LONDRES, Gran Bretaña – La mística del escenario y la tradición hacen de Wimbledon uno de los escenarios más especiales del calendario. Ganar en la Catedral del tenis eleva a otra dimensión a las raquetas que logran tocar el cielo londinense. Garbiñe Muguruza fue la última en inscribir su nombre en la nómina de campeonas en el All England Club, después de superar a Venus Williams por 7-5, 6-0. “Cuando entré en la pista pensé: ‘Qué bien que estoy aquí’. Tenía la oportunidad de hacer historia. Ha sido un día muy especial para mí”, confesó la cabeza de serie No. 14.
En 2015 ya había tenido la oportunidad de vivir una experiencia similar, pero dos años más tarde su madurez fue determinante para que lograse su segunda corona de Grand Slam. “Hoy cuando he salido a la pista, mucho más al estar cerrada, he notado ese eco de la gente con los aplausos. Me ha gustado tener esa sensación, salir a la pista, ver que estaba llena, cerrada y que tenía una buena rival…”, reveló la española minutos después de confirmar su hazaña.
Y es que la batalla por el título tuvo que disputarse con el techo de la Centre Court protegiendo la hierba de la pista principal de SW19, después de que una fina pero incesante lluvia cubriese el cielo londinense durante toda la jornada. A priori, las condiciones no modificaban sus opciones. “Lo pensé (que ella tuviese más posibilidades), porque hace menos viento y favorece a las jugadoras que tienen un buen saque y buenos golpes. Pero yo también tengo un buen saque y golpes importantes, entonces pensé que iba a ser un beneficio para las dos”.
Muguruza supo contrarrestar una primera media hora impecable de su rival, acertada con el servicio y dominando desde el fondo con sus tiros tanto desde la zona de revés como con la derecha. No obstante, la americana dispuso de dos puntos para cerrar la primera manga. “Ha tenido mucho acierto en los momentos importantes, pero he sabido saber restarle, ser agresiva y a la vez saber cuando no serlo tanto y jugar el punto, trabajar esa victoria. Ha sido una combinación de ser agresiva y saber jugar los momentos importantes”, resumió como claves para darle la vuelta al partido.
A sus 23 años, la española forma parte de las jugadoras llamadas a entrar en la pelea abierta por el No. 1, donde están inmersas otros nombres que no superan los 25 años como Karolina Pliskova, Simona Halep o Elina Svitolina. “Creo que estoy ahí arriba, hay varias jugadoras que estamos parecidas. Hay mucho ajetreo en la parte alta. Independientemente del ranking, desde luego me veo como una amenaza para cualquier jugadora”, indicó.
Ahora vuelve a pasear su condición de campeona de Grand Slam, con una lectura diferente un año después de hacerlo en Roland Garros 2016. “No es fácil, después de ganar un Grand Slam, de repente ir a jugar torneos y sentir que tienes que jugar igual de bien. Ese fue un error. Pensé que iba a jugar así todo el año. Es muy difícil encontrarte jugando bien, con confianza y sentirte fuerte todo el año. Voy a intentar estar calmada y no esperar que voy a jugar así para no frustrarme”.
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