Toneladas de plástico afectan los medios de vida de los pescadores y las empresas turísticas en ciudades emblemáticas como Cartagena, en la costa caribeña de Colombia.
Para hacer frente a este desafío, Colombia ha estado promoviendo opciones ecológicas para sustituir los plásticos de un solo uso. A partir del 1 de enero de 2017, el Gobierno prohibió las bolsas plásticas desechables de menos de 30 x 30 cm y ordenó aumentar la capacidad de carga de las que se produjeran en el futuro. Esta acción por sí sola resultó en una reducción de 27% en el consumo de bolsas plásticas durante 2017.
El Gobierno dio un paso más y en julio de este año introdujo un impuesto a las bolsas de plástico desechables, con el objetivo de alentar a los consumidores a usar bolsas reutilizables. Esta medida ayudará a reducir la basura marina, que está compuesta sobre todo de plásticos y supone una de las mayores amenazas para la vida marina.
A la velocidad en la que descartamos artículos como botellas de plástico, bolsas de un solo uso o sorbetes, en 2050 nuestros océanos tendrán más plástico que peces. Por eso, a partir del 1 de julio de 2017, los colombianos están pagando un centavo de dólar (20 pesos colombianos) por cada bolsa de de plástico que soliciten en los comercios al momento de hacer sus compras. Para disuadir a los consumidores, el Gobierno aumentará anualmente el impuesto en un 50 por ciento.
En años recientes, redes de voluntarios y organizaciones ambientalistas de Cartagena han enfrentado la marea plástica con frecuentes limpiezas de playas y talleres comunitarios para inculcar un consumo responsable, así como la reutilización y el reciclaje.
Nada más en las aguas de la comunidad de Tierrabomba, ubicada en una isla cercana a Cartagena, la Fundación Bahía y sus aliados recogieron 96 toneladas de desechos, mayormente plásticos, durante 2015. Esta es una carga insoportable para un pueblo humilde que carece de servicios públicos, indicó Olga Méndez, líder ambiental de la fundación.
De acuerdo a cifras oficiales y la organización WWF, un colombiano usa al año 288 bolsas plásticas. Una reducción de 75% en el consumo de este artículo generaría beneficios sociales, ambientales y económicos valorados en 825 millones de dólares, de acuerdo con el Gobierno.
Los activistas ambientales de Cartagena aspiran a que la medida ayude a transformar los patrones de uso de plástico en el país, con efectos positivos en la calidad de agua del Caribe, el segundo mar más contaminado del mundo, después del Mediterráneo.
“Colombia necesitaba arrancar y este es un gran paso para lograr una economía que no sea dependiente del plástico”, dijo Camilo Mercado, coordinador de la red de voluntarios Jóvenes de Ambiente en Cartagena.
Mercado, estudiante de Economía, pide que a la par del gravamen se difunda información en todo el país sobre el dañino impacto de la basura en los océanos para que las personas entiendan la finalidad del impuesto y no se acostumbren a simplemente pagarlo, sin reducir su consumo.
“Este impuesto apunta a una sostenibilidad ambiental que dependerá de la conciencia de cada uno de los colombianos”, dijo recientemente el Ministro de Ambiente y Desarrollo Sostenible de Colombia, Luis Gilberto Murillo.
“Hemos visto en el último año un cambio en el hábito de consumo que sin duda tiene un impacto muy positivo a la hora de disminuir los efectos ambientales de residuos como el plástico”, añadió el Ministro Murillo.
Colombia es uno de los cinco países con mayor diversidad marina a nivel global. Sus costas se extienden por 2.900 kilómetros y su mar territorial alcanza casi el millón de kilómetros cuadrados, en el Caribe y el Pacífico. En sus aguas habitan 2600 especies marinas, 155 corales duros y 6 de las 7 especies de tortugas que hay en el mundo.
El país andino forma parte de la campaña Mares Limpios de ONU Medio Ambiente, que busca reducir drásticamente la producción de microplásticos y plásticos de un solo uso para 2022.
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