Era recolector con el camión municipal de Ahualulco de Mercado. Francisco Enciso Padilla hacía lo que sus compañeros: llegaba a las casas para retirar los desechos que las personas acumulaban a lo largo de la semana.
Ganaba alrededor de 98 dólares a la quincena, más las propinas que la gente le daba por dejar su casa libre de basura, que apenas le alcanzaban para mantener a su familia. Pero no se daba por vencido, aun con su discapacidad en la mano derecha (perdió cuatro dedos tras explotarle un cohete hace casi dos décadas).
Comenzó a observar y vio una oportunidad. La basura era mucha y pensó que gran parte de ella no tenía por qué ir al relleno sanitario donde las botellas de plástico, vidrio, cartón, envases de leche vacíos y otros desperdicios terminan sepultados.
Empezó a comprar a la gente todos los desechos y los almacenó. Al principio, sin ningún objetivo pues, aunque sabía que podía sacar algo de dinero al venderlo, no le darían gran cosa.
Probó suerte, se asesoró con expertos y compró a plazos una prensa para aplastar todo el material y venderlo.
Hoy, Francisco es un microempresario de 35 años, que tiene una recicladora, ya creó cinco empleos.
“Yo veía que se desperdiciaba mucho, era puro dinero que la gente tiraba, desde el plástico, cartón, todo. Ahorita las escuelas están controladas yo les recojo todo el papel y ellos se quedan sin basura”, señala Francisco Enciso Padilla quien vio un oportunidad en la industria del reciclaje y ahora es un microempresario en Ahualulco de Mercado, México.
En la administración municipal 2010-2012, el municipio se puso en la mira de todo el Estado, al comenzar a aplicar el programa Ahualulco Limpio, con el que se buscó aprovechar todos los desechos y contribuir al medio ambiente, al generar menos basura. Fue entonces cuando Francisco tuvo la idea de convertirse en reciclador formal.
“No hay impedimentos, el que quiere puede y lo logra. No hay gente pobre, hay gente floja. Nada se desperdicia, la basura sí sirve, su basura es mi fortuna, de aquí comemos, de aquí sale para los tacos y todo, y toda la gente ya aparta su basura, la vende, y todos ganamos, sobre todo el medio ambiente”.
Durante toda la semana, Francisco y un trabajador acuden a cerca de 500 casas, donde la gente ya recicla su basura y la vende. Lo hace por medio de rutas; un día recoge sólo plástico; otro, vidrio, y otro, cartón.
Menciona que es un efecto ganar-ganar, pues la gente le saca provecho a su basura al recibir algunos dólares por ella, y Francisco posteriormente la vende prensada a empresas que la muelen y la transforman. “Me da un gusto ver a toda la gente que ya separa toda su basura, yo creo que ya el 80% de las personas junta todo el plástico, la gente ya todo vende”.
Con el programa de Ahualulco Limpio, los habitantes comenzaron a separar los desechos para que el camión recolector se lo llevara, por días diferenciados.
Primero empezó como una causa ambiental, pero los resultados fueron asombrosos. En las calles ya no se ve basura tirada, en los botes que dispone el municipio en las plazas públicas, ya no hay desechos. Todo se guarda para venderlo.
Francisco quiere seguir creciendo y en sus planes sigue comprar un molino para empezar a triturar el plástico, sacarle un poco más y cortar un paso de la cadena.
El PET, el “rey”
Francisco recoge los desechos en las casas y los guarda a una bodega que renta, a unos minutos del Centro de Ahualulco.
Ahí separan el plástico. Se aparta el PET (polímero), que es el plástico transparente, multicolor, de envases de champú o jabón, el plástico verde y el “lechero”.
Las trabajadores quitan la etiqueta, que sí es basura y no se puede reciclar. Las tapas se meten con todo el plástico que va por colores a la prensa y se hacen pacas de 60 kilogramos.
“Acumulamos unas 70 pacas y nosotros las llevamos a Guadalajara. El PET es el ‘rey’, es lo que más se tira en casa, hasta una y media o dos toneladas por quincena recogemos, y del lechero unos 500, 600 kilos, igual el plástico verde”.
Cada mes, Francisco y su equipo compran ocho toneladas de plástico, 12 de cartón, hasta dos toneladas de plástico rígido, ocho toneladas de vidrio, alrededor de 900 kilos de bolsas y 400 más de latas de aluminio.
Los días de traslados son los sábados, cada 15 días, y viaja a Guadalajara para vender las pacas a empresas chatarreras que, a su vez, lo venden a otras empresas que funden el producto y lo reciclan para volver a utilizarlo.
Un ejemplo de que trabajar por el medio ambiente paga.
El Informador