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Por: Vanessa Cardona, Unimedios Bogotá
En la isla, ubicada a 35 kilómetros de la costa del Pacífico colombiano, geólogos de la UN encontraron los primeros registros reportados en Suramérica del meteorito de Chicxulub, que acabó con tres cuartas partes de la superficie terrestre y marcó una nueva era geológica.
Han transcurrido 66 millones de años, desde que aquel meteorito de diez kilómetros de diámetro se dirigió a la Tierra a una velocidad de 30.000 km por hora. Al impactar con la superficie del planeta originó un cráter de 200 kilómetros de diámetro, el Chicxulub, en la península de Yucatán, al sur de México. El choque causó megatsunamis, algunos con olas de hasta cien metros de altura y una severa catástrofe ambiental, que produjo la extinción masiva de especies y el fin de la era de los dinosaurios.

El meteorito, del tamaño del monte Everest, cavó ocho kilómetros dentro de la corteza terrestre, la roca se evaporizó, se fundió, gran parte salió disparada de la atmósfera y luego cayó de nuevo a la Tierra en forma de esferas minúsculas.

Aunque se han encontrado rastros de estas partículas en todo México y el sur de Estados Unidos, 66 millones de años después, se registraron fragmentos en Suramérica y el Pacífico Oriental, en la isla de Gorgonilla.

 

El principal artífice de este hallazgo es Hermann Darío Bermúdez, aspirante a doctor del Departamento de Geociencias de la Universidad Nacional de Colombia. Las partículas halladas son de dos milímetros, tienen forma de una gota, al verlas con microscopio parecen canicas miniatura y, lo más sorprendente para los investigadores, se preservan los materiales originales.

“Estas esferulitas estaban originalmente formadas de vidrio, pero en la mayoría de sitios donde han aparecido, los minerales se han transformado y convertido en arcilla, por ello no quedó rastro del material original del impacto. En Colombia, en cambio, conservan la forma y composición inicial, están perfectamente preservadas y el 90 % todavía contienen vidrio”, anotó el investigador.

Se sabe que el meteorito cayó en forma diagonal y chocó de sur a norte, por ello han encontrado depósitos de los restos muy cerca del norte de América, pero nunca hacia la parte sur del continente. El estudio de estas pequeñas esferas permitirá conocer cómo era el comportamiento geológico de la región de Suramérica, ubicada en la parte baja de Chicxulub, el punto de la colisión.

La energía del impacto fue 10.000 veces todo el arsenal atómico del mundo que estalla en un solo punto. Las investigaciones adelantadas demuestran que dio lugar a un terremoto de magnitud 13; sin duda, uno de los más fuertes que existió en la historia.

Según el geólogo Bermúdez, para la época del impacto se cree que Gorgonilla estaba a más de 3.000 kilómetros de distancia del epicentro. Así que, el terremoto provocó que todas las capas tectónicas se mezclaran de una forma tan fuerte que el registro geológico quedó alterado.

“En las investigaciones se afirma que el piso se movió cerca al punto de impacto más de 10 metros en la vertical; por ello, en Gorgonilla se ven las capas deformadas debido al terremoto. Si hasta allí se sintió, significa que la tierra tembló como nunca antes se había registrado”, agrega.

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Descubrimiento mundial

El hallazgo de estas partículas surgió de la curiosidad del geólogo por encontrar rastros de este meteorito en Colombia. Desde 2004, cuando estudiaba en la Universidad Autónoma de México, revisó toda la literatura publicada sobre el tema y vio varias muestras de las esferulitas encontradas por todo el territorio mexicano.

En el 2010, su colega Jenny García, geóloga de la Universidad de Caldas, le comentó que varios estudiantes visitaron la Isla de Gorgonilla y captaron pequeñas muestras de un material desconocido. Hermann D. Bermúdez intuyó que estas eran las primeras pistas de un descubrimiento que podía cambiar la historia de la formación de la Tierra conocida hasta el momento. De manera que conformó un equipo para iniciar la investigación.

Para ello solicitaron los permisos respectivos en Parques Naturales, proceso que tardó nueve meses en ser aceptado debido a que la isla casi siempre es visitada por biólogos, las autoridades no entendían lo que los geólogos estaban buscando.

“Tuvimos que contar varias veces cuál era el trabajo que íbamos a desarrollar. Explicamos que las muestras se sacarían con un martillo, pero nos dijeron que eso podría espantar a las aves y afectar los nidos. Al final aceptaron porque nuestras observaciones serían en la zona donde pegan las olas, no en la parte boscosa”, explica el aspirante a doctor.

En junio de 2014 viajó un equipo conformado por siete expertos, entre ellos cuatro geólogos de la UN: José Vicente Rodríguez, Victoria Corredor, Alejandro Numpaque y Hermann Bermúdez.