Por:Mauricio Garron, CAF
Hoy en día la mitad de electricidad que se genera en América Latina proviene de la hidroelectricidad. Y a nivel global tampoco se queda corta: ha generado más electricidad que el resto de las energías renovables juntas.
Esto son buenas noticias para los países que dependen del precio de loscommodities en el mercado internacional, ya que gracias a este tipo de energía pueden ser más autónomos en el momento de proveer el servicio energético a todos sus ciudadanos.
La hidroelectricidad también ha contribuido a que actualmente América Latina tenga la matriz energética más limpia del mundo, y se haya convertido en líder mundial en emisiones bajas en carbono.
Pero además de contribuir a la reducción de emisiones o a garantizar el acceso universal a la electricidad, la hidroenergía también está llamada a ofrecer importantes oportunidades de inversión en la región. De hecho, la Agencia Internacional de Energía calcula que para el 2035 se incorporará cerca de 277 GW de capacidad hidroeléctrica instalada (lo que supondrá más potencia eléctrica), requiriendo inversiones del orden de USD 258 mil millones.
Esto representa un reto para el sector público y una gran oportunidad para los inversores privados, que cada vez están ganando más peso en el reparto de inversiones en energías alternativas y que se han convertido en un financista indispensable del mercado eléctrico latinoamericano. En este sentido, esquemas como las asociaciones público-privadas se espera jueguen un rol importante y catalítico para el desarrollo de los futuros proyectos e inversiones.
En este escenario, América Latina cuenta con cinco de los ríos más importantes del mundo (el Amazonas, Orinoco, Río Negro, Paraná y Río Madera); tres de los lagos más grandes a nivel mundial; y Brasil tiene un quinto de los recursos hídricos del planeta y es el segundo mayor productor hidroeléctrico del mundo, por detrás de China.
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