8 de marzo de 2017, Roma – Los responsables de los tres organismos de la ONU con sede en Roma conmemoraron hoy el Día Internacional de la Mujer reforzando su compromiso de intensificar esfuerzos para invertir en la capacidad de las mujeres rurales como agentes de cambio clave en el logro de un mundo sin hambre.
La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA) y el Programa Mundial de Alimentos (PMA) recordaron al mundo que las mujeres y las niñas desempeñan un papel crucial en el logro de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, en particular el objetivo de erradicar el hambre y la pobreza extremas.
«Las mujeres desempeñan un papel fundamental en la agricultura y los sistemas alimentarios, no sólo como campesinas, sino también como productoras, comerciantes y administradoras de los alimentos», aseguró el Director General de la FAO, José Graziano da Silva, con ocasión del Día Mundial. «Sin embargo -añadió-, las mujeres se enfrentan todavía a obstáculos importantes en los mercados laborales rurales y en las cadenas de valor agrícolas. Cuentan con más probabilidades de tener trabajos mal remunerados, sin protección legal o social. Esto limita su capacidad para desarrollar sus habilidades, obtener ingresos y acceder a oportunidades de empleo».
Graziano da Silva recordó que el futuro de la seguridad alimentaria mundial pasa por aprovechar el potencial de las mujeres. «Alcanzar la igualdad de género y empoderar a las mujeres -dijo- son ingredientes cruciales en la lucha contra la pobreza extrema, el hambre y la malnutrición, algo ampliamente reconocido en la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible».
Por su parte, el Presidente del FIDA, Kanayo F. Nwanze, aseguró que: «debemos enfrentarnos al hecho de que nunca vamos a superar la pobreza y el hambre sin empoderar a las mujeres rurales».
«Tenemos pruebas fehacientes en todo el mundo de que un mayor empoderamiento de las mujeres en las zonas rurales y urbanas conduce a un mayor crecimiento económico y una mejor calidad de vida tanto para las mujeres como para los hombres. A pesar de los avances, sigue sucediendo que la doble carga que soportan las mujeres rurales como mano de obra agrícola y con el trabajo doméstico no remunerado les impide participar plena y equitativamente en actividades generadoras de ingresos. Mejorar el acceso de las mujeres rurales a las tecnologías que ahorran tiempo y mano de obra es esencial para reducir su carga de trabajo. También es crucial transformar las relaciones de género en el seno de la familia para empoderar a las mujeres y permitirles decidir sobre sus propias vidas», explicó Nwanze.
La Directora Ejecutiva del PMA, Ertharin Cousin, señaló a su vez que: «empoderar económicamente a las mujeres es uno de los pasos clave para lograr la igualdad de género y conseguir el Hambre Cero. El mundo laboral en transformación -al cambiar los modelos de la actividad económica- nos brinda la oportunidad de alcanzar estos objetivos».
«Garantizar que las mujeres tengan un acceso adecuado a la tierra, aperos, fertilizantes y crédito mejora sus vidas y la de sus familias, liberando potencialmente a millones de personas del hambre. Sabemos también que los almuerzos escolares son un poderoso incentivo para mantener a las niñas en clase, incrementando sus posibilidades de terminar la escuela y encontrar empleo. Hacer que las mujeres aprovechen estas oportunidades transformará sus vidas y ayudará a alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible», según Cousin.
Reducir la brecha de género
En los países en desarrollo, las mujeres suponen de media el 45 por ciento de la mano de obra agrícola, desde un 20 por ciento en América Latina hasta el 60 por ciento en zonas de África y Asia. Sin embargo, realizan mucho más trabajo no remunerado que los hombres, especialmente en el cuidado de sus familias y comunidades, limitando así su capacidad para obtener ingresos y desarrollar sus habilidades.
Las normas sociales, leyes y prácticas sexistas pueden también limitar el acceso de las mujeres a activos esenciales, incluidos los recursos naturales y la educación, así como a bienes sociales, como la participación en organizaciones rurales y otros órganos de toma de decisiones. Como resultado, su capacidad de desarrollar todo su potencial e influir en la toma de decisiones en las esferas económica, social y política, por ejemplo, se ve gravemente socavada.
Entre las medidas cruciales para garantizar el empoderamiento económico de las mujeres rurales en el cambiante mundo del trabajo se incluyen mejorar su acceso a las oportunidades económicas, los recursos productivos, empleos, servicios de salud, protección social y educación. La evidencia muestra que las tasas de malnutrición disminuyen sustancialmente cuando las mujeres tienen acceso a oportunidades de educación y empleo.
Además, las políticas y programas deben abordar las disparidades de género en el liderazgo y el espíritu empresarial, así como las necesidades específicas de millones de mujeres rurales que trabajan en la economía informal, promoviendo su acceso a mercados formales y cadenas de valor, y a las tecnologías y prácticas innovadoras.