23 de agosto de 2017, Roma – Dos tercios del pescado capturado que consume la humanidad han sido obtenidos por pescadores en pequeña escala, muchos de los cuales utilizan canoas talladas en troncos o redes de cerco de playa fijas, como las redes rampani que salpican la costa oriental de la India.

Lejos de ser reliquias de épocas pasadas, las tecnologías y prácticas pesqueras en pequeña escala suelen estar bien adaptadas a los contextos ecológicos y sociales en los que se utilizan. Sin embargo, los pequeños pescadores se enfrentan a menudo con marcos regulatorios que tienden a ignorarlos o están diseñados para las necesidades de las grandes flotas comerciales, según advierte un nuevo libro publicado por la FAO.

Las directrices para la pesca en pequeña escala: Implementación mundial ofrece más de 30 estudios de caso que abarcan desde Groenlandia hasta Zanzíbar, abordando diversos temas, entre ellos las cuestiones de género y el uso sostenible de los recursos.

La publicación sirve de análisis inicial sobre los progresos en la implementación de las Directrices voluntarias para garantizar la pesca sostenible en pequeña escala en el contexto de la seguridad alimentaria y la erradicación de la pobreza, aprobadas en 2014 con el objetivo de impulsar los medios de subsistencia de los 100 millones de personas que trabajan en el sector y aumentar su contribución a la seguridad alimentaria y la nutrición a nivel mundial.

«Ha llegado el momento de que los responsables de las políticas tomen medidas concretas -que incluyan legislación, desarrollo de capacidad técnica y especialmente el compromiso con las propias comunidades pesqueras- para asegurarse que las directrices se implementan», señaló Nicole Franz, experta de la FAO sobre pesca en pequeña escala sostenible.

La coherencia normativa -que se busca mediante la colaboración interministerial en materia de comercio, medio ambiente, turismo y cuestiones de desarrollo social y económico- debe ser la piedra angular para proteger los derechos y los medios de vida de las personas a menudo pobres y marginadas involucradas en la pesca a pequeña escala, según Franz.

«Va a ser un camino largo y difícil -añadió-, pero ya hay muchos pasos iniciales, así que sí, podemos lograrlo».

Derechos de tenencia

Una cuestión clave para la pesca artesanal son los derechos de tenencia, sobre los que las directrices insisten deben diseñarse desde una perspectiva amplia de los derechos humanos que tenga en cuenta las complejidades locales de la pesca en pequeña escala.

Por ejemplo, en las Islas Salomón, las reglas de tenencia se basan en normas consuetudinarias, que limitan el derecho a pescar sólo a los lugareños y establecen de forma estricta cómo deben hacerlo, exigiendo incluso que las capturas no se vendan, sino que se usen solamente para el consumo doméstico, trueque o ceremonias. Estas costumbres pueden poner a los pescadores que no sean indígenas en desventaja.

Protección del medio ambiente

Un desafío emergente es cómo asegurar el acceso permanente de los pescadores en pequeña escala a las áreas marinas protegidas, donde en algunos casos se prohíbe cualquier tipo de pesca. Es necesario examinar con gran cuidado los compromisos entre la conservación de los recursos marinos por un lado, y por el otro la protección de los medios de subsistencia y la seguridad alimentaria de las comunidades vulnerables.

Costa Rica, país líder en crear zonas de protección de la biodiversidad, está implementando con ayuda de la FAO las Directrices para la pesca artesanal, usando un enfoque novedoso que involucra activamente a los pequeños pescadores -muchos de los cuales son migrantes recientes y pobres que provienen de zonas rurales- como interlocutores en el diálogo al intentar que puedan utilizar más recursos marinos de manera sostenible.