Aunque el sector agrícola de Colombia ha mostrado crecimiento, también se ha visto afectado por la inestabilidad en los precios de compra de los insumos, plaguicidas y fertilizantes costosos, servicios públicos deficientes y manejo inadecuado de residuos, problemas que se podrían resolver con tecnificación para generar energía y bioinsumos que impulsen la agricultura nacional.
Andrea Ximena Ojeda | Periodista Unimedios Sede Tumaco
En Colombia el alza en los precios tanto de la energía como de los insumos, los fertilizantes y el transporte incide en la economía del agricultor. Foto: Nicol Torres, Unimedios.
Aunque el sector agrícola de Colombia ha mostrado crecimiento, también se ha visto afectado por la inestabilidad en los precios de compra de los insumos, plaguicidas y fertilizantes costosos, servicios públicos deficientes y manejo inadecuado de residuos, problemas que se podrían resolver con tecnificación para generar energía y bioinsumos que impulsen la agricultura nacional.
La inestabilidad de los precios ha llevado a que los agricultores disminuyan sus cosechas, o a venderlas a precios irrisorios, lo que desmejora su seguridad alimentaria y el bienestar de su familia. Por ejemplo, los cacaocultores se ven afectados por el aumento en las tarifas de energía, gasolina y diésel, ya que estos elevan los costos en la producción, por lo que deben invertir más dinero del programado.
El ingeniero químico Carlos Ariel Cardona Alzate, profesor titular del Departamento de Ingeniería Química de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede Manizales, lidera junto a un equipo interdisciplinario diversas investigaciones relacionadas con el “mejoramiento de cadenas de valor agrícolas a partir del uso sostenible de sus residuos en biorrefinerías”, con el fin de transferir conocimientos a los agricultores y mejorar la producción del sector agropecuario.
Afectaciones al sector agrícola
La relación entre energía e insumos para la agricultura se basa en los denominados “costos de producción de las industrias conexas a las cadenas de valor agrícolas de Colombia”, los cuales se definen como el conjunto de personas y actividades para cultivar procesar, envasar y distribuir un producto agrícola básico.
La diversificación energética se inclina cada vez más hacia la inversión en energía renovable, como en Austria y Alemania. Foto: archivo Unimedios.
En este proceso, los fertilizantes e insumos utilizados en la producción agrícola tienen un alto impacto. Según el último reporte del DANE, el 59% de los herbicidas y el 52% de los fertilizantes presentaron incrementos de precios frente a los reportado en julio de 2021. Así por ejemplo, algunos de estos productos pasaron de costar $87.000 en promedio en 2020, a $132.000 en agosto de 2021.
En 2022 estos insumos presentaron un alza acelerada, y aunque en 2023 se registraron bajas, los precios se mantienen altos respecto a 2021. Según el Ministerio de Agricultura y Desarrollo Sostenible, en el último año los fertilizantes alcanzaron precios equivalentes a los de hace 25 meses, pero no ocurre lo mismo con los plaguicidas, que aumentaron un 29,73% (acumulado) en 2022 y bajaron 10,03% en 2023; lo mismo que otros insumos como coadyuvantes o reguladores, que bajaron en promedio 6,99% en 2023 cuando en 2022 habían subido un 12,08% en la variación acumulada. En junio de 2024 comenzaron a subir nuevamente.
A esta inestabilidad de los precios de los insumos agrícolas se suma el aumento del precio de la energía, que también impacta los precios de la producción agrícola. Por ejemplo, el costo de la energía ha alcanzado máximos históricos en el país –con un promedio de COP 1.033/kWh– a causa de la escasez de agua, ya que la generación hidroeléctrica cubre el 70% de la demanda energética nacional.
El investigador Cardona explica que “el tema energético ha aumentado los costos en muchas empresas relacionadas con los insumos agrícolas, a raíz del componente energético (electricidad, diésel, etc.), ya que este encarece en gran parte la posibilidad de que muchos agricultores puedan fabricar sus productos. A esto se suma la coyuntura de la guerra entre Ucrania y Rusia, que hizo incrementar el precio del gas, y de paso nos presenta un sombrío panorama para la agricultura colombiana que depende de estos fertilizantes”.
Una planta como la de Monómeros de Colombia, que abastece al 80% de los campesinos y el 50% de la industria nacional, está ubicada en Barranquilla, donde se paga la tarifa de energía más cara del país. Además, importa más de 1,5 millones de fertilizantes anuales, por lo que también impacta el comportamiento internacional.
Aunque los precios de los fertilizantes disminuyeron en Colombia debido a la normalización de las condiciones en el comercio internacional de los fertilizantes en 2022, los precios de estos aumentaron un 27,91% por la crisis en Europa del Este, las restricciones de China y las interrupciones en la cadena de suministro global. Además, según un análisis presentado por Corficolombiana, entre 2021 y 2024 las tarifas de energía en Colombia se incrementaron en un 15,3% anual, siendo el repunte más alto de los últimos 23 años; de hecho en 2022 se registró el repunte más alto de la historia: 28,5% anual.
La biomasa de los residuos del café es una fuente de energía alternativa en los cultivos de cacao de Tumaco. Foto: Mustafa Hassona/ Anadolu Agency/Anadolu vÍa AFP.
Los anteriores factores se suman al alza de los precios del diésel y la gasolina utilizados en los procesos de producción. La Comisión de Regulación de Energía y Gas fijó el valor promedio del precio de la gasolina corriente en 15.568 pesos y el del diésel en 9.456 pesos, lo que elevaría los costos operativos de los agricultores, y por ende el precio de los alimentos.
Por tanto, este componente también incide en el campesino que toma la decisión de comprar menos porque no le alcanza en su matriz de gastos y termina afectando la productividad, ya que no genera las cantidades de esos productos base agrícola que producía antes, lo que desencadena bajos ingresos y disminución de su calidad de vida.
Rentabilidad de la energía limpia
Por ello, una solución es implementar técnicas de generación de energía en el sector agrícola. Por ejemplo, los cultivadores de cacao asentados en diferentes sectores de Tumaco y que forman parte de la Asociación de Productores Cacaoteros de Tumaco (Asprocat) –que produce el mejor cacao de la región para comercio nacional e internacional– utilizan la energía solar directa para secar el grano, mientras la nubosidad lo permita, y complementan el proceso en los centros de beneficio con máquinas secadoras automáticas que usan gas licuado de petróleo (GLP), por lo que se convierte en el mejor ejemplo de sostenibilidad.
Usar la energía solar para secar el cacao les permite ahorrar hasta un 70% en el consumo de gas propano, y cuando no les alcanza reutilizan los residuos del café (poda o soca), que los adquieren en las diferentes zonas cafeteras que rodean a Pasto, capital de Nariño. Estos se convierten en biomasa a partir de biorrefinería, que dentro de la clasificación técnica se conoce como dendroenergía, y es más económica desde el punto de vista de costos y sostenibilidad.
Aceptación y éxito en Europa
En la actualidad, la diversificación energética se inclina cada vez más hacia la inversión en energía renovable. Por ejemplo, Austria es pionera en el uso de las energías, ya que los campesinos integraron en sus campos energía fotovoltaica, recibieron subsidios por parte del Estado, y además aplicaron energía eólica, lo que les permitió incrementar su productividad. Cuando llega el verano es tanta la cantidad sobrante de energía, que la mejor manera de almacenarla es convertirla en otro bien, es decir “romper” el agua para generar hidrógeno, por ejemplo.
En Alemania los campesinos también aplican una matriz diversificada energética además de generar insumos sostenibles. Por ejemplo, una granja donde se cultivan girasoles tiene estación porcícola y bovina. Los residuos del procesamiento de extracción de las semillas de los girasoles se utilizan tanto para la alimentación animal como para producir biogás, que complementa la generación de energía junto con plantas fotovoltaicas, disminuyendo los costos.
Perspectivas de futuro
En Tumaco, los cacaocultores utilizan la energía solar directa para secar el grano y complementan el proceso con máquinas secadoras automáticas basadas en gas propano. Foto: archivo Unimedios.
El objetivo del científico Cardona es inclinar todo el conocimiento desarrollado en la UNAL Sede Manizales para que lo utilice principalmente el cacaocultor de Tumaco. Por eso, junto con la UNAL Sede Tumaco, se pretende realizar la transferencia de conocimientos hacia el piloto adelantado con la Asprocat, mediante el cual se está investigando la composición de la línea de procesamiento del cacao.
Este año, cuando la investigación termine, se les podrá ofrecer a los agricultores mejores opciones económicas y ambientales para que los residuos generados en los beneficiaderos y otros procesos de esta cadena de valor se reutilicen en economía circular, para su aprovechamiento en la producción, y así depender menos de los riesgos variantes de los precios, incluidos los asociados con la energía.
Así mismo, demostrar que sí es posible producir bioplaguicidas a partir del mucílago resultado de la fermentación del cacao, o biogás, que se podría utilizar para reemplazar cualquier gas en un horno rotatorio, y secar al sol cuando el clima no permita, y también antioxidantes de residuos del cacao, que incluso se podrían transformar en chocolatinas, diversificando la producción agrícola.
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