Ciudad de Panamá, 24 de enero de 2017 – Expertos internacionales y representantes de gobiernos de América Latina y el Caribe debaten en Panamá sobre cómo potenciar el papel de los bosques azules, es decir, los manglares, praderas submarinas y marismas, en la lucha contra el cambio climático. Aunque estas áreas sólo cubren 0.5% del lecho marino, se estima que capturan y retienen más de 50% de todo el carbono que se almacena en los sedimentos oceánicos (carbono azul).
La reunión, que se prolonga hasta el 26 de enero en el Wyndham Panama Albrook Hotel de Ciudad de Panamá, busca consensuar un libro blanco para la implementación de proyectos de bosques azules y carbono azul en la región.
Durante el evento, el Secretario General del Ministerio de Ambiente de Panamá, Félix Wing, señaló que es necesario “impedir la pérdida y facilitar la recuperación de estos ecosistemas, ya que entre 2 y 7% se pierde anualmente en el mundo”.
Ecosistemas como los manglares, que ocupan 15.2 millones de hectáreas, es decir, 0.4% de la superficie forestal mundial, no sólo tienen la capacidad de secuestrar carbono y proteger el suelo de la erosión y eventos naturales extremos, sino que además albergan una gran biodiversidad marina.
“En República Dominicana, 50% de la cobertura de manglares se ha reducido desde los años 80 por el desarrollo costero turístico y la agricultura”, explicó Patricia Abreu, Viceministra para la Cooperación y Asuntos Internacionales del Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales de ese país.
El Director de ONU Medio Ambiente América Latina y el Caribe, Leo Heileman, subrayó que destruir estos ecosistemas “redundará en daños económicos en el futuro, ya que se perderán recursos pesqueros vitales para el sustento de las comunidades costeras”.
El libro blanco que resulte de la reunión se centrará específicamente en las lecciones aprendidas del proyecto Bosques Azules del Fondo Mundial para el Medio Ambiente, GEF, y ONU Medio Ambiente, y la necesidad de comunicar el valor de los bosques de la región a los decisores políticos y otras contrapartes.
También incluirá la perspectiva de las comunidades y el desarrollo de una red regional con la capacidad científica existente y profesionales que desarrollen los proyectos.
“Unos humedales bien gestionados pueden suponer una de nuestras mejores pólizas de seguro contra algunos de los efectos más perjudiciales del calentamiento global”, afirmó Arturo Dominici Arosemena, Director Ejecutivo del Centro Regional RAMSAR para la Capacitación e Investigación sobre Humedales en el Hemisferio Occidental.
Los beneficios económicos, ambientales y sociales de conservar los manglares, que se estiman en cientos de miles de millones en todo el mundo, no se aprovechan en la actualidad por la falta de mecanismos de financiación del carbono, intervenciones políticas adecuadas y su rápida deforestación, según un informe de ONU Medio Ambiente.
El estudio Guiding Principles for Delivering Coastal Wetland Carbon Projects estima que el costo económico de destruir los manglares ricos en carbono es de 42 mil millones de dólares anuales. Estos bosques pantanosos están siendo eliminados entre tres y cinco veces más rápido que los bosques terrestres.
Hasta 90% de los manglares se encuentran en países en desarrollo y la mayoría está en peligro, por el desarrollo costero, el cambio climático, la tala y la agricultura. La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, UICN, estudió 70 especies de mangles, y de éstas 11 se incluyeron en 2010 en la Lista Roja de especies amenazadas. En las costas del Atlántico y Pacífico de Centroamérica hasta 40% de las especies de mangles está en riesgo.
La reunión que tiene lugar en Panamá forma parte del proyecto internacional Bosques Azules. La cita se organiza en coordinación con el Centro Regional RAMSAR.
El proyecto tiene como objetivo destacar el rol de manglares, marismas y praderas submarinas en la mitigación y adaptación al cambio climático a través de demostraciones coordinadas sobre el terreno. Con este trabajo se pretende lograr una mejor gestión del ecosistema costero mediante el aprovechamiento de los valores asociados con el carbono y los servicios de los ecosistemas. La iniciativa se desarrolla en cinco localizaciones: Ecuador, Mozambique, Madagascar, Indonesia y los Emiratos Árabes.