Antes considerados un problema, los vertidos líquidos urbanos se ven ahora como una opción frente a la escasez de agua
19 de enero de 2017, Berlín/Roma – Debido a la demanda creciente de alimentos y una cada vez mayor escasez de agua, ha llegado el momento de dejar de tratar las aguas residuales como un desecho y gestionarlas como un recurso que puede utilizarse para cultivar y cubrir las necesidades de la agricultura.
Las aguas residuales pueden usarse de manera segura para la producción agrícola -directamente mediante el riego o indirectamente mediante la recarga de acuíferos-, pero hacerlo requiere una gestión diligente de los riesgos sanitarios a través de un tratamiento adecuado o un uso apropiado.
Un grupo de expertos reunidos hoy en Berlín en el marco del Foro Global para la Alimentación y la Agricultura (19-21 de enero) participan en diversos debates en este foro anual sobre cómo los países abordan estos desafíos y las últimas tendencias en el uso de aguas residuales en la producción agrícola. El evento ha sido convocado por la FAO con la participación de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), la Organización Mundial de la Salud (OMS), el Banco Mundial y la Asociación de Investigación Leibniz sobre Alimentación y Nutrición.
«Aunque no disponemos de datos más detallados, podemos decir que, a nivel mundial, tan sólo una pequeña proporción de aguas residuales tratadas se utilizan para la agricultura, la mayoría de ellas aguas residuales urbanas. Pero un creciente número de países -Egipto, Jordania, México, España y Estados Unidos, por ejemplo- están explorando nuevas posibilidades, mientras se enfrentan con una creciente escasez de agua», aseguró Marlos De Souza, oficial superior de la División de Tierras y Aguas de la FAO .
«Hasta ahora, la reutilización de aguas residuales para el riego ha logrado más éxito cerca de las ciudades, donde está disponible en abundancia y normalmente de forma gratuita o a bajo coste, y donde existe un mercado de productos agrícolas, incluyendo cultivos no alimentarios. Pero esta práctica también puede darse en las zonas rurales, y en realidad muchos pequeños agricultores la emplean desde hace tiempo», señaló De Souza.
Lo importante es que las aguas residuales sean manejadas de forma adecuada y segura y de una manera apropiada para las condiciones locales, añadió.
Fuente alternativa de un recurso clave
El agua es, por supuesto, fundamental para la producción de alimentos, y la escasez cada vez mayor de este importante recurso natural -que probablemente se intensificará en un contexto de cambio climático-, tiene implicaciones muy importantes para la capacidad de la humanidad para alimentarse.
En todo el mundo, el crecimiento demográfico y la expansión económica están incrementando la presión sobre los recursos de agua dulce, con la tasa global de retirada de agua subterránea creciendo en un 1 por ciento por año desde la década de 1980. Y esa presión se agrava ahora cada vez más a causa del cambio climático.
La agricultura supone ya el 70 por ciento del consumo de agua dulce en todo el mundo, y con la demanda de alimentos que se prevé crezca al menos un 50 por ciento para 2050, las necesidades hídricas del sector agrícola están destinadas a incrementarse.
Al mismo tiempo, también aumentará el consumo de las ciudades y la industria.
Un mayor uso de fuentes alternativas y no convencionales de agua, incluyendo los efluentes urbanos y la escorrentía agrícola, puede ayudar a mitigar esta competencia, siempre que el agua sea tratada de forma adecuada.
Además de ayudar a hacer frente a la escasez de agua, las aguas residuales tienen a menudo una elevada carga de nutrientes, por lo que son un buen fertilizante. «Cuando se utilizan y manejan con seguridad para evitar riesgos para la salud y el medio ambiente, las aguas residuales pueden dejar de ser un problema y convertirse en un activo», explicó De Souza.
Gestión de riesgos
Las aguas residuales no tratadas contienen con frecuencia microbios y patógenos, contaminación química, residuos de antibióticos y otras amenazas para la salud de los agricultores, trabajadores de la cadena alimentaria y los consumidores, y plantean igualmente preocupaciones ambientales.
Existen una serie de tecnologías y estrategias que se están utilizando en todo el mundo para tratar, manejar y usar las aguas residuales en la agricultura, muchas de ellas específicas en función de la base de recursos naturales locales, y de los sistemas agrícolas y los cultivos.
En Egipto, por ejemplo, donde el suministro de agua es limitado y las aguas residuales tienden a estar altamente contaminadas, la creación de humedales está demostrando ser un enfoque prometedor y económicamente viable para su tratamiento. En Egipto, y también en Túnez, las aguas residuales están siendo ampliamente utilizadas en proyectos agroforestales, apoyando tanto la producción de madera como los esfuerzos contra la desertificación.
En la región central de México, las aguas residuales urbanas se han utilizado durante mucho tiempo para regar los cultivos. En el pasado, los procesos ecológicos ayudaban a reducir los riesgos para la salud. De forma reciente, se han impuesto restricciones de cultivos -algunos pueden cultivarse de forma segura con aguas residuales, mientras que otras no- y se han instalado sistemas para el tratamiento del agua.
En Jordania, el agua recuperada representa un notable 25 por ciento del consumo total en el país.
En los Estados Unidos, el tratamiento y la gestión de la recarga de acuíferos es una práctica común, especialmente en el Oeste.
Más allá de ayudar a abordar el problema de la escasez de agua, reducir la contaminación ambiental, y apoyar la producción de alimentos, la infraestructura y los sistemas de gestión para la recuperación, tratamiento y reutilización de aguas residuales pueden también crear empleo, concluyó De Souza.
El Foro Mundial para la Alimentación y la Agricultura, organizado por el Ministerio Federal Alemán Para la Alimentación y la Agricultura (BMEL) se convoca todos los años, reuniendo a responsables políticos de alto nivel, expertos técnicos, investigadores y agricultores para debatir cuestiones urgentes que afectan a la agricultura en todo el mundo.
El tema del Foro este año es “Agricultura y agua: claves para alimentar al mundo” .Como socio organizador, la FAO ha programado diversos eventos.