Un estudio cientifco realizado por un grupo de reputados científicos, y liderado por el mismo ex investigador de la NASA que ya en 1988 advertía al Congreso de los Estados Unidos de lo que se nos venía encima acaba de dibujar un panorama que puede sonar sensacionalista, pero que viene respaldado por cálculos muy detallados.
Tormentas gigantescas en tierra, olas descomunales en la costa y enormes bloques de hielo cayendo del borde de los glaciares son sólo algunas de las consecuencias que nos esperan en las próximas décadas si la temperatura global aumenta (y esto es importante) como está previsto en sólo 2 grados centígrados respecto a la que tenía la Tierra antes de que en Inglaterra se desatase la revolución industrial.
No menos de 19 autores recurren a la paleoclimatología (la ciencia encargad de estudiar los cambios climáticos en el pasado), a modelos informáticos y observaciones actuales para concluir, sin miedo a resultar sensacionalistas, que se avecina un cataclismo sin precedentes, como recuerda The Washington Post.
El estudio, que se ha publicado este martes en la revista Atmospheric Chemistry and Physics, ha sido objeto de un intenso debate de alto nivel desde el pasado verano, tanto por sus temibles conclusiones como por la reputación científica de su director, James Hansen, y de sus otros participantes.
Hansen y sus colegas concluyen que el hielo de Groenlandia y Antártida se puede fundir mucho más rápido de lo que se ha estimado, pero además estiman que ese aporte de agua no se limitará a elevar el nivel del mar, sino que desencadenará consecuencias dramáticas en todo el planeta.
Efecto en cadena
Consideran estos científicos que el agua del deshielo estratificará el agua de los océano polares, dejando atrapadas enormes cantidades de agua relativamente templada bajo una delgada capa de líquido frío y dulce.
En términos simples, ese proceso interrumpirá el flujo de las corrientes oceánicas tanto en el Atlántico como en el Antártico. Eso incrementará el diferencial de temperatura de la atmósfera entre los polos y el ecuador (los primeros se harán más fríos, el segundo más cálido), y eso alimentará tormentas que harán que algunos de los huracanes más devastadores parezcan de juguete.
El impacto será tan grande, asegura Hansen, que habrá olas gigantes capaces de arrastrar enormes rocas a elevaciones de varios metros sobre el nivel del mar.
«Los modelos que ha usado Naciones Unidas no tienen en cuenta el efecto del deshielo, y la mayoría de modelos tienden a limitar el efecto que tendrá la estratificación tras el deshielo de Groenlandia y Antártida», advierte Hansen.
eleconomista.es