Después de 30 años de la primera Conferencia de las Partes (COP) sobre biodiversidad, las metas que se han propuesto los Gobiernos para detener la extinción de todas las formas de vida del planeta muestran un bajo cumplimiento. La biodiversidad que sustenta la vida en general, la vida humana y nuestras sociedades, se está perdiendo a ritmo acelerado.
María del Rosario Rojas-Robles | Directora del Instituto de Estudios Ambientales (IDEA) de la UNAL Sede Bogotá
Los múltiples compromisos globales para proteger la biodiversidad no están conduciendo a detener la crisis ambiental. Foto: Nicol Torres, Unimedios.
La COP, que se viene reuniendo cada 2 años desde 1994, es el órgano central de la toma de decisiones para la ejecución del Convenio de Diversidad Biológica (CDB), firmado por 150 países (actualmente 196) en la Cumbre de la Tierra realizada en Río de Janeiro en 1992, un acuerdo internacional por el cual se dan lineamientos a las partes firmantes para “la conservación de la diversidad biológica, la utilización sostenible de sus componentes y la participación justa y equitativa en los beneficios que se deriven de la utilización de los recursos genéticos”.
La biodiversidad es la variabilidad de todas las formas de expresión de la vida: desde los genes hasta las poblaciones y comunidades biológicas que forman parte de los ecosistemas y paisajes terrestres, acuáticos, marinos, etc., los cuales tienen composiciones y estructuras características que determinan su funcionalidad para el planeta.
La regulación tanto del ciclo hidrológico como de los ciclos bio-geoquímicos (carbono, hidrígeno, nitrógeno, etc.), así como la producción y conservación de los suelos, son solo algunos ejemplos de la importancia fundamental de la funcionalidad de la biodiversidad. La agro-biodiversidad es otra forma de expresión de esta riqueza, construida a partir de prácticas de los también diversos grupos étnicos y culturales que han desplegado diferentes formas de relacionarse con la naturaleza no humana, pues el humano es otra expresión diversa de la vida.
Para actuar en contra de las amenazas a la naturaleza, en 2010 se elaboró el Plan Estratégico para la Diversidad Biológica con las 20 Metas de Aichi (figura 1) con horizonte al año 2020.
Figura 1. Metas de Aichi para la diversidad biológica. Tomado de: https://intelligencesurvival.org/las-metas-de-aichi/
Sin embargo, el informe Perspectiva Mundial sobre la Diversidad Biológica 5 evidencia el bajo avance mundial en el cumplimiento de las Metas de Aichi, dado que no se alcanzó ninguna de las que se propusieron para la década. El análisis mostró que solo 6 metas se lograron parcialmente: 9, 11, 16, 17, 19 y 20 (figura 2).
Figura 2. Cumplimiento internacional de las Metas de Aichi. Fuente: Secretaría del Convenio Sobre la Diversidad Biológica (2020).
Frente al fracaso de las Metas de Aichi, mediante la Decisión 15/4 de 2022 se definió el Marco Global de Biodiversidad Kunming Montreal (MGB), el cual tiene como propósito:
Catalizar, facilitar e impulsar la acción urgente y transformadora de los gobiernos, y las autoridades subnacionales y locales, con la participación de toda la sociedad, para detener e invertir la pérdida de diversidad biológica, y contribuir así a los objetivos del CDB y de sus Protocolos.
Para ello, el Marco Global define 4 objetivos a cumplir en 2050 y 23 metas a alcanzar en 2023. También propone crear una estrategia de movilización de recursos, y un mecanismo de monitoreo, reporte y verificación, y además tomar una decisión en torno al debate sobre participación de los beneficios de la información digital sobre secuencias de recursos genéticos; datos de ADN, ARN y aminoácidos utilizados por la industria y la academia, pero que tienen poca compensación para los países de los que se han obtenido.
Marco Global de Biodiversidad Kunming-Montreal. Fuente: Chaves et al., 2024. ABC del Marco Global de Biodiversidad Kunming-Montreal: agenda global, retos y oportunidades en Colombia. WWF Colombia. Foto: archivo Unimedios.
A pesar de la existencia del CDB y de las metas trazadas, los objetivos mundiales no se están alcanzando. Por el contrario, todos los indicadores del estado de la naturaleza a escala mundial muestran un declive. En los últimos 50 años (1970-2020) el tamaño medio de las poblaciones de más de 5.000 especies de mamíferos, aves, peces y anfibios se ha reducido en un 73%, según las mediciones del Índice Planeta Vivo (IPV).
Según el Informe Planeta Vivo, las naciones del mundo se han fijado objetivos para detener y revertir la pérdida de biodiversidad (mediante el CDB), limitar el aumento de la temperatura global a 1,5°C (en el marco del Acuerdo de París) y erradicar la pobreza y garantizar el bienestar humano (en el marco de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, ODS). Pero los compromisos nacionales y las acciones sobre el terreno están muy por debajo de lo necesario para cumplir las metas para 2030 y evitar los puntos de inflexión que harían imposible alcanzar los objetivos.
Tal y como están las cosas:
- Más de la mitad de las metas de los ODS para 2030 no se alcanzarán, y el 30 % de ellas se estancarán o empeorarán con respecto a la base de referencia de 2015.
- Los compromisos climáticos nacionales conducirían a un aumento medio de la temperatura mundial de casi 3 °C para finales de siglo, lo que inevitablemente desencadenaría múltiples puntos de inflexión catastróficos.
- Las estrategias y los planes de acción nacionales sobre biodiversidad son inadecuados y carecen de apoyo financiero e institucional.
Algunos elementos para la reflexión
Solo después de 30 años de la existencia del CDB, algunos decisores, analistas y hasta agentes de cooperación plantean, de manera tímida aún, la necesidad de un cambio sistémico, cambios de los modelos económicos y estructuras de la sociedad actual, o la necesidad de asumir la responsabilidad de las consecuencias de las relaciones comerciales entre los países del Norte y del Sur Global.
Por otra parte, en la discusión dentro de los movimientos sociales, las ONG, y parte de la sociedad, desde hace 30 años ya se tenía claro que si no se discutía y avanzaba en el cambio de modelo de desarrollo y de los patrones de consumo, en especial de los países desarrollados, las metas de frenar la extinción de las especies y la pérdida de biodiversidad nunca se cumplirían, pues el modelo capitalista se da sobre la base de la apropiación, el uso, la extracción, la degradación y el consumo de la base natural ecosistémica.
En ese sentido, el CDB es y ha sido un terreno de disputa bio-geopolítico entre: los países desarrollados y enriquecidos (que en su mayoría están en el Norte Global), que ya han dilapidado su biodiversidad y tienen tecnologías de punta (biotecnología, biología sintética, secuenciamiento digital genético etc.) para la utilización extrema de la naturaleza como recurso; y los países superexplotados, empobrecidos y dependientes económica y políticamente (del Sur Global), que aún conservan parte de la biodiversidad que queda en el planeta.
Es ingenuo pensar que los poderes políticos, económicos, corporativos, financieros y de países desarrollados han tenido algún interés en los objetivos del CBD. Sin embargo, es importante y necesario que exista este convenio y las COP, y que los Gobiernos de los países discutan y ojalá negocien con otras perspectivas centradas en una real defensa de la vida, que es lo que está en juego.
Pero lo más importante son las luchas, las resistencias y las alternativas que surgen de la sociedad en todas sus formas de organización y expresión, así como desde la academia, pues al final somos la principal posibilidad de que los cambios sustanciales se puedan dar.
El que la reunión de las partes del CDB se lleve a cabo en Colombia, el país más megadiverso del mundo, y que sea la “COP de la Gente, para Hacer la Paz con la Naturaleza” es una gran oportunidad para informarnos, informar, educar y sensibilizar sobre nuestro compromiso como sociedad para cambiar la forma como nos hemos relacionado con nuestro entorno, biodiversidad y ecosistemas asumiéndolos solo como recursos. Es hora de entender que, si no defendemos la vida en su conjunto, nosotros como especie tampoco vamos a tener otra oportunidad sobre la Tierra.
En ese sentido podríamos estar de acuerdo con Roa (2024), quien plantea que esta COP quiere dejar tres mensajes en el marco de las negociaciones:
- La COP de la gente: fomentar la participación de la sociedad civil, el sector privado y las Organizaciones No Gubernamentales y demás interesados en la conservación de la biodiversidad, impulsando el intercambio de saberes y experiencias.
- Paz con la naturaleza: tras un modelo de desarrollo económico insostenible basado en el extractivismo y el consumo, debemos reconciliarnos con la naturaleza y reconocer los saberes de las comunidades locales. En este punto también se aborda el estado de nuestros territorios y su vulnerabilidad ante condiciones sociales y climáticas, entre otros.
- Soberanía territorial e importancia de la biodiversidad: involucrar en la discusión la energía comunitaria, los territorios agroalimentarios y el ordenamiento alrededor del agua desde las perspectivas de la gente y su relación con la biodiversidad.
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