PAna Tuñas Matilla
Gran parte de los centros educativos de España carece de aislamiento adecuado, lo que obliga a alumnos y profesores a convivir en las aulas con altas temperaturas, sobre todo en los meses de más calor, lo que obliga incluso a suspender las clases. Para evitarlo, una solución que se está testando con éxito es la de «cubrirlos» de vegetación.

Para mejorar la adaptación de los edificios educativos al cambio climático el proyecto financiado con fondos europeos Life myBUILDINGisGREEN, testa desde 2018 varias soluciones basadas en la naturaleza en tres colegios de España y Portugal, ubicados en Solana de los Barros (Badajoz) y en las localidades lusas de Évora y Oporto.

En total, en los tres colegios la superficie verde, que antes se limitaba a arbolado en patios, es ahora de 3.911 metros cuadrados, casi un tercio de la superficie total (13.642 metros cuadrados), ha explicado a EFEverde Miguel Vega, del Real Jardín Botánico-CSIC y coordinador del proyecto.

Entre estas soluciones, destacan la instalación de cubiertas vegetales en los tejados (en sustitución de grava o loza) y en las fachadas que más radiación solar reciben en horario escolar (mediante la colocación de estructuras similares a andamios con macetas), o la ventilación programada de los edificios y la creación de charcas.

20°C en la envolvente y 6° en el interior

En España, la normativa establece que la temperatura en el interior de los centros de trabajo no debe superar los 27 grados, mientras que en los tres colegios, antes de las intervenciones, en las aulas se alcanzaban 32°C en junio y septiembre y 36°C en julio y agosto.

Gracias a las medidas puestas en marcha, han logrado que en junio no se superen los 28 grados en ningún momento y que en septiembre bajen por debajo de 27 grados.

Temperatura de la envolvente en el edificio de La Solona, Imagen cedida

En julio y agosto, aún se alcanzan temperaturas de hasta 31°C, «aunque se espera que la reducción sea más pronunciada en los próximos años, cuando la vegetación esté más desarrollada», ha apuntado Vega.

En el envolvente, la vegetación ha permitido una reducción de temperatura de hasta 20 grados, pasando de los 40 a 50 grados que se alcanzaban en los meses de más calor a los 24 grados.

Mejor atención y reducción de facturas

Otros beneficios que están comprobando es cómo la ventilación de las aulas a determinadas horas del día (por ejemplo, a primera hora de la mañana) además de «refrescar» reduce los niveles de CO2 favoreciendo la concentración de los alumnos.

Por otra parte, en el centro de Oporto se han instalado también placas fotovoltaicas que generan al año 28.625 kilovatios hora, el doble de lo que consume la escuela. El excedente se usa para consumo de otros espacios públicos del ayuntamiento y el ahorro es de unos 3.500 euros/año.

En el edificio de Badajoz, las soluciones basadas en la naturaleza que han implementado han permitido reducciones de la factura de la luz para refrigeración del 11 % y del gasóleo para calefacción un 30 %.

Además, las mejoras aplicadas para reducir la cantidad de agua que se va por las alcantarillas cuando se producen escorrentías como, por ejemplo, el uso de pavimentos permeables, han permitido que este parámetro baje del 21,5 al 3,4 %.

Biodiversidad

En cuanto a la biodiversidad, las soluciones basadas en la naturaleza han atraído a 25 especies nuevas en el caso de Oporto y 77 en el Solana de los Barros.

La diversidad animal predominante se da entre insectos voladores, base de la cadena trófica, aunque también han aparecido ya algunos artrópodos detritívoros, como algunos colémbolos o especies del género Armadillidium, que son indicadoras de la calidad del hábitat, pues son capaces de metabolizar metales pesados y, por tanto, eliminarlos del sustrato.

Repuesta de los alumnos

En general, los alumnos de estos centros han señalado que les gusta mucho más «ver verde que ver cemento» y, frente al temor inicial de que pudieran «destrozar» las instalaciones, la reacción ha sido totalmente la contraria y se esfuerzan por cuidarlas.

«Sienten el proyecto como suyo, lo han cuidado, ven que hace menos calor y sienten sus beneficios y valoran que su colegio está más bonito».

Además, llevar la naturaleza a los colegios permite contar con un «recursos educativos vivos» en los que poder enseñar sobre biodiversidad de verdad.

EFEverde