EFEverde.- Pekín centrará a partir de este viernes todos los focos del atletismo internacional por la celebración del Mundial de ese deporte, pese a que, según las autoridades sanitarias, la intensa contaminación que caracteriza a la capital china la convierte en una ciudad poco apta para correr al aire libre.
Los cielos azules que esperan estos días a Usain Bolt, Mo Farah o Allyson Felix en la cita atlética del año, de hecho, no son los mismos que ven habitualmente los pequineses.
Son el resultado de las restricciones a la actividad normal de la ciudad y las áreas a su alrededor impuestas por el Gobierno chino para que los deportistas puedan respirar sin riesgos.
“La calidad del aire ha mejorado en Pekín, pero aún hay un trecho por recorrer antes de que alcance los estándares internacionales seguros”, ha afirmado a EFE el representante de la Organización Mundial de la Salud (OMS) en China, Bernhard Schwartländer.
“La exposición a corto plazo a la contaminación atmosférica puede empeorar problemas cardíacos y pulmonares ya existentes e incrementar el riesgo de ataque al corazón. El ejercicio al aire libre en los días de fuerte contaminación exacerba estos riesgos”, ha explicado Schwartländer.
Consciente de los peligros para la salud que acarrea la contaminación, el Gobierno chino ha puesto en marcha en las últimas jornadas draconianas restricciones al tráfico, que obligan en la práctica a que sólo circule la mitad del parque móvil de la ciudad.
“Hemos tomado todo tipo de medidas de control durante las competiciones y antes”, ha comentado Chen Jie, subsecretario general del comité organizador del Mundial de Atletismo de Pekín.
“Dejamos de utilizar vehículos antiguos, también interrumpimos el funcionamiento de varias centrales energéticas, empresas contaminantes y obras. Además, hoy otras medidas como detener el uso de asaderos y cocinas al aire libre y las restricciones del tráfico de vehículos según tengan matrícula par o impar”, según ha detallado Chen.
No tienen tanta suerte como las grandes estrellas del deporte los miles de aficionados a correr que viven en Pekín.
Para ellos, el momento clave de los entrenamientos sucede antes incluso de calzarse las zapatillas: cuando comprueban los niveles de contaminación y deciden si podrán salir al aire libre o no.
“La contaminación me afecta mucho. Antes de correr, cada día compruebo cuánta contaminación hay y, si es mucha, no salgo”, ha declarado a EFE un joven que se apellida Li y que se prepara para la Maratón de Pekín que tendrá lugar en septiembre.
Luo, una joven de Cantón (sur de China) que reside en la capital, también admite encontrar problemas para practicar en Pekín una afición que tiene desde los ocho años, aunque ha buscado una alternativa. “Entre las tres compañeras de piso compramos una máquina de correr y, si hay demasiada contaminación, corremos dentro por turnos”.
Aviso de la Organización Mundial de la Salud
La OMS recomienda evitar el ejercicio al aire libre en los días de mayor contaminación.
Sin embargo, ese consejo fue ignorado durante la última edición de la 34ª Maratón de Pekín, el pasado 19 de octubre, una fecha que ha pasado a la historia negra del atletismo, porque negras acabaron las mascarillas de los atletas que participaron en la carrera.
Esa jornada se registró una concentración de casi 400 microgramos por metro cúbico de aire de partículas PM2,5, la que tienen un diámetro inferior a las 2,5 micras y las más perniciosas para la salud, un nivel considerado “dañino” por las autoridades sanitarias.
“Como era mi primera vez, ni me enteré mientras estaba corriendo, estaba demasiado nerviosa. Pero después tuve dolor de cabeza durante una semana”, ha relatado a EFE Hanneke De Groot, una holandesa residente en Pekín que aquel día completó la media maratón.
Li, emocionado ante la posibilidad de ver a sus ídolos en Pekín y mientras se entrena él mismo para correr en septiembre los 42,195 kilómetros de la maratón, espera que el Mundial sirva para cultivar la pasión por el atletismo en la capital china.
“Hay que inspirar a más gente a correr. La contaminación se puede evitar y, si hubiera más afición por este deporte, el Gobierno se sentiría más obligado a que los cielos estuvieran limpios siempre”. EFEverde