En las playas, en las rocas, flotando en el agua, en el fondo marino. Incluso en los cuerpos y estómagos de las especies marinas, grandes y pequeñas, se están llenando de bolsas, tapones, pajitas y trocitos varios de plástico de mil colores.
Para luchar contra la contaminación por plásticos tenemos que ir al origen de esta basura y para ello nos tenemos que alejar del mar y poner los pies en tierra. El 80% de la basura que llega a los océanos proviene de ahí.
Y aquí es donde vemos la locura. Miles y miles de productos, de todo tipo de formas, colores uso y contenido, y lo que es peor, de un solo uso. El plástico es uno de los máximos exponentes del negocio del “usar y tirar” que en unas décadas ha inundado nuestros espacios y nuestro día a día. De hecho, casi el 40% del plástico que se produce tanto en Europa como en España es para envases y envoltorios que tienen un solo uso.
Es el reflejo de un modelo lineal de producción: se obtienen los materiales, se fabrica un producto, se utiliza y se tira. ¿Cómo cambiar? Haciendo de la línea un círculo, lo que se llama Economía Circular. ¿Y eso que es? Es un modelo de economía y de producción en el que los productos se diseñan desde el inicio pensando en su reutilización y en que vuelvan los materiales a circular para no seguir consumiendo recursos y producir menos residuos. Y no se trata solo de cerrar el círculo, sino de hacerlo más lento (siguiendo la famosa regla de las 3R “primero reducir, luego reutilizar y por último reciclar”) y también hacerlo más limpio, evitando que las sustancias tóxicas se incorporen de forma indefinida al ciclo.
Dentro de la Unión Europea se está hablando y debatiendo sobre Economía Circular para tomar medidas y cambiar leyes que caminen (o así debería ser) en esa dirección. Hay varias directivas europeas (de residuos, de vertedero y de envases) que afectan a la producción y la gestión de los plásticos que se están revisando en estos meses, y que luego acaban traduciéndose en leyes nacionales. Es una oportunidad de oro para generar un cambio positivo que se traduzca en una sociedad y unos océanos libres de plástico. Y no es imposible. La UE ya ha sentado precedente con otras legislaciones en temas ambientales que han marcado el camino a seguir para otras regiones.
Los gobiernos europeos tienen ahora la oportunidad de tomar medidas ambiciosas que nos permitan ir transitando a una economía circular en la que el “usar y tirar” sea cosa del pasado.
Es urgente, la producción de plástico no para de crecer y ni el medio ambiente, ni los océanos lo pueden digerir.
por Elvira Jimenez Greenpeace.org