Por lo general, la imagen que se tiene de la Amazonia es la de un ecosistema casi intacto, donde predomina un bosque denso y biodiverso bañado por ríos, en el que el hombre ha tenido poca intervención. De hecho la presencia del ser humano en la Amazonia se asocia en forma negativa con deforestación, pérdida de la biodiversidad y cambio climático.

Lo que pocos conocen es que la Amazonia ha sido habitada por el hombre por más de 10 mil años. En un comienzo se creía que en ella habían habitado comunidades pequeñas poco desarrolladas, con modos de vida muy sencillos y casi primitivos. Hoy se sabe que la historia de la región es diferente.
Justo antes del descubrimiento de América, la región Amazónica albergaba más de 4 millones de personas. Algunos investigadores incluso afirman que pudieron ser 10 millones de habitantes que vivían en poblados de miles de personas con desarrollos sociales complejos. Ellos, al igual que las comunidades prehispánicas que colonizaron los Andes, también transformaron su entorno. Sin embargo, por la ausencia de piedra en la Amazonia, no dejaron evidencia de pirámides o cuidadelas como lo hicieron los Incas, pero si otras evidencias: las denominadas Terras Pretas.
Las Terras Pretas, por su nombre en portugués, son parches de tierra negra que aparecen en diversos lugares de la selva amazónica como islas de tierra fértil entre los suelos ácidos de baja fertilidad, que caracterizan la región. Se han reportado en la Amazonia brasileña, boliviana, peruana, venezolana y colombiana.
Estos suelos fueron hechos por comunidades precolombinas amazónicas hace 2.000 a 500 años. Se sabe que su origen es antrópico, es decir humano, porque en condiciones de alta humedad y temperatura como las que caracterizan a la Amazonia, no es posible de manera natural acumular nutrientes en las cantidades y volúmenes que caracterizan estas tierras.

Las Terras Pretas suelen ser parches de casi 4 hectáreas con altos contenidos de nutrientes, en especial de fósforo que suele ser el elemento más escaso en los suelos amazónicos y el principal limitante para la agricultura en la región. Mientras un suelo amazónico sin transformar tiene entre 5 y 15 partes por millón de fósforo disponible, las Terras Pretas pueden tener más de 100 partes por millón.
Adicional a su color negro y su mayor fertilidad, en ellas es común encontrar trozos de cerámicas, hachas de piedra y puntas de lanza, que son elementos humanos inconfundibles. Por ello, hoy no hay duda que estos suelos fueron hechos por el hombre.

Lo que aún no es claro es cómo estos suelos fueron transformados y cómo es posible que después de 500 años expuestos a las frecuentes lluvias y procesos de erosión, típicos de un clima húmedo tropical, aún sean fértiles.
El Instituto SINCHI es pionero en Colombia en realizar investigaciones en Terras Pretas para entender más su potencial de uso y los procesos que llevaron a estabilizar los nutrientes en suelos ácidos con baja capacidad de fijación. Suelos más fértiles en zonas tropicales cálidas y húmedas representan una mejor agricultura, una menor deforestación, una menor emisión de CO2 y una mayor seguridad alimentaria para la población.

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