Por: Juan David Martínez Pérez, Unimedios Manizales

Económica, fácil de armar y adaptable a cualquier zona del país, así es la propuesta de vivienda transitoria diseñada para acoger temporalmente a las familias después de afrontar los embates de la naturaleza.
Entre 2006 y 2014, cuatro de cada diez colombianos fueron víctimas de desastres naturales. Es decir, de los 48.203.405 colombianos, una cuarta parte (12.298.849) resultó damnificada por inundaciones, terremotos, incendios o avalanchas.

Según los datos depurados por el Departamento Nacional de Planeación (DNP), a partir de la base de datos de reporte de Emergencias de la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres (Ungrd), Chocó, Putumayo, Sucre y Magdalena son los departamentos con mayor proporción de personas reportadas como afectadas por inundaciones (principal causa de muerte por fenómenos hidrometeorológicos). En Chocó, por ejemplo, es probable que, durante esos ocho años, una persona haya resultado afectada hasta casi tres veces ante una situación de este tipo.

Además de la pérdida de vidas humanas, el colapso de la infraestructura, como la vivienda, es uno de los aspectos que más afecta a quienes sufren los embates de la naturaleza. Por ejemplo, el estudio del dnp muestra que Nariño, Chocó, Bolívar, Boyacá, Cundinamarca y Santander representaron el
47 % del total de viviendas destruidas en ese periodo debido a los desastres naturales.

“Pese a los varios episodios que ha afrontado el país, no se han tomado las medidas suficientes para garantizar refugios óptimos a la población afectada”, afirma el profesor Gustavo Adolfo Agrego Cardona, de la Universidad Nacional de Colombia (UN) Sede Manizales.

Con el terremoto del Eje Cafetero en 1999, el Gobierno atendió solo al 24 % de los damnificados, es decir, 158.000 personas de 550.000 afectados. Dentro de ese porcentaje, apenas 25.618 permanecieron en albergues temporales sin coordinación oficial y servicios básicos.

Once años después de esa tragedia, el país afrontó una de las olas invernales más severas por acción del fenómeno de La Niña, que dejó casi cuatro millones de afectados. Muchos de ellos fueron alojados en albergues temporales, que también resultaron poco óptimos.

“Los beneficiarios manifiestan que estos espacios fueron construidos con materiales sin la calidad exigida para perdurar en el tiempo. En consecuencia, los alojamientos han tenido que someterse a reparaciones. Casos como Manatí (Atlántico), donde los cubículos fueron construidos con desniveles; o en Turbo (Antioquia), donde las paredes se desmoronaron, son evidencias de que algo falló en el diseño de las estructuras”, señala el estudio “Evaluación de los programas para la atención del fenómeno de La Niña 2010-2011”, publicado por Fedesarrollo y Colombia Humanitaria.

Por tanto, cuatro estudiantes de la Escuela de Arquitectura y Urbanismo de la UN Sede Manizales diseñaron el prototipo de una vivienda temporal con cartón corrugado impermeabilizado, el cual se adapta a las diversas condiciones ambientales del país y brinda albergue con servicios básicos. Además, es liviana, fácil de transportar y tarda aproximadamente tres horas en armarse.

Esta propuesta modular ocupa un área de ocho metros cuadrados para cuatro personas. Funciona como un mecano, es decir, sus piezas se unen o ensamblan de manera que cualquier persona, sin conocimientos previos en temas de construcción, adapta su módulo habitacional.

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En Colombia, mencionan los creativos, estas viviendas sirven para sustituir aquellas que se han perdido o deteriorado durante catástrofes naturales. Además, suelen elaborarse en metal, madera o concreto, pero presentan aspectos desfavorables para atender de manera rápida y oportuna una situación de emergencia, debido a la dificultad para la consecución y transporte de materiales, tiempos prolongados en la construcción y costos elevados de los productos.

Como un mecano

Para obtener el prototipo, los materiales debían ser eficientes, económicos, livianos, reciclables y fáciles de adquirir en el mercado nacional, de manera que al finalizar el uso puedan reconvertirse en otros objetos.

El proceso de identificación del material idóneo fue adelantado en el Laboratorio de Suelos de la UN Sede Manizales, donde probaron láminas de fibrocemento (cemento y fibras de refuerzo), policloruro de vinilo (PVC) y acrílicas, madera de arenillo y aglomerada, cartón corrugado, tejas plásticas y lonas de zinc e impermeable.

Los materiales que cumplieron con todas las especificaciones fueron madera de arenillo para el piso, cartón corrugado impermeabilizado, empleado en divisiones y cerramientos, y la lona impermeable en la cubierta, ya que es un elemento flexible al doblar y guardar, lo cual facilita su transporte con más facilidad en comparación con las tejas plásticas o de zinc.

Los futuros arquitectos explican que el cartón corrugado resultó idóneo porque es liviano, económico, reciclable, termoacústico y de fácil montaje. Está compuesto por tres capas, una central conformada por un cartón en forma de ondas, encargada de dar la resistencia a la lámina, y dos capas exteriores compuestas por cartón liso.

Para favorecer la solidez y resistencia al prototipo de vivienda, se formó una lámina de cartón corrugado con un espesor de tres centímetros a partir del aglomerado de varias capas sencillas del mismo material.

“La comprobación de la resistencia del cartón fue determinada con pruebas de laboratorio realizadas en la máquina multiusos de la UN Sede Manizales. Así, establecimos que este tipo de material sí funciona como cerramiento”, indica Angélica María Gómez Arteaga, estudiante de décimo semestre de Arquitectura.

Modelo económico

Con una durabilidad de aproximadamente dos años, el prototipo está conformado por dos módulos plegables. Uno de servicios (cocina y baño) y otro multifuncional. Según las cotizaciones realizadas, el costo proyectado sería de tres millones de pesos. En otros países, que utilizan materiales diferentes, el precio de viviendas similares oscila entre los 2.000 (seis millones de pesos) y 5.000 (15 millones de pesos) dólares.

Asimismo, los estudiantes destacan que a través de un sistema de cimentación (bases) la vivienda podría adaptarse a las diferentes zonas topográficas del país. Para ello, proponen la variación de algunas piezas, ya sea en terreno inclinado, plano e inundado. Con el propósito de que el módulo responda de forma adecuada ante estas tres situaciones, se opta por el uso de un sistema de cimentación que permite graduar la altura de la vivienda según los requerimientos del terreno, propiciando la correcta implantación del proyecto en el lugar de la emergencia.

Los diseñadores, quienes elaboraron un manual que especifica las correspondientes instrucciones de uso y armado, esperan que tanto el gobierno como las entidades encargadas de gestionar el riesgo de desastres en el país, se interesen por una propuesta hecha en Colombia, que apuesta por convertirse en una alternativa viable y sostenible.

Según el profesor Agrego Cardona, asesor de este trabajo, el prototipo diseñado podría ser un refugio idóneo después de cualquier tipo de catástrofe. Así, las personas afectadas no solo recuperaran un hogar temporal, también, mientras su situación cambia, la espera es más digna.

Edición:
UN Periódico Impreso No. 202