Las primaveras que quedan por venir podrían llegar antes de lo esperado, según un estudio realizado por científicos británicos. Esta investigación analiza la relación entre la contaminación lumínica y el momento del año en el que los árboles empiezan a producir brotes. Observando cuatro especies de árboles, descubrieron que, de media, la luz artificial puede provocar que estos árboles echen brotes 7 días antes de lo previsto, en comparación con otras especies que lo hacen de forma natural.

“Son hechos correlativos, así que no podemos probar nada. Simplemente podemos mostrar que esta correlación existe”, explica Richard Ffrench-Constant, uno de los autores del estudio. Este trabajo se publicó en Proceedings of the Royal Society B.

Aun así, el estudio sugiere que la polución lumínica puede estar provocando una llegada temprana de la primavera. O, al menos, está haciendo que las plantas piensen que la primavera está ocurriendo antes de lo normal.

Un florecimiento temprano

La contaminación lumínica ocurre cuando las farolas y otras fuentes de luz artificial iluminan el cielo nocturno, provocando la alteración de los ecosistemas y ocultando las estrellas. De hecho, el 99% de los habitantes de Estados Unidos y Europa no puede ver la Vía Láctea debido a este tipo de polución.

Para saber más sobre este dato: Contaminación lumínica: el 83% de la población mundial no puede ver las estrellas

Además, la contaminación lumínica contribuye al cambio climático añadiendo un exceso de calor al aire. “La luz artificial tiene numerosos efectos”, explica Ffrench-Constant.

Su estudio demostró que los fresnos europeos tienden a echar brotes 5 días antes en áreas con mayor luminosidad en comparación con áreas más oscuras. Otros de los árboles estudiados –sicomoros europeos, hayas europeas y robles pedunculados– producen brotes aproximadamente 7 días y medio antes en condiciones de mayor claridad. El estudio también señala que las plantas de menor tamaño que crecen directamente bajo las farolas pueden verse mucho más afectadas.

Los científicos utilizaron datos recogidos por científicos ciudadanos entre 1999 y 2011. Combinaron dicha información con datos que cuantificaban la luz artificial registrada durante ese mismo periodo por el Sistema Operativo Linescan del DMSP (Defense Meteorological Satellite Program). El equipo también incluyó datos de la temperatura del aire en el Reino Unido, junto con la hipótesis de que la temperatura del aire guardaba una correlación con el momento de aparición de los brotes. Pero fueron capaces de aislar la luz como un factor contribuyente específico.

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