La Declaración Universal de Derechos Humanos consagra los derechos de todos los seres humanos.
Desde el derecho a la educación hasta la igualdad salarial, la Declaración estableció por primera vez los derechos indivisibles e inalienables de toda la humanidad.
Como «una norma común de logros para todos los pueblos y todas las naciones», la Declaración es un proyecto global para las leyes y políticas internacionales, nacionales y locales, y un pilar esencial de la Agenda 2030 para el desarrollo sostenible.
La Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible mantiene explícitamente que se basa en la Declaración y que dicha agenda debe aplicarse de forma que se hagan realidad los derechos humanos.
La Declaración ha inspirado muchas luchas por una mayor protección de los derechos humanos y ha contribuido a que sean más reconocidos.
En los (casi) 75 años transcurridos desde la proclamación de la Declaración, se ha avanzado mucho en materia de los derechos humanos han avanzado. Sin embargo, el progreso no significa que la lucha por los derechos y la igualdad haya terminado o termine nunca.
Siempre que se abandonan los valores de la humanidad, todos corremos un mayor riesgo. Las soluciones a las mayores crisis actuales tienen su origen en los derechos humanos.
Las violaciones de los derechos tienen repercusiones más allá de las fronteras y de las generaciones. Estas pueden ser, deben ser, superadas colectivamente.
Tenemos que defender nuestros derechos y los de los demás.
La Declaración Universal de los Derechos Humanos llama a todas las personas a defender los derechos humanos. Todos y todas tenemos un papel que desempeñar.
Necesitamos una economía que invierta en los derechos humanos y que funcione para todas las personas.
Necesitamos renovar el contrato social entre los gobiernos y sus pueblos y dentro de las sociedades, para reconstruir la confianza y adoptar una visión compartida y global de los derechos humanos en el camino hacia un desarrollo justo y sostenible.
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