Por Sheila Noda y Nora Sesmero
Madrid, (EFEverde).- La creciente presencia de ciclones cerca de las costas europeas, un fenómeno vinculado con el cambio climático, incrementa la posibilidad de que alguna tormenta tropical o huracán afecte territorios como Canarias, Madeira, la Península Ibérica o el sur de las islas británicas. Un riesgo especialmente elevado este año, cuando se espera una temporada ciclónica especialmente intensa.
Este año el calentamiento de los océanos y el regreso al Pacífico del fenómeno ‘La Niña‘ incidirán de forma determinante en la ocurrencia e intensidad de los ciclones atlánticos, que, además, a consecuencia del cambio climático, cada vez llegan más al norte, a latitudes septentrionales que habitualmente no alcanzaban
El incremento en la temperatura del mar en la zona tropical y del Atlántico, con valores entre 3, e incluso 4 grados por encima de la media, convierte esas aguas en “gasolina de primera” para la formación de ciclones tropicales, tal y como afirma el meteorólogo español Francisco Medina en diálogo con EFEverde.com.
Huracanes en las cercanías de España
El experto, con más de 35 años de experiencia en la AEMET, sostiene que “en el caso de España, cada dos o tres años se acerca un ciclón tropical, bien como tormenta tropical o incluso como huracán y lo que se prevé con el calentamiento global es que en el futuro, estos fenómenos -que son relativamente muy poco probables en latitudes españolas-, tiendan levemente a incrementarse”.
Hasta el momento los que se han acercado a la península en los últimos años son: Vince (2005), que se formó en las costas de Cádiz; la tormenta tropical Delta (2005), que afectó a las islas de Canarias y Madeira; Gordon (2006) cuyos vientos incidieron sobre la zona de Galicia; así como Ophelia (2017), el peor ciclón extratropical que impactó en Irlanda y el Reino Unido y causó incendios en España y Portugal.
En los años más recientes estuvieron Leslie (2018) que llegó hasta Portugal, España y Francia. Asimismo, la tormenta subtropical Alpha se aproximó a las costas de Lisboa en septiembre de 2020 y la tormenta tropical Hermine lo hizo a Canarias en septiembre de 2022. Estos últimos tuvieron comportamientos muy inusuales.
Para que se forme un ciclón tropical tiene que conjugarse la temperatura del agua del mar y una cizalladura vertical del viento o, lo que es lo mismo, que la cortante del viento sea baja, y el viento de superficie debe variar muy poco con la altura, aclara Medina.
“España vive en latitudes medias y aquí la cortante del viento es moderada o fuerte y por lo tanto es un entorno poco proclive al desarrollo de ciclones, huracanes y tifones, salvo en contadas ocasiones cuando esta cizalladura cortante del viento no aumenta con la altura y se desarrolla un ciclón tropical en nuestras latitudes”, precisa el especialista en predicciones meteorológicas.
¿Qué son los ‘medicanes’?
En el mar Mediterráneo, cuyas aguas se calientan un 20% más rápido que la media mundial, como refiere WWF, se desarrollan los ‘medicanes’, un concepto teórico establecido para aquellos ciclones que tienen ciertas semejanzas con los ciclones tropicales.
Se caracterizan por registrar una categoría equivalente a 1 en la escala de huracanes, con vientos sostenidos que podrían alcanzar los 118 km/h, aunque “pocos medicanes llegan a formarse como huracanes de nivel 1, manteniéndose en vientos sostenidos de 50 u 80 km/h”, detalla Medina.
No obstante, en 2021, la revista ‘Bulleting of the American Meteorological Society’ sorprendía con la primera evidencia de formación de un huracán de categoría 2 —medicane Ianos— en el Mediterráneo. Como ofrece en la publicación “Ciclones tropicales en las cercanías de España: el probable futuro que nos espera” el meteorólogo Superior del Estado de la AEMET, Juan Jesús González, el calentamiento global producido por el ser humano provocará una menor frecuencia de los ‘medicanes’, aunque serán cada vez más dañinos a mayor calor en el planeta.
De ahí que el texto señale la importancia de limitar el calentamiento global a 1.5°C. También hay que reseñar la incertidumbre y la complejidad que se producirá a la hora de predecir este tipo de evento climático, así como las consecuencias en la población, las naturales y las socioeconómicas.
Atlántico y el pronóstico de una temporada intensa
La temporada ciclónica en el Atlántico se desarrolla del 1 de junio al 30 de noviembre y, este año, a pocos días de iniciarse, se formó Beryl, el primer huracán atlántico de categoría 5 en la escala Saffir-Simpson que se ha registrado en la historia. Por lo que, según la Organización Meteorológica Mundial, “sienta un precedente alarmante para lo que se espera sea una temporada de huracanes muy activa con riesgos para toda la cuenca”.
Aunque Medina precisa que tener un huracán como Beryl no implica otros similares el resto de temporada, sí “tenemos todos los ingredientes para que sea muy activa”: este año, las temperaturas del agua son extremadamente cálidas, el contenido de calor de las profundidades oceánicas es muy alto y, por último, ‘La Niña’, en el Pacífico ecuatorial, hace que en el Atlántico sea baja la cizalladura del viento (cambio en la dirección y/o intensidad del viento en un plano y en una distancia corta).
La Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica (NOAA, en inglés) ha advertido que hay un 85% de probabilidades de que la temporada ciclónica fuese superior a lo normal, con entre 17 y 25 tormentas con nombre y de 8 a 13 huracanes, de ellos entre 4 y 7 de categoría mayor.
Esas cifras están muy por encima del promedio por temporada, que es de 14 tormentas con nombre y 7 huracanes, 3 de ellos de categoría mayor. De concretarse, podría convertir la temporada ciclónica de este año en el Atlántico en una de las peores en décadas.
Humedad, inundaciones y vientos tropicales
“Esta temporada comenzamos rompiendo récords con Beryl”, comenta a EFEverde.com Dainet Sierra, miembro del equipo de meteorólogos del canal estadounidense Telemundo 51, quien precisa que con anterioridad ese récord se mantenía desde 2005, una temporada muy activa.
“En el Atlántico, las temperaturas están cerca de un grado Celsius por encima de lo normal para esta fecha y hay más energía disponible para que estos sistemas saquen provecho. Al contar con aguas más cálidas, tenemos también una mayor humedad disponible y los procesos de lluvia en los ciclones tropicales podrían llegar a ser más eficientes y favorecer la ocurrencia de inundaciones”, expresa.
Otro elemento a tener en cuenta es el derretimiento de los glaciares en Groenlandia, el Ártico y el Antártico, una de las tantas consecuencias del cambio climático, y ese aumento del nivel del mar “implica que tengamos penetraciones o marejadas ciclónicas con mayor frecuencia e intensidad y en zonas que no eran tan propensas a este tipo de situaciones”, puntualiza la experta.
Además de ‘La Niña’, que favorece la reducción de los vientos cortantes en altura, existirá actividad del monzón africano por encima de lo normal, que también facilita la formación de ondas tropicales: “definitivamente tenemos todos los ingredientes sobre la mesa para que sea una temporada muy activa”, reitera.
efeverde.com