Eduardo Salvo, Jorge Horno, Chechu Pajares y Diego Félez han estado viajando desde febrero, cuando salieron de San Diego, en Estados Unidos. Allí compraron la furgoneta que sería su hogar en medio de la carretera, y bajaron por toda California hasta llegar a México. El paraíso de contrastes de Chiapas los conmovió, así como los paisajes y los habitantes de Guatemala y Nicaragua, el caluroso clima del trópico y el estado de las vías, pero también el reto de viajar cuatro hombres juntos en un espacio reducido. Al llegar a Panamá, ante la inexistencia de un ferry, tuvieron que pasar en barco hasta Colombia.

En ese trayecto los unía un propósito común, más allá del placer de viajar: ayudar a detener la quinta causa de mortalidad en el planeta: la falta de agua potable. Según los reportes de Water Aid, 100.000 personas mueren al año por beber agua contaminada, especialmente mujeres.

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