Los ecosistemas andinos están amenazados por prácticas insostenibles de gestión agrícola y de pastizales, incendios, deforestación y sobreexplotación de los recursos naturales.
Para superar esta situación, Perú y Ecuador implementaron acuerdos de conservación que pueden ayudar a detener los daños a las reservas de carbono y a la biodiversidad de la región andina, de enorme importancia a escala mundial.
Este es uno de los principales logros de un proyecto, realizado entre 2014 y 2018, que dirige ONU Ambiente en tres ubicaciones de Ecuador y dos en Perú.
«En estos territorios se ha producido una gran deforestación. Con la ayuda del proyecto, los líderes locales interesados en corregir esta situación pusieron en marcha procesos de restauración que atrajeron la atención de colonos y crearon comunidades que solicitan semillas para sembrar», dice Washington Benalcázar, presidente de la Mancomunidad del Chocó Andino, conformada por gobiernos locales del Ecuador.
A junio de 2016 el proyecto había promovido acuerdos de conservación que abarcan 30.503 hectáreas de bosques de montaña y 19.220 hectáreas de páramo (vegetación de montaña por encima del límite altitudinal de la vegetación arbórea) y punas (mesetas de alta montaña, frías y secas) en Ecuador y Perú. El proyecto también ha promovido prácticas de restauración en casi 7.300 hectáreas de ecosistemas altoandinos. Se espera que, para el año 2018, estas prácticas habrán secuestrado alrededor de 30.000 toneladas de dióxido de carbono.
Los acuerdos formales de colaboración suscritos con cada gobierno local han garantizado que las intervenciones del proyecto se conviertan en parte de la agenda de la comunidad y, en consecuencia, han consolidado la sostenibilidad y la replicabilidad de los resultados esperados.
Apoyo técnico
En el Perú se proporcionó apoyo institucional y técnico para la creación de las áreas de conservación regionales Tapal, Cachiaco y Chicuate-Chinguelas, en Piura, Perú, que suman en total 20.000 hectáreas de bosque montano y 12.300 hectáreas de páramo.
Según Miguel Herrera, de la Municipalidad de Ayabaca, Piura, «el apoyo técnico ha sido muy importante para concientizar localmente sobre la importancia de la conservación del bosque nuboso y el páramo del distrito de Pacaipampa».
Se están realizando estudios sobre los impactos de la gestión forestal sostenible, GFS, que están analizando diferentes prácticas de restauración en relación con las reservas de carbono y la biodiversidad.
«La información sobre la dinámica de los ecosistemas y la recuperación de los servicios ambientales a través de prácticas de restauración en Huancavelica ponen de relieve la importancia de los pastizales en Perú», dice Alberto Mamani, un especialista en restauración de bosques del Servicio Forestal Nacional de Perú.
En Ecuador también se ha apoyado a gobiernos locales en la inclusión de directrices ambientales (biodiversidad, cambio climático y prácticas de GFS) en los planes de uso del suelo, y la capacitación de profesionales y líderes comunitarios está ayudando a institucionalizar las prácticas de GFS.
Se han impartido también dos talleres de capacitación para el personal del Programa Nacional de Incentivos de Ecuador que han fortalecido sus capacidades técnicas en materia de restauración de los bosques andinos. Actualmente se están restaurando 5.500 hectáreas de bosque montano y páramo en 10 áreas a cargo de gobiernos locales.
El proyecto también ayuda a desarrollar la Estrategia Nacional de Biodiversidad, ENB, de Ecuador 2015-2025, que incluye indicadores para medir el progreso logrado hacia las metas.
Se proporcionó asistencia técnica para la elaboración de 10 planes integrales de uso del suelo en Ecuador en los tres sitios del proyecto (Pichincha, Tungurahua y Carchi).
Los sistemas de monitoreo fundamentan la planificación del uso del suelo
Se ha desarrollado también una base de referencia sobre carbono y biodiversidad para el monitoreo ambiental. Este es un paso importante hacia el establecimiento de sistemas de monitoreo a largo plazo, pero que ya está produciendo información valiosa que mejorará el conocimiento sobre la dinámica de los ecosistemas altoandinos.
Los sistemas de monitoreo están fuertemente vinculados a las necesidades de los gobiernos locales y podrían fundamentar la planificación del uso del suelo. Por ejemplo, en Tungurahua (Ecuador) y Huancavelica (Perú), los sistemas de monitoreo de la biodiversidad y el carbono servirán de base para las prácticas de restauración promovidas por los gobiernos locales y otros.
«Contar con datos sólidos sobre el carbono y la biodiversidad nos da un muy buen argumento a favor de la conservación y nos está ayudando a desarrollar herramientas para el futuro», dice Ruth Elena Ruiz, Directora de Patrimonio Natural de la Secretaría de Ambiente del Municipio de Quito.
En Pichincha, Ecuador, el sistema de monitoreo ayudará a mejorar el diseño del programa de compensación de carbono promovido por el Programa de Cambio Climático del Municipio de Quito.
Acerca del proyecto
En 2014 el Fondo para el Medio Ambiente Mundial, GEF por sus siglas en inglés, el mayor proveedor público de fondos para proyectos ambientales internacionales de todo el mundo, comenzó a financiar un proyecto de cuatro años titulado Multiplicación de los beneficios ambientales y de carbono en los ecosistemas altoandinos. El proyecto tiene como objetivo contribuir a la conservación o el mejoramiento de las reservas de carbono y la biodiversidad en tres sitios de los Andes tropicales de Ecuador (Carchi, Pichincha y Tungurahua) y en dos de Perú (Piura y Huancavelica).
Ambos países son signatarios del Convenio sobre la Diversidad Biológica, la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático y la Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación, y están desarrollando planes e incentivos para garantizar la conservación y la restauración de los ecosistemas naturales.
ONU Ambiente es el organismo de implementación del proyecto y el Consorcio para el Desarrollo Sostenible de la Ecorregión Andina lo gestiona a escala internacional, binacional y nacional, en coordinación con las autoridades ambientales de cada país.
El presupuesto del GEF, en función de las actividades, es de 4.8 millones de dólares. Las contribuciones de las contrapartes en efectivo y en especie superaron los requerimientos y se estiman en16.2 millones de dólares.