Por Pierre-Yves Cousteau

Cuando era niño, mi padre, el explorador y oceanógrafo Capitán Cousteau, a veces me regañaba por mi comportamiento o por acciones que tenían un resultado desafortunado. «¡No quise hacerlo!», decía en mi defensa. Y su respuesta fue siempre la misma: «podrías haber querido no hacerlo».

Hace más de 3,8 mil millones de años, los organismos marinos microscópicos eran la fuente de una nueva molécula en nuestro planeta, un producto de desecho de su metabolismo, rechazado en el agua y el aire: el oxígeno. Burbuja por burbuja, estos pequeños colonos oxidaron no solo la totalidad de la corteza terrestre, sino también todos los océanos. El oxígeno, altamente tóxico para todos los demás microorganismos que hasta entonces habían sido dueños del planeta, se convirtió en una capa en contacto con los rayos ionizantes en la atmósfera superior. Hoy, la capa de ozono todavía protege a la vida en la Tierra de la radiación solar dañina.

Nuestra política y nuestros valores se han arrodillado ante el algoritmo económico que nos gobierna a todos.

El término «polución» proviene del verbo latino «polluere», que significa deshonrar o profanar. Desde la antigüedad, los seres humanos han estado contaminando y profanando tanto a la naturaleza como a la humanidad, y últimamente hemos comenzado a llamar a esta práctica «externalidades». La producción de bienes y servicios -desde las forjas de cobre en el imperio romano hasta las bolsas de plástico en la actualidad- implica la liberación al medio ambiente de moléculas dañinas para la vida.

En el centro del problema global de la contaminación, que contribuye a la destrucción de la vida en la Tierra, está el concepto de intención. Si alguien comenzara a destrozar todo a su alrededor, esa persona sería encerrada inmediatamente. Sin embargo, cuando hay beneficios económicos involucrados, esa misma persona o entidad puede ser alentada e incluso subsidiada. Tan pronto como el dinero entra en la ecuación, la destrucción pasa a ser permitida. El ambiente y la vida humana no son nada en comparación con el falso dios de las ganancias. Para los barones del petróleo, los derrames de petróleo y el cambio climático son riesgos aceptables.

En la actualidad, más de un tercio de los pescados y mariscos contiene plástico, mientras que 80% del agua corriente del mundo contiene partículas microscópicas de plástico. El dióxido de carbono que los seres humanos ya han emitido hará que los niveles del mar aumenten 12 metros. El efluente tóxico viaja desde los ríos hacia los mares, y sus suelos ya están siendo arrasados implacablemente por la actividad industrial.

 

Una economía circular imita los procesos naturales de los que nos hemos alienado.

Pero siempre es involuntario. No queremos matar al oso polar. ¡No lo hacemos a propósito! Pero podríamos decidir no hacerlo.

Una economía circular imita los procesos naturales de los que nos hemos alienado, lo que implica cero desperdicio. Que cada producto, cada actividad, alimente otros procesos de valorización. Nos hemos convertido en los amos de este planeta acabando con los ciclos naturales de la Tierra. Pero para sobrevivir, tendremos que aprender a integrar esos ciclos en nuestro sistema económico.

Nuestra política y nuestros valores se han arrodillado ante el algoritmo económico que nos gobierna a todos. Este algoritmo nos ha traído muchos beneficios, incluyendo seguridad, comodidad y conveniencia que no tienen precedentes en la historia humana. Pero también ha causado la destrucción del medio ambiente y cantidades inconmensurables de contaminación. Este sistema debe cambiar y comenzar a tener en cuenta las externalidades. Nuestra isla se está saturando; no podemos ignorar más nuestros impactos.

La Asamblea de la ONU para el Medio Ambiente, celebrada en diciembre de 2017, generó compromisos audaces contra la contaminación de parte de gobiernos, empresas y sociedad civil, así como casi 2,5 millones de compromisos individuales a favor de un planeta #SinContaminación. 

Conoce del trabajo del ONU Medio Ambiente sobre océanos y apoye la campaña #MaresLimpios contra la basura marina.