Ciudadanos en pleno siglo XXI sin acceso al agua potable. El fenómeno de los «sin agua» se manifiesta con crudeza en poblaciones del norte y sur de Marruecos, un motivo más de descontento social.
Para reflejar su magnitud, los periódicos marroquíes han bautizado la ola de manifestaciones como el “movimiento de la sed”, con ejemplos desde la ciudad norteña de Chauen hasta Zagora, en el sur, aunque el Gobierno marroquí cree que hay una cierta exageración de los medios de comunicación.
Según indican los lemas de las manifestaciones, no se trata solo de una crisis de un recurso vital en la vida cotidiana de los marroquíes, sino de una violación de la Constitución, que garantiza el derecho al agua de todos los ciudadanos.
La polémica, que estalló en la calle y los medios de comunicación, no tardó mucho en llegar al Parlamento y otras instituciones oficiales del Estado.
Por ejemplo, la ciudad de Zagora, con una población de 300.000 habitantes, sufre desde hace meses escasez y cortes de agua debido, según los diputados locales, a la explotación masiva del sector agrícola de las dos únicas bolsas de agua que existen en esta zona lindante con el desierto.
En una intervención en el Parlamento, el diputado del islamista Partido gubernamental Justicia y Desarrollo (PJD) Lahsen Waari aseguró que tampoco los pueblos cercanos a Zagora tienen agua y que las autoridades destinan dos cisternas cada semana para abastecer a trece poblaciones en la región.
El mismo problema se da en varias ciudades del norte y el centro del país como Taunat, Chauen, Uezán y Sidi Sliman, con manifestaciones y marchas de protesta de los ciudadanos para defender su derecho al agua potable.
El movimiento de la sed
En algunas de esas ciudades ha resurgido un fenómeno olvidado: comerciantes ambulantes que venden agua potable en barrios que carecen de ella, como en Sidi Sliman, a solo 110 kilómetros al noreste de Rabat, donde cinco litros cuestan un dirham marroquí (un 0,1 euros).
Pero la secretaria marroquí de Estado encargada de agua, Charafat Afilal, dijo a Efe que no es cierto todo lo que se publica en la prensa y señaló que los episodios de escasez tienen varias causas.
Por ejemplo, en algunos casos la población no paga los elevados costes para vincular sus casas con la red de agua potable, y por esa razón tardan en llegar hasta allí las tuberías, lo que ha originado protestas en barrios de chabolas.
En otras zonas rurales -recordó Afilal- el problema está relacionado con el retraso de los proyectos de suministro y la disminución de las reservas debido al aumento de la demanda y la escasez de lluvias.
“Otro problema es que a veces baja la presión en la red. Cuando el consumo es excesivo esa presión baja, lo que impide que el agua llegue hasta los barrios altos, y ante esa situación las autoridades se ven obligadas a cortar el agua a un barrio, por ejemplo, para que haya una distribución equilibrada”, explicó.
En Beni Melal, en el centro del país, la tensión por la falta de agua derivó en enfrentamientos entre los manifestantes y los antidisturbios, en los que 35 agentes resultaron heridos.
Además de la política de construcción de pantanos ejercida a partir de los años 30, Marruecos empezó a buscar otras vías para el suministro de agua, como la próxima construcción de una planta de desalado en Agadir.
Dicha planta, que será construida por la compañía española Abengoa, será una de las mayores del mundo de desalación mixta (para agua potable y de riego).
Comenzará a construirse en septiembre y estará lista en tres años, momento en que podrá proveer 150.000 metros cúbicos diarios de agua potable y 100.000 en agua de riego. EFE