Muy pocos jugadores pueden equipararse a figuras como Pelé, Beckenbauer o Maradona. Y aunque nunca ganó un título internacional con su selección nacional y sólo participó en una Copa Mundial de la FIFA, Johan Cruyff fue uno de ellos. Fue tal el talento natural que desplegó, que el maestro holandés permanecerá en la historia del fútbol como uno de los más grandes futbolistas de todos los tiempos.

Tristemente, el jueves 24 de marzo, tras una dura lucha contra el cáncer el genio holandés fallecía a los 68 años en Barcelona rodeado de su familia. «Johan Cruyff fue un magnífico jugador, uno de los mejores futbolistas que el mundo jamás vio», dijo el Presidente de la FIFA Gianni Infantino tras conocer la noticia. «Fue un símbolo del juego elegante. Una inspiración. Motivo de admiración para muchos fans. Marcó la historia del fútbol para siempre. Estoymuy triste por su muerte. Se le echará muchísimo de menos. En mi nombre, en nombre de la FIFA y de toda la comunidad del mundo del fútbol, me gustaría hacer llegar las más sinceras condolencias a su familia y amigos».

FIFA.com rinde homenaje en su despedida recordando su legado futbolístico.

Leyenda del Ajax
Cruyff se crió a la sombra del estadio y del campo de entrenamiento del Ajax de Amsterdam, donde trabajaba su madre, en el servicio de lavandería y limpieza. Su padre murió de un ataque al corazón cuando Johan tenía 12 años. Desde muy temprana edad, el joven Cruyff puso su mira en un solo objetivo: convertirse en futbolista profesional. Comenzó a entrenarse formalmente cuando tenía siete años y, para horror de su madre, dejó los estudios a los 13 para concentrarse exclusivamente en el deporte.

El legendario entrenador Rinus Michel le echó el ojo al flaco futbolista que tanto prometía y preparó un programa de ejercicio físico, concebido especialmente para desarrollar su endeble complexión, con el fin de que fuera capaz de soportar los rigores de una carrera profesional. Cruyff irrumpió en el primer equipo del Ajax a los 17 años y, dos años después, en 1966, consiguió el primero de los nueve títulos de la liga holandesa que acabarían pasando por sus manos.

Pronto adquirió fama internacional como futbolista elegante, de pies ligeros y bien dotado técnicamente, que nunca hacía entradas fuertes. Era creador de juego, lanzador y marcador, todo reunido en un mismo cuerpo, con una habilidad para sincronizar un centro que nunca se vio antes ni después.

También se hacía notar fuera del terreno de juego. Demostraba una gran confianza en sí mismo y una gran pasión por defender sus propias convicciones, hasta el punto de que no se mordía la lengua ni para evitar hacerse enemigos. Esta forma de ser no siempre le ha favorecido; por ejemplo, perdió el brazalete de capitán del Ajax en una votación de sus compañeros de equipo en 1973. Además, se han aireado acusaciones de arrogancia a partir de citas entresacadas de las entrevistas que concedía: «No creo que llegue el día en el que se mencione el nombre de Cruyff y la gente no sepa de lo que se está hablando»; o bien: «Antes de cometer un error, no cometo ese error».

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La Naranja Mecánica se presenta al mundo
Para ser uno de los jugadores más grandes de todos los tiempos, la carrera internacional de Cruyff fue relativamente corta. Hizo su debut con la selección holandesa en septiembre de 1966, en un partido contra Hungría y, en total, vistió la camiseta del equipo 48 veces antes de retirarse en 1977. Su última hazaña como internacional fue contribuir a la clasificación de Holanda para la Copa Mundial de 1978 en Argentina, aunque ya entonces sólo jugaba los partidos más importantes.

Su mayor logro como internacional llegó en la Copa Mundial de la FIFA Alemania 1974. Holanda entró en el torneo con pocas expectativas, pues había pasado apuros para clasificarse. Además, el equipo daba pocas señales de compenetrarse con las tácticas del seleccionador Rinus Michels, que se había incorporado bastante tarde al banquillo como sustituto de Frantisek Fadrhonc. Para sorpresa de todos, las piezas del rompecabezas encajaron repentinamente y, después de la primera ronda, Holanda fue aclamada de manera unánime por la prensa internacional como favorita para alzarse con el título.

Los holandeses encandilaron al mundo con su fútbol total, un estilo de juego que el propio Cruyff encarnaba. Aunque en la alineación aparecía como delantero centro, merodeaba por todo el campo y surgía allí donde podía hacerle más daño al rival. Los demás jugadores se adaptaban con flexibilidad a su rotación, intercambiando posiciones con frecuencia, de modo que las funciones tácticas del equipo siempre se cumplían, pero no siempre por la misma persona. Se trataba de una concepción revolucionaria que cautivó al mundo entero.

Era la hora de los naranjas y de Cruyff. En la segunda vuelta, el propio maestro materializó sus dos primeros goles en la vapuleada por 4-0 que Holanda infligió a Argentina, posiblemente el mejor partido del torneo. El enfrentamiento con Alemania Oriental fue un asunto más comedido, que los holandeses ganaron por 2-0. En el último de los partidos de la segunda ronda de grupos, Holanda se encontró con Brasil, en lo que prácticamente se consideró como una semifinal. Al final del turbulento choque, Holanda salió vencedora por 2-0. Cruyff marcó el segundo gol de una espectacular volea en el minuto 65. El maestro enganchó un centro de Krol, pilló a contrapié al guardameta Emerson Leao, y su remate entró por el primer palo.

Cruyff volvió a hacer una exhibición de su talento en la final. Desde el saque inicial, los holandeses hicieron circular el balón entre sus filas sin permitir que los alemanes lo tocaran ni una sola vez. De un jugador naranja a otro, el esférico regresó a Cruyff, que se lanzó en carrera, se zafó de Vogts y fue derribado por Hoeness dentro del área. Neeskens transformó la falta en gol desde el punto penal, sin que ningún jugador alemán hubiera tenido ocasión de tocar el balón. Sin embargo, los holandeses no supieron aprovechar su ventaja, y permitieron que los alemanes regresaran al partido. El equipo anfitrión empató a raíz de otro penal y, a dos minutos del descanso, se adelantó por medio de Gerd Muller. En la segunda mitad, los holandeses no pudieron superar la infranqueable barrera de Sepp Maier y dejaron escapar el trofeo. El título de mejor jugador del torneo, adjudicado a Cruyff, fue un pobre consuelo.

Durante el torneo de Alemania, Cruyff anunció que no jugaría en la siguiente Copa Mundial, que se iba a celebrar en Argentina, principalmente porque no quería estar alejado de su familia durante tanto tiempo. Eso y sus desavenencias con la asociación de fútbol de su país acarrearon el prematuro final de su carrera internacional.

Un éxito natural
Sin embargo, en el fútbol de clubes, Cruyff continuó sobresaliendo. Entre 1971 y 1973, ganó tres veces consecutivas la Copa de Europa con el Ajax de Amsterdam. En 1973, se fue a España a jugar en el FC Barcelona y conquistó el título de liga en su primera temporada con los azulgranas.

Anunció su retirada en 1978, pero volvió a pisar los terrenos de juego en mayo de 1979, concretamente en Estados Unidos, donde pasó un par de temporadas antes de regresar a España para una estancia muy breve en el Levante, un equipo de segunda división. En 1981 regresó al Ajax para poner el broche de oro a su carrera en su propio país y ganó la liga y la Copa de Holanda con el club en el que había debutado como profesional.

En 1983, se marchó al Feyenoord, el acérrimo rival del Ajax, con el que también consiguió el doblete. Con 30 años cumplidos, Cruyff sorprendió a todos desplegando lo que algunos estimaron como el mejor fútbol de su vida, y fue elegido el mejor futbolista de los Países Bajos en 1983 y 1984. El más grande jugador holandés de todos los tiempos colgó definitivamente las botas en 1984.

Su regreso a Barcelona
Aunque Cruyff no contaba con la preparación técnica propia de un entrenador, ocupó el puesto de director técnico del Ajax de Amsterdam al principio de la temporada 1985-86. Cruyff aportó más trofeos a las vitrinas del club (lo llevó al triunfo en la Recopa de Europa de 1987) y, antes de su marcha al año siguiente, había contribuido a la formación de jóvenes promesas como Dennis Bergkamp, Aaron Winter, Brian Roy, y los hermanos Rob y Richard Witschge.

Regresando al mismo camino que había seguido como futbolista, Cruyff pasó del Ajax al Barcelona, donde se instaló como director técnico. Allí se propuso reconstruir el equipo: dejó marchar a una docena de jugadores, el alemán Bernd Schuster entre ellos, y contrató a nuevas estrellas. Al cabo de poco tiempo había configurado uno de los equipos más espectaculares del fútbol de clubes europeo, el conocido como Dream Team, que ganó la Copa de Europa en 1992 y cuatro campeonatos de liga consecutivos.

Después de ocho años de colaboración, Johan Cruyff y el Barcelona se separaron por segunda vez en 1996. Cruyff, que tuvo que dejar de fumar tras una operación de bypass en 1991 y volvió a padecer problemas de corazón en 1997, juró que no volvería a entrenar. Cumplió su palabra pero su herencia ya era tan inmensa que quedará para la eternidad.

Como él mismo dijo en cierta ocasión acerca de la selección de Holanda: «Demostramos al mundo que puedes divertirte mucho como futbolista, que puedes reír y pasártelo en grande. Yo represento una época que dejó claro que el fútbol bonito es divertido y que, además, con él se conquistan triunfos».

En octubre de 2015 se hizo público que el mítico exjugador peleaba una dura batalla contra el cáncer de pulmón. Falleció en Barcelona a los 68 años, el 24 de marzo de 2016.

¿Sabías Que…?

Hendrik Johannes Cruyff nació en 1947, a la sombra del estadio del Ajax de Amsterdam, donde su madre trabajaba en lavandería y limpieza.
Cuando los números de las camisetas de los titulares iban siempre del uno al once, Cruyff rompió la norma al vestir el 14 a partir de 1970.
Los nueve años de Cruyff en el Ajax acabaron en septiembre de 1973. El Barcelona lo fichó por un millón de dólares, un récord en la época
En Holanda, las declaraciones de Cruyff se han publicado en forma de libro, y sus palabras de ánimo se utilizan en seminarios de dirección.
Cruyff casi regresa a la Copa Mundial de la FIFA como técnico de Holanda en 1994 pero las negociaciones con la Asociación no prosperaron.