La biotecnología moderna promete avances notables en agricultura, medicina y productos industriales. Los genomas de muchas plantas y animales están siendo mapeados y se están desarrollando técnicas para manipular material genético y fusionar células más allá de los límites normales de la procreación.

Estos avances han conducido a la aparición de una categoría de vida en el planeta completamente nueva: los organismos genéticamente modificados. Algunos de estos pueden ser beneficiosos para los humanos, pero necesitan ser monitoreados adecuadamente y probados por períodos extensos para garantizar su seguridad.

El Protocolo de Cartagena sobre Seguridad de la Biotecnología apunta a abordar estos asuntos. El Protocolo, adoptado en el año 2000 como un acuerdo suplementario al Convenio sobre la Diversidad Biológica, entró en vigor en septiembre de 2003 y busca garantizar la manipulación, el transporte y el uso seguro de los organismos modificados vivientes que pueden tener efectos adversos a la diversidad biológica y a la salud humana.

Un proyecto en el Caribe, financiado por el Fondo para el Medio Ambiente Mundial (GEF, por sus siglas en inglés) e implementado por ONU Medio Ambiente y la Universidad de Las Antillas, busca asistir a 12 países en la consecución del Protocolo. La iniciativa de 5.9 millones de dólares comenzó en noviembre de 2012 y está previsto que continúe hasta 2018.

¿Qué ha alcanzado el proyecto hasta ahora?

Una plataforma regional para la gestión del conocimiento sobre bioseguridad. Esta plataforma enlaza a las autoridades de bioseguridad de todos los países participantes, y les permite buscar asistencia técnica y apoyo. La plataforma también proporciona acceso a herramientas técnicas y lineamientos generales.

Una red regional para la detección de organismos genéticamente modificados. La Universidad de Las Antillas es la institución anfitriona y tres laboratorios regionales han sido equipados para servir a los países. También fue creada la detección básica de capacidades a nivel nacional para apoyar en el proceso.

Un Máster en Bioseguridad en la Universidad de Las Antillas ha ayudado a construir conocimiento local.
Lineamientos técnicos, entrenamiento práctico y asesoramiento de expertos. El proyecto ha otorgado capacidades a funcionarios de los Gobiernos y ha promovido las relaciones y la colaboración con expertos e instituciones internacionales.