La minería es una de las actividades económicas con mayor impacto en los ecosistemas y la biodiversidad. De acuerdo con un estudio realizado por la Universidad de Castilla-La Mancha, en España, la actividad minera resulta en una serie de metales pesados y contaminantes gaseosos, líquidos y sólidos que terminan tanto en el suelo como los mantos acuáticos. Entre ellos se encuentran los nitratos, fosfatos, plomo, cenizas de carbón, hidrocarburos, radionucleidos artificiales, gases derivados de la combustión de carbón, entre otros.

Una vez que el suelo o los mantos acuíferos entren en contacto con estos contaminantes, se produce lluvia ácida –lluvia cargada en ácidos sulfúricos– y alcalinidad del suelo:

Cuando el suelo contiene abundantes carbonatos tiene una alta capacidad de neutralizar estos efectos, mediante la formación de sulfato cálcico y liberación de CO2. A su vez, el CO2 liberado en el proceso puede combinarse con el agua del suelo produciendo ácido carbónico y bicarbonatos, que en todo caso son menos fuertes que los ácidos derivados del azufre. Así pues, en ausencia de agentes neutralizadores (carbonatos) la lluvia ácida acaba produciendo una acidificación del suelo, que degrada y oxida la materia orgánica que contiene, reduciendo considerablemente su productividad agronómica y forestal. Además, puede producir tanto la movilización de algunos componentes a través de la formación de sales solubles, como la inmovilización agronómica de otros, que pueden pasar a formar compuestos insolubles, no biodisponibles.

En decir que los gases contaminantes causados por la actividad minera impactan negativamente en la vegetación, suelo, aguas continentales, biodiversidad y actividad agricultora.

Tan sólo en México, áreas naturales y Áreas Naturales Protegidas se han visto recurrentemente amenazadas por concesiones de explotación minera e hidrocarburos. De acuerdo con Elisa Jeanneht Armendáriz-Villegas y Alfredo Ortega-Rubio, autores del artículo Concesiones mineras en áreas naturales protegidas de México, existen aproximadamente 30 000 concesiones mineras en el país, de las cuales casi 2 000 de ellas se encuentran en zonas cercanas a las Áreas Naturales Protegidas –alrededor de 1.5 millones de hectáreas–, y 300 proyectos mineros en el país, concentrándose principalmente en Durango, Chihuahua, Guanajuato, Saltillo, San Luis Potosí, Zatatecas, Taxco, la Cuenca del Río balsas, la Sierra de Querétaro, Oaxaca y Chiapas.