Este año, por primera vez en la historia, una de las tribus maoríes locales en la Isla Norte de Nueva Zelanda ganó una batalla de 140 años por el reconocimiento de un río como su antepasado. La nueva ley dicta que si el río Whanganui –el tercero más grande del país- es perjudicado de alguna manera, por ejemplo, a causa de la degradación de sus aguas, se considerará el daño infligido al río de igual forma como si este fuera una persona.

«Podemos rastrear nuestra genealogía a los orígenes del universo», dijo Gerrard Albert, un líder tribal Whanganui. «Y por lo tanto, en lugar de nosotros ser maestros del mundo natural, somos parte de él. Queremos que esa forma de vida sea nuestro punto de partida”.

«Esto no representa un uso anti-desarrollo o anti-económico del río, sino una visión de que éste es un ser vivo, para luego considerar su futuro a partir de esa creencia central”.

En la creencia maorí, conocida como Maoridom, se considera que los seres humanos son iguales a la tierra, al mar y a los ríos. La idea se refleja en la palabra ‘kaitiakitanga’, que significa resguardar y proteger el medio ambiente con el fin de respetar a los antepasados ​​y asegurar la conservación del entorno para las futuras generaciones.

La íntima relación que los maoríes tienen con el mundo natural es compartida por muchos otros pueblos indígenas de todo el planeta. El rol que desempeñan los pueblos indígenas como custodios del medio ambiente amerita el reconocimiento de sus derechos sobre las tierras ancestrales y sus recursos naturales.

«La experiencia que tienen los pueblos indígenas en mantener el equilibrio de los recursos naturales está siendo valorada finalmente», dijo el Director Ejecutivo de ONU Medio Ambiente, Erik Solheim. «Este conocimiento sobre la naturaleza es tan vital como la ciencia si queremos alcanzar una acción significativa en todo el mundo para proteger el medio ambiente».

Los 370 millones de indígenas del mundo representan sólo 5% de la población total, pero ocupan oficialmente 18% de la tierra y reclaman mucho más. Se sitúan a lo largo de 70 países desde el Ártico hasta el Pacífico Sur, muchos de los cuales incluyen puntos con la mayor biodiversidad del planeta.

Un informe del Instituto de Recursos Mundiales pasado indicó el año que promover los derechos a la tierra de los pueblos indígenas y otras comunidades locales en la región amazónica, tiene un beneficio de bajo costo útil para contrarrestar la deforestación global y el cambio climático.

Las tasas de deforestación dentro de los bosques autóctonos indígenas en Bolivia, Brasil y Colombia fueron de 2 a 3 veces más bajas que en otras zonas de estos países entre 2000 y 2012. Sin embargo, los pueblos indígenas y las comunidades en todo el mundo han podido asegurar sólo la posesión de una fracción de sus tierras, según el informe.

Los derechos de los pueblos indígenas están ahora consagrados en documentos como la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas, el cual cumplirá 10 años el 13 de septiembre. Este escrito es utilizado en las políticas de los gobiernos y las estrategias de las organizaciones conservacionistas.

La Declaración es el instrumento internacional más completo sobre los derechos de los pueblos indígenas. Incorpora un consenso mundial sobre sus derechos y establece normas mínimas universales para asegurar su supervivencia, dignidad y bien estar. En él se explican las normas vigentes en materia de derechos humanos y las libertades fundamentales que se aplican a la situación específica de los pueblos indígenas.

Durante la última década, la aplicación de la Declaración ha logrado algunos éxitos importantes a nivel nacional, regional e internacional. Pero a pesar de estos logros, sigue existiendo una brecha entre el reconocimiento formal de los pueblos indígenas y la implementación de políticas.

«Hemos estado aquí desde siempre y conocemos el ciclo natural de las cosas», dijo la líder maorí Catherine Davis. «Sabemos cuándo hay un traspiés y una falla. Sabemos cuándo la sostenibilidad a nuestro alrededor se ve amenazada. Así que tenemos que ser escuchados con más atención».