Foto:Ilustración realizada con asistencia de Inteligencia Artificial por Sadek Ahmed.
Fortalecer una transición justa para un futuro sostenible
Fortalecer una transición justa hacia un futuro sostenible significa garantizar que nuestro avance hacia economías bajas en carbono beneficie a todos, especialmente a los más vulnerables. Requiere un enfoque holístico que entrelace la sostenibilidad medioambiental con la justicia social, garantizando que los trabajadores, los pueblos indígenas y las comunidades marginadas reciban el apoyo que necesitan, a través de la reconversión profesional, la creación de empleo y fuertes medidas de protección social. En otras palabras, la descarbonización y la transformación económica deben ir de la mano de políticas que luchen contra la pobreza, reduzcan la desigualdad y abran oportunidades para todos.
En el corazón de esta visión subyace la idea de integrar los principios de transición justa en las políticas nacionales y mundiales. Cuando estos principios se incorporan a los programas de desarrollo sostenible, como los debatidos en la Segunda Cumbre Mundial sobre Desarrollo Social, los responsables de políticas pueden crear un entorno más justo en el que los costes del cambio se compartan equitativamente. Por ejemplo, la formación ecológica y la protección social integral, junto con la diversificación económica impulsada por las comunidades, pueden contribuir a garantizar que el declive de las industrias de combustibles fósiles no provoque desempleo a largo plazo o un aumento de la desigualdad social. Por el contrario, estas medidas reorientan las inversiones hacia sectores ecológicos emergentes, creando una mano de obra resistente y una sociedad más equitativa.
En última instancia, el fortalecimiento de una transición justa consiste en reimaginar nuestros sistemas económicos y medioambientales para dar prioridad tanto a las personas como al planeta. Es un llamamiento a cambiar el enfoque de la simple descarbonización a la redistribución de oportunidades y recursos para que el crecimiento sostenible beneficie a todas las personas. Mediante la acción colectiva y políticas inclusivas, podemos crear un futuro en el que la integridad medioambiental y la equidad social vayan de la mano, constituyendo los cimientos de una economía mundial verdaderamente sostenible.
Antecedentes
La Organización Internacional del Trabajo (OIT) adoptó por unanimidad la Declaración de la OIT sobre la justicia social para una globalización equitativa el 10 de junio de 2008. Esta es la tercera declaración de principios y políticas de gran alcance adoptada por la Conferencia Internacional del Trabajo desde la Constitución de la OIT en 1919. Es heredera de la Declaración de Filadelfia, de 1944, y de la Declaración de la OIT relativa a los principios y derechos fundamentales en el trabajo y su seguimiento, de 1998. La Declaración de 2008 expresa la visión contemporánea del mandato de la OIT en la era de la globalización.
Esta Declaración señera es una decidida reafirmación de los valores de la OIT. Es el resultado de consultas tripartitas que se iniciaron tras el lanzamiento del Informe de la Comisión Mundial sobre la Dimensión Social de la Globalización. Con la adopción de este texto, los representantes de los gobiernos y de las organizaciones de empleadores y de trabajadores de 182 Estados Miembros subrayaron la contribución clave de nuestra Organización tripartita al progreso y la justicia social en el contexto de la globalización. Se comprometieron a unir sus esfuerzos para reforzar la capacidad de la OIT en el avance hacia dichas metas a través de la Agenda de Trabajo Decente. La Declaración institucionaliza el concepto de Trabajo Decente desarrollado por la OIT desde 1999, y lo sitúa en el centro de las políticas de la Organización para alcanzar sus objetivos constitucionales.
Esta Declaración surge en un momento político crucial, que refleja el amplio consenso acerca de la necesidad de una fuerte dimensión social en la globalización, que permita conseguir mejores resultados y que estos se repartan de manera más equitativa entre todos. La Declaración constituye una brújula para la promoción de una globalización equitativa basada en el Trabajo Decente, así como una herramienta práctica para acelerar el progreso en la aplicación de la Agenda de Trabajo Decente a nivel de país. Asimismo, refleja una perspectiva productiva que destaca la importancia de las empresas sostenibles para la creación de más empleo y oportunidades de ingresos para todos.
La Asamblea General reconoce que el desarrollo social y la justicia social son indispensables para la consecución y el mantenimiento de la paz y la seguridad en las naciones y entre ellas, y que, a su vez, el desarrollo social y la justicia social no pueden alcanzarse si no hay paz y seguridad o si no se respetan todos los derechos humanos y las libertades fundamentales.
Reconoce además que la globalización y la interdependencia están abriendo nuevas oportunidades mediante el comercio, las corrientes de inversión y capital y los adelantos de la tecnología, incluida la tecnología de la información, para el crecimiento de la economía mundial y el desarrollo y la mejora del nivel de vida en todo el mundo, al mismo tiempo que persisten problemas graves, como agudas crisis financieras, inseguridad, pobreza, exclusión y desigualdad, en el seno de las sociedades y entre unas y otras, y grandes obstáculos para que haya una mayor integración y una participación plena de los países en desarrollo y de algunos países de economía en transición en la economía mundial.
El 26 de noviembre de 2007, la Asamblea General declara que, a partir de su sexagésimo tercer período de sesiones, el 20 de febrero de cada año se celebrará el Día Mundial de la Justicia Social (A/RES/62/10).