Sin embargo, muchas de ellas son retiradas de las habitaciones por pequeñas imperfecciones o manchas.
Fernández Cavia, que viene del mundo de la moda y la ingeniería industrial, explica que la idea detrás de este proyecto “nació de la transformación de prendas” como camisas de hombre reconvertidas en vestidos.
La diseñadora subraya el elevado impacto ambiental del sector textil, responsable del 10 % de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero, mientras que el uso medio de un europeo es de apenas seis veces por prenda, señala.
Arguye que la clave de su iniciativa es que se basa en que la materia prima es tejido de fibra vegetal y que, de hecho, solo usa algodón; mientras que los tejidos sintéticos como el poliéster, un derivado del petróleo, desprenden microplásticos en cada lavado y terminan contaminando el agua del mar.
En este sentido, asevera que la ropa de poliéster en contacto con la piel “roza los límites sanitarios”, sobre todo cuando las fibras alcanzan grandes temperaturas para “colorearse con tintes”.
La mayoría de textiles reutilizados en su empresa dan lugar a uniformes para el personal de los hoteles, desde recepcionistas a empleados de limpieza y cocina, que mantienen el color natural -blanco o beige- de las colchas y sábanas.
Fernández Cavia asegura que el grueso de los hoteles con los que trabaja su empresa -en torno a un centenar- externaliza el servicio de lavandería, por lo que el residuo es propiedad de estas empresas, que ceden a Deleite Wear.
Fernández aclara además que la confección de la ropa se ejecuta en “talleres locales” y de la mano de empleadas de la Asociación para la Prevención, Reinserción y Atención a la Mujer Prostituida (Apramp).
“Una sábana con una segunda oportunidad”
En las prendas figuran bordados que rezan: “Antes era sábana y ahora uniforme” o “Soy una sábana con una segunda oportunidad y he ahorrado 2.500 litros de agua”.
El proceso de producción de estos uniformes -desde la higienización de los tejidos en las lavanderías hasta su uso- se reparte en distintos puntos de España como Madrid, Cataluña, Comunidad Valenciana o Baleares, pero la empresa trabaja también en otros países europeos tras constatar que “hay mucha demanda”.
La iniciativa que Fernández Cavia ha puesto en marcha junto a su madre, Nuria Cavia, ha sido galardonada con diferentes premios como los Next Gen StartUp Europe Awards o el Reconocimiento al Compromiso Sostenible con el Turismo de la alcaldía de Madrid. EFE
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