Científicos de la Penn State University (Estados Unidos) han descubierto que el consumo habitual de brócoli, u otras verduras como el repollo o las coles de Bruselas, puede ser beneficioso para evitar problemas intestinales, según los resultados de un estudio en ratones cuyos resultados publica en la revista ‘Journal of Functional Foods’.

«Hay muchas razones por las que queremos ayudar a la salud gastrointestinal, tanto para quienes ya tienen problemas como para evitar otras patologías también relacionadas con la inflamación intestinal, como la artritis o las enfermedades cardiovasculares», ha señalado Gary Perdew, principal autor del estudio.

Cuando la función de la pared intestinal está sana el órgano está protegido de toxinas y otros microorganismos que puedan ser perjudiciales, al tiempo que permite a los nutrientes continuar su recorrido.

Y, según Perdew, la clave del proceso puede ser un receptor en el intestino llamado receptor de hidrocarburo Aryl o AHR, que ayuda al cuerpo a regular su reacción a ciertos contaminantes ambientales, así como a desencadenar otras respuestas a la exposición a toxinas.

En su investigación, Perdew y su equipo observaron que algunas verduras como el brócoli, las coles de Bruselas o el repollo contienen un compuesto químico orgánico llamado indol glucosinolato, que se descompone en otros compuestos entre los que se encuentra el indolocarbazol (ICZ) en el estómago.

Cuando el ICZ se une y activa el receptor de hidrocarburo Aryl (AHR) en el revestimiento intestinal, ayuda a mantener un equilibrio saludable en la flora intestinal y la vigilancia inmunológica, y mejora la función de barrera ante los organismos huéspedes, según los investigadores.

Y esto puede ayudar a prevenir determinadas patologías como algunos tumores o enfermedad de Crohn, causada por la inflamación en el revestimiento del intestino.

LO ACTIVA LOCALMENTE, Y DE FORMA NATURAL

Según Perdew, la hiperactivación de la AHR puede causar toxicidad, pero el uso de brócoli para activar el receptor localmente –en el intestino– en lugar de sistemáticamente podría ayudar a evitar algunos de estos problemas.

«La dioxina, por ejemplo, activa este receptor, y si lo hiperactiva con dioxina, causará toxicidad. Pero lo interesante es que activándolo localmente y de forma natural no causa una activación sistémica», ha explicado.

Los investigadores usaron dos líneas genéticas de ratones en el estudio para centrarse en la AHR. Una línea tenía una baja capacidad para unir ICZ a la AHR, mientras que la otra línea tenía una alta capacidad.

Añadieron un 15 por ciento de brócoli a las dietas de ambos grupos de ratones. Y después de añadir una sustancia que causa problemas digestivos, los investigadores dijeron que los ratones con una mayor capacidad para unir ambos compuestos estaban protegidos contra un producto químico que indujo problemas digestivos.

La cantidad utilizada en el estudio equivaldría a 3,5 tazas de brócoli al día, según Perdew. «Ahora parece mucho, pero en realidad no es una gran cantidad si se tiene en cuenta que otras verduras pueden jugar el mismo efecto», ha apuntado.

Fuente: Agricultura ecológica

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