El plástico constituye un flagelo que azota de forma continua la salud de los océanos, incluso en los lugares más remotos del planeta, como las Islas Galápagos. El director regional del Programa de la ONU para el Medio Ambiente elogia los esfuerzos de Ecuador para acabar con el problema.
Durante una limpieza costera en la isla de Baltra, Galápagos, el director regional del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, Leo Heileman, y el ministro del Ambiente de Ecuador, Tarsicio Granizo, pidieron a los gobiernos, las empresas y los consumidores a nivel global más acciones para reducir el uso de plásticos desechables.
Los océanos reciben una amplia cantidad de residuos de fuentes terrestres y marina que dañan a los animales, plantas y microrganismos que los habitan. Se prevé que el constante aumento de la población aumente el impacto de los desechos sobre el ecosistema marino.
Tenemos que hacerlo por el bienestar de todas las especies, incluida la nuestra.
Se calcula que entre el 60 % y el 90 % de la basura marina está formada por plástico, se vierten anualmente en los mares del mundo hasta trece millones de toneladas de este material, y la mitad de ellas correspondes a productos desechables como bolsas y sorbetes, que pueden permanecer en el medio ambiente hasta quinientos años.
Ante esta situación, ambos representantes manifestaron la necesidad de modificar los patrones de producción y consumo “para frenar este torrente de contaminación”, según palabras de Heileman, y reafirmaron sus intenciones de continuar colaborando para cumplir con los objetivos derivados de la tercera sesión de la Asamblea de la ONU para el Medio Ambiente, donde los gobiernos del mundo alcanzaron una resolución para ampliar los esfuerzos internacionales contra la basura marina.
Ecuador, un nuevo paradigma de desarrollo
El dirigente del Programa, elogió los esfuerzos ambientales de Ecuador, que ha buscado “soluciones multilaterales a los grandes problemas ambientales de nuestro tiempo”.
El país ha impulsado una serie de medidas para fomentar el “desarrollo limpio” y abordar el problema de la contaminación desde tierra firme. De hecho, junto con otra serie de países, forma parte de la campaña Mares Limpios, que está trata de que los gobiernos, las empresas y la sociedad civil se comprometan para reducir drásticamente la contaminación por plásticos en los océanos.
Durante la limpieza marina y submarina, los representantes se centraron también en las continuas acciones de conservación de los habitantes y las autoridades del icónico archipiélago ecuatoriano, donde se declaró 2018 como un año de guerra contra el plástico.
Las autoridades del Parque Nacional Galápagos expresaron su determinación de reducir el uso de plásticos desechables en las islas, intensificar su programa de limpieza costera y mejorar las medidas de bioseguridad para proteger a la fauna local.
En el año 2014, el Consejo de Gobierno del Régimen Especial de Galápagos prohibió el comercio, distribución, expendio y entrega de bolsas plásticas desechables, y desde el año 2004 se ejecuta un programa intensivo de limpieza de costas, ante la abrumadora cantidad de desechos que llegan desde Asia, Estados Unidos o América del Sur.
Las Islas Galápagos, conocidas mundialmente como un laboratorio viviente de la evolución de especies, son Patrimonio de la Humanidad declarado por la Unesco y está ubicado a unos mil kilómetros al oeste del territorio continental de Ecuador. Sus áreas protegidas comprenden un archipiélago con 8000 kilómetros cuadrados en islas y una reserva marina de 138.000 kilómetros cuadrados con 2017 especies que solo viven en este lugar.