En su publicación Economics of Climate Change, Nicholas Stern sentenció que el impacto económico del cambio climático resulta mucho más grave del que se llegó a considerar en un principio, contando con sólo diez años para cambiar esta tendencia pesimista de forma efectiva. Sin embargo, ante la llegada del republicano estadounidense, Donald Trump, a la Casa Blanca, ha surgido una ola de incertidumbre sobre el futuro tanto de la economía mundial como del planeta mismo.
Durante su campaña, Donald Trump se burló constantemente sobre la “posible existencia del cambio climático”, despreciando los esfuerzos de la comunidad internacional para prevenir mayores consecuencias ambientales, y promoviendo inversiones en fracking, actividad petrolera o la industria minera. De modo que aquellas empresas con grandes inversionistas e ideas renovables, eficientes y movilidad eléctrica, se encuentran en angustia ante la ausencia del marco federal coherente. Por ejemplo, Trump ha declarado su interés en reducir las restricciones ecológicas en el ámbito tecnológico para invitar a las fábricas, como Ford, a invertir en EE.UU.
Los efectos sobre esta negligencia son realmente más graves: el calentamiento global terminará por “eliminar” los días de clima perfecto. De acuerdo con un estudio climatológico de la Universidad de Princeton y de la Administración Nacional Océanica y Atmosférica –NOAA, por sus siglas en inglés–, los días con clima templados y secos se reducirán a tan sólo diez días al año. Este pronóstico se estima que sea a finales del siglo, haciendo que numerosas regiones pierdan estos días para comer al aire libre con una temperatura promedio de entre 18 y 30º C, con baja humedad y poca lluvia; principalmente Río de Janeiro, Miami, gran parte de África y el norte de Australia. Por ejemplo, en Rio de Janeiro habrá un promedio de 40 días menos de temperaturas cálidas; y Miami, su único día con estas condiciones durante el verano, primavera y otoño del 2100.
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