Es bien sabido que los bosques, especialmente los tropicales, son aliados fundamentales en nuestra lucha contra el cambio climático, ya que absorben las emisiones de los gases de efecto invernadero. ¿Pero sabía usted que los océanos son la principal barrera del planeta contra el cambio climático? De hecho, cerca del 25% de los gases de efecto invernadero que emitimos son absorbidos por los océanos, lo mismo que más del 90% del calor adicional generado por el cambio climático provocado por el hombre.
Sin embargo, los océanos son también uno de los ecosistemas más afectados por el cambio climático. Las actividades humanas están provocando su acidificación y el aumento de la temperatura de sus aguas, alterando la vida vegetal y animal que albergan.
Los arrecifes de coral y las zonas costeras de las regiones tropicales, incluyendo los manglares y las marismas, están en peligro. Estos ecosistemas almacenan gran parte del carbono que posteriormente permanece en los océanos durante siglos, y son, por tanto, uno de nuestros “aliados” contra el cambio climático. Sin embargo, desde la década de 1940 se han perdido más del 30% de los manglares, casi un 25% de las marismas, y más del 30% de las praderas submarinas. Justo cuando más necesitamos de estos ecosistemas marinos.
Enumeramos a continuación 5 maneras en que los océanos ayudan a combatir el cambio climático y sus efectos:
1. Captando carbono: Los manglares, arrecifes de coral, marismas y praderas submarinas constituyen únicamente el 1% de los fondos marinos, pero contienen entre el 50 y el 70% del carbono almacenado en los océanos. Al igual que los bosques, los ecosistemas marinos capturan los gases de efecto invernadero de la atmósfera, en ocasiones durante milenios. Es por ello por lo que se les conoce como “sumideros de carbono azul”.
2. Reduciendo la erosión costera: Con el paso del tiempo, las olas arrastran los sedimentos de la orilla. Cuando esto ocurre de manera más rápida o enérgica, debido por ejemplo a grandes tormentas, puede producir graves daños en las viviendas y las infraestructuras costeras. Las praderas submarinas pueden asemejarse a nuestros pastos en tierra firme, pero en realidad son plantas con flores que viven en ambientes salados del fondo marino y ayudan a mantener los sedimentos en su lugar. Las marismas, los manglares y los arrecifes de coral también ayudan a reducir la erosión y proteger las costas.
3. Protegiendo la vida marina y la biodiversidad: Los arrecifes de coral ocupan menos del 0,1 % de la superficie de los océanos del mundo, pero albergan al menos el 25% de toda la biodiversidad marina. Los arrecifes de coral -a menudo una popular atracción turística-, son el arma secreta de los océanos más conocida. Atraen al turismo que es testigo de la riqueza de la vida marina que albergan. Sin embargo, los arrecifes son ecosistemas delicados que cada vez se ven más afectados por la actividad humana. El turismo irresponsable, la contaminación del agua, la sobrepesca, el aumento de la temperatura y la acidez están dañando estos ecosistemas, en ocasiones de manera irreversible.
4. Formando barreras frente a las tormentas: Los manglares, los arbustos halófilos o los árboles pequeños que crecen en el agua salada de las zonas costeras, crean una barrera frente a las olas destructivas y mantienen los sedimentos en su lugar a través de sus sistemas de raíces submarinas. Esto protege a las comunidades costeras en épocas de ciclones u otras tormentas tropicales. De hecho, los científicos han concluido que los manglares podrían haber reducido los daños causados por el ciclón Nargis en Myanmar en 2008, ya que en algunas zonas de la costa se había perdido hasta un 50% de los mismos.
5. Frenando las olas destructivas: Las marismas son humedales costeros que se inundan y vacían con agua salada de las mareas. Se sabe que las marismas protegen a la costa de la erosión del suelo. Sin embargo, también constituyen una defensa eficaz frente a oleajes de tormenta y olas devastadoras. Las marismas pueden reducir el tamaño de las olas hasta en un 20%. A medida que las olas atraviesan las marismas y sus alrededores, la vegetación reduce la fuerza del agua y amortigua los efectos de estas olas en las comunidades costeras. Consideradas en su día tierras baldías, las marismas pueden competir en productividad biológica con las selvas tropicales, ya que son vivero y refugio de una amplia variedad de vida marina.