Este tipo de construcción remite a lo esencial, sus materias primas son la tierra, el agua y la madera, y se construye con una sola herramienta: el cuerpo. Una técnica tradicional que, de rescatarse, ofrecería una solución de vivienda no solo sismorresistente sino también fresca, duradera, económica y sostenible.

Laura Franco Salazar | Periodista Unimedios Sede Medellín

Una de las casas estudiadas en Sincelejo, Sucre. Foto: Cristian José Lora Banquéz, magíster en Construcción, UNAL Sede Medellín.Una de las casas estudiadas en Sincelejo, Sucre. Foto: Cristian José Lora Banquéz, magíster en Construcción, UNAL Sede Medellín.

Un estudio físico-social pionero en la región, adelantado en Sincelejo (Sucre), describió las patologías que afectan las construcciones de bahareque de esta zona del país, los imaginarios erróneos en cuanto a su resistencia y cómo optimizarlas para rescatarlas como una técnica con menor impacto ambiental.

“Cuando hablamos de bahareque hablamos de arquitectura vernácula, es decir hecha con recursos que se encuentran en el contexto natural, en las montañas y las orillas de los ríos. Por eso cada cultura ha desarrollado su propia técnica, agrega o no boñiga, revoca o cambia la guadua por caña”, explica Cristian José Lora Banquéz, magíster en Construcción de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede Medellín.

Para levantar una estructura se extiende el barro sobre el suelo y se pisa con fuerza hasta encontrar, a pie limpio, que la mezcla quede firme alrededor de las huellas. Luego, para construir las paredes, se deposita el lodo con las manos en medio de un tejido vertical hecho con palos de guadua u otros materiales.

Sincelejo es una de las ciudades caribeñas que más conserva viviendas con este tipo de arquitectura; se pueden rastrear hasta los poblados o rochelas indígenas precolombinas que desarrollaban su hábitat a partir de la relación armoniosa entre humano y naturaleza.

“Tras la colonización española esta estética se desplazó hacia las periferias y se impusieron nuevos ideales de progreso en favor de las élites”, señala el investigador. Sin embargo, pese a la antigüedad, el deterioro y la disonancia con las construcciones modernas, estas casas podrían dar cuenta de la historia de la ciudad y su valor patrimonial, e incluso ser una oportunidad de construcción para hacerle frente a la crisis climática.

Composición del bahareque en el Caribe colombiano. Foto: Cristian José Lora Banquéz, magíster en Construcción, UNAL Sede Medellín.Composición del bahareque en el Caribe colombiano. Foto: Cristian José Lora Banquéz, magíster en Construcción, UNAL Sede Medellín.

Resistente a las ideas de progreso y fenómenos naturales

Según el Consejo Internacional de Monumentos y Sitios de la Organización de las Naciones Unidas a través de la Unesco, la globalización y la homogeneización de la cultura han puesto en riesgo de desaparición las estructuras vernáculas, la memoria histórica y la identidad territorial, elementos fundamentales para reconocer el pasado y tomar decisiones para el futuro.

“El bahareque fue una de las técnicas más utilizadas entre los primeros pobladores de todo el mundo. En Chile, Perú, Argentina y Bolivia se le conoce como “quincha”, en Uruguay como “fajina” y en Francia como “torchis”. En Colombia tenemos el municipio de Salamina (Caldas), que goza de la declaratoria como Bien de Interés Cultural y que tiene las primeras construcciones de la zona urbana hechas en bahareque”, agrega.

La arquitectura de esta zona es referenciada por algunos autores como una “arquitectura sin arquitectos” o “arquitectura popular”, sin intervenciones especializadas, resistente a las ideas de progreso y a fenómenos naturales como los movimientos telúricos.

“Gracias a estas bondades, aún hoy en lugares como Barichara (Santander) se utilizan técnicas como esta. De hecho, en zonas rurales se encuentran viviendas, fincas, restaurantes y hoteles en bahareque y guadua”, comenta la profesora Caori Patricia Takeuchi Tam, adscrita a la Facultad de Ingeniería de la UNAL Sede Bogotá, reconocida por sus estudios de más de 20 años sobre las ventajas de elementos como la guadua laminada para la construcción.

Reconocida por la norma, pero no en su totalidad

El bahareque encementado es la única tipología reglamentada por la Norma Sismorresistente Colombiana, por lo que han quedado relegadas otras construcciones como el bahareque tradicional en tierra, tabla o metálico, incluso pese a ser más frecuentes y eficientes en otras regiones del país.

“Revisamos esta norma y el Manual de evaluación, rehabilitación y refuerzo del bahareque en Colombia, de la Asociación Colombiana de Ingeniería Sísmica, y encontramos además vacíos en torno al contexto de la región Caribe, pues sus directrices se basan en las construcciones de regiones centrales, con características geográficas, ambientales, culturales y sociales muy distintas a las nuestras”, añade el magíster Lora.

Estos vacíos son un impedimento para las intervenciones de conservación o construcción de viviendas en municipios como Sincelejo, pues allí se utiliza, por ejemplo, caña de lata o caña flecha para los entramados, bejucos o cauchos para los amarres, y morteros de revoque de arena y cagajón de ganado, materiales que no están contemplados en los documentos. “Todo esto evita que se pueda restaurar o conservar de manera adecuada la arquitectura vernácula de la zona”, señala el investigador.

Restauración de la antigua Escuela Juan XXIII, Manizales, Colombia. Foto: Radio Nacional.Restauración de la antigua Escuela Juan XXIII, Manizales, Colombia. Foto: Radio Nacional.

El peso del estigma: ¿pobreza, insalubridad e inseguridad?

Aunque el bahareque fue popular durante el siglo XIX para construir viviendas e incluso edificios de gran envergadura como la Iglesia de Santa Rosa de Lima (Chile), la Casa Natal de Rafael Urdaneta (Venezuela) y la Escuela Juan XXIII en Manizales (Colombia), hoy son pocas las familias que viven en casas de bahareque, y las que lo hacen se ven obligadas, en su mayoría, por sus condiciones económicas.

“Yo no tengo para comprar una volqueta de arena, ni tengo para comprar mil bloques para hacer la pared nueva, no puedo, entonces tiene que ser así”, le dijo Marlyn Pérez, quien vive en una casa de bahareque de más de 80 años, al magíster Lora.

El investigador encuestó a 96 personas para indagar sobre el imaginario social que existe en torno a la técnica, y encontró, entre otras cosas, que el 59% de ellas cree que el bloque de cemento es el material más resistente, seguido del ladrillo de arcilla (26%). Así mismo, el 62% consideró que el bahareque es la técnica más costosa.

“Esto último es parcialmente cierto porque cada vez hay menos mano de obra cualificada y es difícil conseguir materiales como las cañas porque se siembran menos en la zona. Si estas dos falencias se solventan capacitando a nuevos constructores y consolidando un mercado robusto de maderas, se dinamizaría incluso la economía de la región”, agrega el investigador.

Ahora bien, según expertos como el arquitecto alemán Gernot Minke, técnicas como el bahareque ahorran energía y generan menos contaminación ambiental en comparación con los materiales industrializados, pues para preparar, transportar y trabajar con barro en el sitio se necesita solo del 1 al 5% de la energía requerida para producir y transportar hormigón armado o ladrillos cocidos.

“También es una técnica más rápida de ejecutar, y por la diversidad de materiales que se han usado en todo el mundo es flexible y adaptable según los recursos disponibles, por eso sería muy conveniente en áreas rurales. Lo importante ahora sería solucionar sus debilidades”, continúa el magíster Lora. Según Camacol, en Colombia 1,7 millones de viviendas rurales tienen deficiencias de calidad y el 46,8% en estructura.

Las “enfermedades” y los “remedios” para el bahareque del Caribe

Aunque el bahareque ha demostrado alta resistencia durante eventos sísmicos, como el ocurrido en Quindío en 1999, que causó más daños en edificaciones construidas con materiales industriales, la falta de mantenimiento y factores biológicos o químicos pueden afectar su estructura.

Para identificar las afecciones propias del Caribe, el investigador revisó bibliografía y analizó algunas de las zonas más antiguas de la ciudad que cuentan con estructuras en buen y mal estado como la calle Sucre, Petacas, San Carlos y el sector Cruz de Mayo.

Lesión generalizada del cercado por pudrición por humedad, presencia de xilófagos, desprendimiento y erosión del revoque de tierra. Foto: Cristian José Lora Banquéz, magíster en Construcción, UNAL Sede Medellín.Lesión generalizada del cercado por pudrición por humedad, presencia de xilófagos, desprendimiento y erosión del revoque de tierra. Foto: Cristian José Lora Banquéz, magíster en Construcción, UNAL Sede Medellín.

Entre las principales afecciones que encontró está la rotura del material, la aparición de grietas, la humedad por el agua en el suelo debajo de la vivienda (capilaridad) y la presencia de insectos que roen la madera. De igual modo, el desplome de las varas y el desprendimiento del material de relleno, siendo el acabado final la estructura que más presenta lesiones por su exposición directa a agentes ambientales.

“A partir de este análisis definimos algunos lineamientos para optimizar la técnica y convertirla en una alternativa viable de construcción contemporánea, máxime ante el cambio climático, por su cualidad de sostenible”, señala el investigador. “Por esto último es crucial continuar con su estudio”, agrega la profesora Takeuchi.

Para evitar la humedad, la podredura y las plagas, el estudio propone impermeabilizar el piso, de manera que se aíslen las varas del suelo. Para el relleno y la garantía de una correcta adherencia sería necesario apelar a la norma vigente y su indicación de usar mallas metálicas o plásticas.

Por último, y como se trata de una construcción artesanal, sería fundamental estandarizarla a partir de estudios estructurales, teniendo en cuenta distintos tipos de madera, incluso reforestadas, que aporten más a la economía local y a la sostenibilidad.

Recuperar el bahareque requeriría pedagogía entre la comunidad, revalorizar los saberes ancestrales y socializar las bondades de la técnica para que no se asocie con pobreza, atraso o insalubridad. “El rescate del bahareque tradicional no se puede considerar como un hecho nostálgico, es una oportunidad para innovar la arquitectura contextual y sostenible”, concluye el investigador.

La tesis fue dirigida y codirigida por los profesores Andrés Felipe Sierra Uribe y Gilda María Wolf Amaya, ambos adscritos a la Facultad de Arquitectura de la UNAL Sede Medellín.

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