La flor de Nochebuena, un símbolo de la Navidad en México cuyas raíces se remontan a la época prehispánica, se cultiva por millones en este país y cada diciembre inunda sus calles y adorna las casas con sus pétalos rojo intenso.
Originaria de México y considerada por los pueblos prehispánicos como símbolo de una “nueva vida”, esta flor es la gran protagonista de la Navidad en este país junto con las piñatas de colores repletas de dulces en su interior y la tradicional bebida caliente de frutas conocida como ponche.
Los frailes franciscanos le dieron el nombre de Nochebuena al verla florecer en invierno, pero sus orígenes preceden a los conquistadores.
Los pueblos indígenas la llamaban Cuetlaxóchitl, un término náhuatl formado por dos palabras (cuetlaxtli, cuero) y xochitl (flor) y que alude al rojo intenso de los pétalos, muy similar al de la piel recién desprendida.

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Belleza y medicina :
Esta planta ocupaba un lugar especial no solo por su belleza, sino por sus propiedades medicinales. Además de ser utilizada como cataplasma para enfermedades de la piel, las mujeres que amamantaban a sus hijos acudían a ella para aumentar la producción de leche.
En la cultura azteca esta flor era utilizada como símbolo de la pureza de la sangre durante los sacrificios que los indígenas ofrecían al Sol para renovar su fuerza creadora.
También llegó a ser un símbolo de una “nueva vida” para los guerreros que morían en batalla, ya que se decía estos retornaban a la tierra en forma de colibríes para probar el néctar de la flor.
Los habitantes de Taxco, en el sureño estado de Guerrero, afirman que su ciudad es la cuna de la flor de Nochebuena, aunque esta puede crecer de manera silvestre en todo el sur de México y América Central como un arbusto de hasta cinco metros de altura.
Según los historiadores, los franciscanos asentados en Taxco fueron los primeros que utilizaron estas plantas en la decoración del pesebre y las bautizaron como flor de Nochebuena.
Tradición mexicana:
La planta se integró con las piñatas a la tradición mexicana de la Navidad durante gran parte de la época colonial y a partir del siglo XIX se expandió a otras partes del mundo, gracias a Joel R. Poinsett, embajador estadounidense en México de 1825 a 1829.
El diplomático la envió a su natal Charleston (Carolina del Sur), donde su cultivo se extendió con rapidez, y después hizo lo mismo hacia diferentes ciudades de Europa, donde la planta se conoce como Poinsetia.
Dentro de las fronteras mexicanas también recibe otros nombres, como Estrella de Navidad, Santa Catalina, Flor de Fuego. En Chiapas se le conoce como Sijoyo, Catalina en Durango y flor de Pascua en los estados de Guerrero, Michoacán, Veracruz e Hidalgo.
Es identificada como Guacamayo en Guatemala, Corona de los Andes en Chile y Perú, Flor de Navidad en Venezuela y Estrella Federal en Argentina, donde la planta fue utilizada en el siglo XIX como símbolo de las fuerzas federalistas que lucharon contra los centralistas.
En 1899 debutó como adorno navideño en El Vaticano y a partir de este momento esta flor tan mexicana como el nopal se ganó hoja a hoja un espacio en esta festividad cristiana.
El tradicional mercado de Jamaica de la capital mexicana se convierte cada año en uno de los principales puntos de distribución de los millones de plantas que se venden en esta temporada.