16 May 2022, Netrokona, Bangladesh - Two farmers are trying to salvage their damaged crops that have been ruined by a flash flood.

Tras el acuerdo alcanzado en la COP28 de activar un nuevo fondo destinado a pérdidas y daños, un análisis reciente destaca que la agricultura ha sido el ámbito más gravemente afectado

Roma ‑ Los sistemas agroalimentarios hacen frente a amenazas cada vez mayores a causa de las pérdidas y daños provocados por el cambio climático, y es necesario tomar medidas —entre ellas, aumentar la financiación— para abordar sus vulnerabilidades, según indica un nuevo informe publicado hoy por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) en paralelo al 28.º período de sesiones de la Conferencia de las Partes en la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP 28), que se celebra en Dubai (Emiratos Árabes Unidos).

El informe se presentó un día después de que los líderes mundiales, en la COP 28, llegaran a un acuerdo decisivo para poner en marcha el fondo de pérdidas y daños, que se había acordado establecer el año pasado, en la COP 27. Varios países ya han aportado contribuciones al fondo, que ascienden a alrededor de 300 millones de USD.

El informe, que incluye un análisis en profundidad de las contribuciones determinadas a nivel nacional, revela que alrededor de un tercio (o el 35 %) de los planes de acción por el clima actuales se refieren explícitamente a pérdidas y daños, lo que pone de relieve la creciente importancia de esta cuestión en la escena mundial, y que la agricultura ha sido el ámbito más afectado.

A pesar de su papel central en los sistemas agroalimentarios mundiales, que abarcan la producción, la distribución y el consumo, la agricultura no ha sido un tema primordial en los debates sobre pérdidas y daños, señalan los autores. Sin embargo, las comunidades cuyos medios de vida dependen de los sistemas agroalimentarios enfrentan actualmente graves problemas, como pobreza, inseguridad alimentaria y acceso limitado a servicios.

El estudio subraya la necesidad imperiosa de realizar esfuerzos específicos para abordar las vulnerabilidades de los sistemas agroalimentarios, reconociendo su papel fundamental en los medios de vida y el desarrollo sostenible. En 2020, el sector agroalimentario dio empleo a más de 866 millones de personas en todo el mundo y representaba un volumen de facturación de 3,6 billones de USD.

“La COP 28 se inauguró con un histórico acuerdo sobre la puesta en marcha del fondo de pérdidas y daños para ayudar a los países vulnerables a hacer frente a los efectos del colapso climático. Deseo expresar mis sinceras felicitaciones a todos los países por sus importantes compromisos para poner en marcha el fondo. Estas promesas de contribuciones no son solo financieras: representan el reconocimiento compartido de que abordar los desafíos que plantea el cambio climático es un imperativo moral urgente”, afirmó el Sr. QU Dongyu, Director General de la FAO.

Las naciones en desarrollo, que se encuentran en la primera línea del cambio climático y padecen las repercusiones de crecientes fenómenos meteorológicos extremos, como sequías, inundaciones y aumentos del nivel del mar, habían promovido persistentemente el establecimiento del fondo.

Un problema cada vez mayor

Las pérdidas y daños en los sistemas agroalimentarios representan una carga económica considerable. Los datos de las evaluaciones posteriores a catástrofes realizadas entre 2007 y 2022 indican que las pérdidas agrícolas representaron en promedio un 23 % de las repercusiones totales de las catástrofes en todos los sectores. Solo las sequías ocasionaron más del 65 % de las pérdidas en el sector agrícola durante este período, lo que se traduce en una pérdida estimada de 3,8 billones de USD en cultivos y producción ganadera en los últimos 30 años.

Según los autores, se prevé que los fenómenos climáticos ocasionen más pérdidas y daños, lo que repercutirá en la productividad, la eficiencia y los medios de vida de las personas que dependen de los sistemas agroalimentarios.

El informe también señala la acuciante necesidad de mejorar las metodologías y herramientas para evaluar los efectos negativos del cambio climático, ya que los métodos existentes no suelen tener en cuenta los fenómenos de aparición lenta o las dimensiones no económicas de las pérdidas y daños. Según el estudio, la falta de una definición internacionalmente acordada de “pérdidas y daños” complica aún más los esfuerzos para hacer frente a este desafío.

Los autores señalan que el apoyo financiero es un factor fundamental, ya que los niveles actuales de financiación para el clima de la que se hace seguimiento están por debajo de las necesidades potenciales de los sistemas agroalimentarios. El estudio también señala que se carece de datos específicos sobre las necesidades financieras debidas a pérdidas y daños, y llama a que se adopten soluciones dirigidas a este problema.

De cara al futuro, el informe esboza una serie de acciones para mitigar las consecuencias de las pérdidas y daños en los sistemas agroalimentarios y aboga por la colaboración internacional y el fortalecimiento de las asociaciones. Entre estas acciones, se mencionan: aclarar el significado de “pérdidas y daños” para los sistemas agroalimentarios nacionales, mejorar las evaluaciones de riesgos climáticos, invertir en recopilación de datos e investigación, aplicar medidas de adaptación, reforzar la respuesta de emergencia y adoptar un enfoque de recuperación basado en “reconstruir mejor”.

Los autores subrayan que, dado que el cambio climático sigue superando los límites de adaptación, prestar atención a la agricultura como sector vulnerable es cada vez más crucial para los esfuerzos mundiales tendientes a crear sistemas alimentarios resilientes y sostenibles.

Algunas conclusiones importantes

Los investigadores de la FAO analizaron detalladamente las contribuciones determinadas a nivel nacional —entendidas en general como compromisos nacionales sobre el clima como parte del Acuerdo de París— de 168 países hasta el 30 de junio de 2023, arrojando luz sobre la manera en que las naciones abordan las pérdidas y daños y sus implicaciones específicas para los sistemas agroalimentarios.

Reconocimiento de las pérdidas y daños: más de un tercio de los países mencionaron explícitamente “pérdidas y daños” en sus contribuciones determinadas a nivel nacional, lo que indica un creciente reconocimiento de esta cuestión. Esto pone de relieve la creciente importancia que reviste para las naciones vulnerables hacer frente a las pérdidas y daños provocados por el clima.

Distribución geográfica: cabe destacar que tres cuartos de los países que mencionan explícitamente pérdidas y daños son naciones de ingresos medianos. Las menciones se concentran en América Latina y el Caribe, seguida de Asia oriental y el Pacífico, y Europa y Asia central.

Repercusiones agroalimentarias: la agricultura surge como el sector más afectado, y un 40 % de los países informan de pérdidas económicas relacionadas explícitamente con la agricultura. El estudio revela que, para los países que informan de pérdidas y daños, la agricultura se destaca como el sector más afectado.

Pérdidas económicas vs. no económicas: el análisis distingue entre pérdidas económicas y no económicas. Entre los países que informan de pérdidas y daños, el 33 % de las pérdidas no económicas están relacionadas con el sector agrícola, lo que pone de relieve las múltiples repercusiones del cambio climático en las comunidades.

Tipos de peligros: los fenómenos meteorológicos extremos predominan entre las causas de las pérdidas económicas, y un 37 % de las menciones se relacionan con el sector agrícola. Los fenómenos de aparición lenta, aunque fueron notificados por un grupo más pequeño de países, también están vinculados con la agricultura, lo que resalta la vulnerabilidad del sector ante las diversas dificultades relacionadas con el clima.

fao.org