Tadej Pogačar empezó su primer Giro de Italia como todo el mundo esperaba, dando espectáculo. Sin embargo, en su camino, o más bien a su rueda, se encontraba Jhonatan Narváez, que le ensartó en el sprint de Corso Moncalieri, en Turín, y le robó la etapa, pero sobre todo la primera Maglia Rosa. Por la fuerza que demostró en esta 2024, era fácil imaginar a Tadej liderando ágilmente la clasificación ya esta tarde, pero el ciclismo y la Corsa Rosa son siempre un mar de sorpresas. Y ya hemos tenido la primera.
La etapa inaugural, que partía de Venaria Reale, chisporroteó de inmediato, como siempre debe ser cuando la Maglia Rosa está vacante. El esfuerzo del UAE Team Emirates comenzó desde el primer paso por el traicionero diente de San Vito y continuó en el Colle Maddalena, con un estoico Lilian Calmejane (Intermarché-Wanty) aguantando en cabeza y cosiendo la primera Maglia Azzurra.
Los primeros esfuerzos siempre duelen mucho, porque afectan a un motor que aún está en fase de rodaje. Romain Bardet (dsm-firmenich PostNL), que sorprendentemente se ha escapado de un grupo de 40 corredores, dejándose unos buenos 57 segundos, o Thymen Arensman (Ineos Grenadiers), que se ha quedado a 2’17” de la cabeza mientras su compañero Narváez dibujaba su obra maestra en cabeza.
El equipo de Pogačar, sin embargo, no es tan imbatible y se notó en el Colle Maddalena, cuando Tadej se quedó solo con Rafal Majka y se vio obligado a cerrar decenas de ataques. Antes del diente final de San Vito, se marchó un pelotón muy fuerte, con Damiano Caruso (Bahrain Victorious), Maximilian Schachmann (Bora-hansgrohe), Alessandro De Marchi (Jayco AlUla), Giulio Pellizzari (VF Group-Bardiani CSF-Faizanè), Mikkel Honoré (EF Education-EasyPost), Alex Baudin (Decathlon AG2R La Mondiale) y Nicola Conci (Alpecin-Deceuninck). Fue este último quien intentó la hazaña en solitario, mientras por detrás Pogačar le decía a Majka que no se molestara en la persecución, ya que él pondría todo en su sitio en los 1.500 metros de rápido ascenso antes de la zambullida en Turín.
La primera aceleración de Pogačar llegó, justo a tiempo, a falta de 4 km. Una progresión mortal que hizo trizas al grupo y desintegró las esperanzas de los atacantes, que fueron atrapados uno tras otro como si subieran a cámara lenta. Conci, estoico pero agotado, se vio atrapado justo en la cima, a un paso del sueño rosa y de su primera victoria como profesional, y en ese momento no pudo hacer otra cosa que izar la bandera blanca y pedir cita para una de las próximas etapas.
¿Todo hecho? No, porque cuando Tadej se dio la vuelta para ver el daño que había hecho, a su rueda iba un orgulloso ecuatoriano con el maillot de campeón nacional, ese Jhonatan Narváez que ya había ganado en Cesenatico en 2020 y que cada año parece más fuerte. Pero no solo él, también estaba el alemán Max Schachmann, un poco más atrás, con la fuerza en las piernas que no mostraba desde hace un par de años.
En ese momento ya no había tiempo ni espacio para deshacerse de los dos rebeldes: en Turín fue al sprint, y el rey Pogačar fue batido por ambos. Narváez manda a Ecuador al éxtasis y se lleva la Maglia Rosa. Pero mañana toca el Santuario de Oropa, que evoca mitos y leyendas… el lugar adecuado para Pogačar.
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