Las abejas llevan en las alas mucho más que miel. El trabajo de la polinización es la faceta menos conocida de su labor. De flor en flor vuelan transportando el polen que da vida al 75% de los cultivos mundiales. Los sabores de nuestras comidas y, sobretodo, los beneficios nutricionales de frutas y verduras, dependen en gran parte de sus zumbidos. Sin el trabajo de estas incansables obreras, nuestras neveras se vaciarían de calabacines, tomates, manzanas y zanahorias, entre otros. Y también de algunos alimentos que a simple vista no parecen relacionarse con sus vuelos. Las mozzarellas, que dan sabor a las pizzas, también verían afectada su producción. Las abejas polinizan la alfalfa, base de la alimentación de las búfalas y vacas con cuya leche se produce este queso.

¿Podrá la producción agrícola responder a la demanda de comida de una población que alcanzará los 9.300 millones en 2050? ¿Seguiremos con la pérdida de biodiversidad, que estudios ya colocan por encima del nivel de alerta? Los zumbidos de las abejas parecen estar apagándose. Desde 2006 en Europa y Estados Unidos desapareció más de un tercio de su población, mortalidad que se repite año tras año con consecuencias sobre nuestros bolsillos.

Los polinizadores aportan 235.000 millones de dólares a la economía mundial, según la Plataforma Intergubernamental de Servicios de Biodiversidad y Ecosistemas (IPBES). Se trata de una cifra que solo puede ir en aumento, visto que el volumen de la producción agrícola dependiente de la polinización se ha triplicado durante los últimos 50 años. Son insectos pequeños, pero muy relevantes a la hora de servir nuestras mesas.

Por Monica Pelliccia, Daniela Frechero y Adelina Zarlenga con illustraciones de Andrea Lucio, realizado en India (Tamil Nadu/Maharastra/Kolkata/Sikkim) e Italia (Emilia Romagna/Marche/Alto Adige) con la colaboración de Journalism Grant, Innovation in Development Reporting Grant Programme (IDR) del Centro Europeo de Periodismo.

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