Estamos en una crisis no solo económica y financiera, sino también social y de pensamiento, porque hemos quedado estancados en las ideologías del siglo XX. (…) Los intelectuales de todo el mundo deben abordar la realidad y poner en marcha un nuevo pensamiento, un nuevo renacimiento, nos dice Gao Xingjian.
Cuesta entender cómo un Nobel de literatura, creador de novelas capitales como El libro de un hombre solo, encuentra además tiempo para la pintura, la dramaturgia, la crítica, y por si esto fuera poco, ahora también la dirección de cine.
Gao Xingjian es uno de esos artistas universales y polifacéticos, en los que la energía creativa rebosa de tal modo que cualquier medio es aceptable para dar rienda suelta a su incontenible necesidad expresiva. Basta contemplar algunos de sus trabajos a tinta china para entender que nos encontramos frente a una sensibilidad excepcional, un auténtico hombre del Renacimiento.
Y precisamente de renacimiento es de lo que este septuagenario con aspecto de monje zen habló en el VII Festival Internacional de Las Letras de Gutunzuria (Bilbao, España).
Xingjian alza la voz llamando a intelectuales para que estos no olviden su función: el intelectual debe corresponder con su realidad, hacer frente desde su ámbito, que es del pensamiento, a una crisis mundial que muestra visos de empeoramiento. Sin embargo, esto no significa para Xingjian que el artista en particular deba convertir su obra en una reflexión política o una forma de activismo o juicio moral sobre el presente:
[…] tenemos una gran riqueza de pensamiento humanista, pero frente a todo esto, ¿qué puede hacer un pobre individuo frágil frente a la sociedad, a la política, a la sociedad de consumo; frente a la degradación de la naturaleza y la condición que nos rodea? La gran pregunta es cuál es el auténtico valor del individuo y qué puede hacer.
Y es entonces cuando su pasado aflora en el discurso. La “Campaña contra la Contaminación Intelectual” de 1980 causó no pocos problemas al escritor, que fue constantemente sometido a la censura por el régimen chino, por lo que emigró a Francia para quedarse definitivamente. Aunque sin tristeza ni nostalgia, Xingjian arremete contra la herencia de aquellos tiempos pretéritos:
hablo de la necesidad de un pensamiento que supere esa fragilidad del mundo. Hay que acabar con ideologías como el marxismo que dio lugar al comunismo y a dos revoluciones: la rusa, que desencadenó las ideas de Lenin, y la dictadura china con Mao Tse Tung que propició guerras y una dictadura nunca vista. En el siglo XX, también, surgió la ideología del nacionalismo que causó grandes problemas que llegaron al fascismo y causaron las dos guerras…
Tampoco el capitalismo se libra de su aguda crítica:
[…] el liberalismo también nos ha llevado a la situación actual, donde la ley de mercado lo invade todo, incluso la literatura. Y tanto ella como el arte se han convertido en productos de consumo, y asistimos a esta proliferación de best-sellers. Ya no es una literatura de pensamiento, es un producto de consumo al dictado de la moda.
Xingjian demuestra una profunda fe en la capacidad de la cultura para absorber la fatalidad de los tiempos. Su propuesta de cambio es global, debe estar alejada de las nacionalidades porque los problemas a los que nos enfrentamos son universales. Debe darse un renacimiento que supere las viejas ideologías y sirva de sustrato cultural a la génesis de una nueva sociedad global, dando fundamento a valores de nuevo cuño y formas originales de encarar el presente.
[…] este nuevo renacimiento tiene que ser el punto de partida: en Italia ya hubo uno y otro en Francia con la Ilustración, que luego se extendieron por el mundo. El renacimiento actual no tiene que nacer en un país. Al ser problemas universales tiene que ser global. Los intelectuales del mundo tienen que enfrentarse a la realidad.
La voz de Xingjian se eleva preocupada y comprometida. El mismo hombre que afirma que el único compromiso del artista es para con su arte, asume los dolores del mundo e invita a la intelectualidad mundial a solidarizarse. Quizás porque en su inmensa sabiduría sabe que no hay contradicción entre ambas posiciones. La sensibilidad del Nobel chino, capaz de alumbrar una obra maestra como La Montaña del Alma o de soñar delicados paisajes de tinta china, es la misma que participa de los problemas de la actualidad. Su compromiso no sabe de consignas, su corazón ha olvidado las banderas, Gao Xingjian es en un hombre en el mundo, un artista en la realidad.
No es una lucha, es más bien el camino de una afirmación individual: ‘Yo siento y vivo a través de la literatura.’
*Imágenes: Gao Xingjian
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