Roma- El cambio climático supone una grave amenaza para la población rural de los países en desarrollo, lo que a menudo conduce a la migración pornecesidad. Frente a ello, las políticas que fomenten la agricultura sostenible son parte esencial de una respuesta eficaz, afirmó hoy el Director General de la FAO, JoséGraziano da Silva.

Con datosen la mano que demuestran cómo desde 2008 una persona se ha visto desplazada cada segundo por los desastres climáticos y meteorológicos -un promedio de 26 millones al año-, y sugiriendo que la tendencia se intensificará en el futuro inmediato, ya que las zonas rurales deben hacer frente a un clima cada vez más cálido y lluvias más errática, el responsable de la FAO afirmó que «lasolución a este enorme desafío» consiste en impulsar las actividades económicas a las que se dedica la gran mayoría de la población rural».

Graziano da Silva se reunió con William Lacy Swing, Director General de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), en el marco de la Conferencia de la FAO.

«Aunque son menos visibles que eventos extremos como un huracán, los cambio climáticos de evolución lenta tienden a tener un impacto mucho mayor con el tiempo», advirtió Swing, mencionando la desecacióniniciada hace más de 30 años del lago Chad, convertido hoy en un punto crítico de crisis alimetaria. «Muchos migrantes -añadió- abandonarán las zonas rurales, con un impacto potencialmente importante en la producción agrícola y los precios alimentarios». |

La FAO y la OIM, elegidas para copresidiren 2018 del Grupo Mundial sobre Migración -entidadinterinstitucional compuesta por 22 organizaciones de las Naciones Unidas- colaboran en la lucha contra las causas profundas de la migración, una cuestión cada vez más acuciante para la comunidad internacional.

Causas de la migración rural

Está previsto que las zonas rurales de los países en desarrollo, donde a menudo los hogares pobres tienen una capacidad limitada para hacer frente y gestionar los riesgos, soportenla mayor parte del impactodel alza de las temperaturas. Esta vulnerabilidad se ve agravada por años de inversiones insuficientes en las zonas rurales.

El uso de la migración como estrategia de adaptación puede ser positivo: las remesas pueden reforzar la seguridad alimentaria y la inversión productiva en los lugares de origen, pero también pueden perpetuar una mayor vulnerabilidad si no se apoyan en políticas adecuadas.

«Necesitamos integrar de forma sistemática la migración y el cambio climático en los programas nacionales de desarrollo y reducción de la pobreza, la reducción del riesgo de desastres y la planificación de crisis, y desarrollar políticas y prácticas agrícolas que refuercen la resiliencia frente a la migración forzada inducida por el clima», explicó Swing.

La FAO y la OIM pidieron un reconocimiento explícito de la migración -tanto de sus causas como de su potencial- en las políticas nacionales de cambio climático y desarrollo rural.

El papel de la agricultura

Los sectores agrícola y ganaderosoportan habitualmente más del 80 por ciento de los daños y pérdidas causados por las sequías, lo que pone de relieve cómo la agricultura es una de las principales víctimas del cambio climático. Otras consecuencias incluyen la degradación del suelo, la escasez de agua y el agotamiento de los recursos naturales.

El desarrollo agrícola y rural debe ser parte integral de las soluciones a los desafíos climáticos y meteorológicos, sobre todo debido a su vinculación con la migración por situaciones de necesidad, recordóGraziano da Silva.

Añadió que es necesario invertir en medios de vida rurales resilientes, oportunidades de empleo dignas -en especial para los jóvenes-, y planes de protección social orientados a proteger a la población de las amenazas y las crisis.

La FAO ayuda igualmente a los Estados miembros vulnerables de diversas formas, incluyendo la creación de sistemas de alerta y de medidas tempranas, la gestión de la escasez de agua y la introducción de métodos de agricultura climáticamente inteligente y a un acceso seguro a los combustibles y la energía para aliviar las tensiones entre los refugiados y sus comunidades de acogida, así como para reducir la deforestación.