COOPERSTOWN, Nueva York — Iván Rodríguez fijó la mirada a donde estaban sus padres, José y Eva, secándose las lágrimas en su exaltación al Salón de la Fama del béisbol.
«A mi padre, José, mi primer profesor de béisbol, mi mejor amigo… Tú fuiste el que me aconsejaste para cambiar de ser lanzador a ser receptor. Si estoy aquí, mirándote a los ojos como un salón de la fama, tu eres salón de la fama», dijo el astro puertorriqueño.
Dirigiéndose a su madre, Rodríguez añadió: «Mami, misión cumplida, lo logramos. Lo hiciste, tienes un hijo de 45 años aquí en Cooperstown, recibiendo una placa como uno de los mejores jugadores del béisbol…. «Si mi papá es ‘hall of famer’, tú eres ‘hall of famer’ doble».
Esas conmovedoras palabras sobresalieron en el discurso pronunciado por Rodríguez el domingo al quedar entronizado como nuevo miembro en el templo de los inmortales del deporte.
Durante la ceremonia, en un día de clima perfecto ante 27.000 fanáticos, ingresaron también al Salón de la Fama como nuevos miembros los expeloteros Tim Raines y Jeff Bagwell, así como el excomisionado Bud Selig y el ejecutivo retirado John Schuerholtz.
El cátcher de Manatí, quien tiene actualmente 45 años, ostenta los récords de más juegos de las mayores en su posición (2.427) y más outs por parte de un receptor (12.376). Bateó 311 jonrones y ostentó un promedio de .296 en su carrera.
Asimismo, es apenas el segundo cátcher consagrado en Cooperstown en la primera ocasión en que su nombre apareció en las papeletas de la Asociación de Cronistas de Béisbol de Norteamérica (BBWAA). Obtuvo el 76% de los votos.
Así, se unió el ídolo de su niñez, Johnny Bench, el exastro de los Rojos de Cincinnati.
No dejó de instar a que los jóvenes persigan sus ambiciones: «Un chico bajito de Puerto Rico, con un gran sueño. Nunca permitan que les quiten sus sueños».
En 21 temporadas, principalmente con los Rangers de Texas, Rodríguez fue elegido 14 veces al juego de Estrellas. Ganó 13 veces el Guante de Oro, otro récord, y se apoderó en siete ocasiones del Bate de Plata.
Raines fue ovacionado por fanáticos que vinieron desde Canadá. Le dio las gracias a sus padres, sentados en primera fila, y luego mencionó a Andre Dawson, miembro de Cooperstown y su compañero con los Expos de Montreal cuando debutó en las mayores a inicios de la década de los 80.
«Sin Andre Dawson, no estaría aquí», dijo Raines, quien batalló con una adicción a la cocaína al comenzar su carrera. «Quería ser igual que tú, él aceptó y seguí sus pasos. Muchas gracias por hacerme la clase de jugador que me convertí.
Raines, de 57 años, fue un artillero ambidiestro que registró un promedio al bate de .294 y un porcentaje de embasado de .385 en una carrera de 23 años. También acumuló 2.605 hits, 1.571 carreras anotadas y 808 bases robadas. Esa cantidad de robos es el quinto más alto en la historia.
Bagwell, quien cumplió la totalidad de su carrera de 15 años en Houston, recibió un interminable aplauso por parte de los fanáticos de los Astros que hicieron la travesía al norte del estado de Nueva York.
«Ustedes saben que no me gusta la atención», dijo Bagwell, de 48 años. Fue parte del trío conocido como las «Killer B’s» (‘Las Abejas Asesinas’) de los Astros, junto a Craig Biggio –integrante del Salón de la Fama– y Lance Berkman. Se encargaron de revolucionar a los Astros de ser un equipo colista a la Serie Mundial en 2005, el primer equipo de Texas en lograrlo.
Elegido en su séptimo año de elegibilidad, Bagwell es el único primera base en la historia con 400 jonrones y 200 bases robadas. «Robar bases era lo que más gozaba. Para ser alguien que no era muy veloz, era algo que realmente valoraba».
Para Selig, quien celebraba 83 años, fue un giro de funciones. Durante más de dos décadas fue el encargado de entregar las placas del Salón de la Fama en el día de las exaltaciones.
«Es una sensación abrumadora, tremenda», dijo Selig en su discurso. «Es el máximo honor».
Selig dejó una enorme impronta a lo largo de más de 22 años como el líder del béisbol. Fue el cerebro de los juegos interligas, la expansión de la postemporada, dividir cada liga en tres divisiones con comodines, la aprobación de las repeticiones de video y la repartición de ingresos en una era en la que se construyeron 20 nuevos estadios de béisbol.
Pero su mandato también incluyó la Era de los Esteroides y la cancelación de la Serie Mundial de 1994 en medio de una huelga de peloteros, pero dejó el deporte en una magnífica condición económica, sin conflictos labores y un estricto régimen de controles para detectar el uso de drogas.
En 26 años como gerente general de los Reales de Kansas City y los Bravos de Atlanta, Schuerholz brilló como pocos. Sus equipos ganaron 16 títulos de división, seis banderines y dos Series Mundiales, uno en cada liga, algo sin precedentes.