Cuando los voluntarios de una limpieza costera en las icónicas islas Galápagos encontraron una lata de refresco de una marca proveniente de Indonesia, no se sorprendieron. Desde hace meses han estado recogiendo toneladas de plásticos arrastrados desde otros rincones del planeta hasta estas playas remotas, ubicadas a mil kilómetros de Ecuador
El emblemático archipiélago ecuatoriano, que inspiró a Charles Darwin para su teoría de la evolución de las especies, no es ajeno a la marea de plástico que inunda al planeta. La basura que termina en las islas amenaza a las especies vulnerables de esta región, así como a sus habitantes, que dependen de los recursos marinos de Galápagos para su alimentación y sustento.
Con una extensión de 138.000 kilómetros cuadrados de reserva marina -una de las más grandes del mundo- y 8.000 kilómetros cuadrados reserva terrestre, Galápagos alberga 2.017 especies que solo viven en este lugar: 86% de los reptiles de las islas son endémicos, así como 27% de los mamíferos y 25% de las aves. Cormoranes, iguanas marinas, pingüinos, lobos marinos, los famosos pinzones de Darwin y las tortugas gigantes están entre las especies icónicas del archipiélago.
Debido a su enorme riqueza ecológica, cultural y económica, estas áreas protegidas son Patrimonio Natural de la Humanidad en 1978.
Pero la mano del hombre está alterando este ecosistema prístino: restos de plástico fueron recientemente encontrados en nidos de los míticos pinzones y en los estómagos de tortugas marinas y albatros, durante una investigación en curso conducida en conjunto por la Dirección del Parque Nacional Galápagos y la Universidad San Francisco de Quito.
El plástico se desintegra en micropartículas que son imposibles de recolectar, de modo que es inevitable su entrada en la cadena alimenticia. «Muchos animales las confunden con huevos de especies marinas de los cuales normalmente se alimentan”, explica Jorge Carrión, director encargado del Parque Nacional Galápagos.
Se calcula que anualmente se vierten en los mares del mundo hasta 13 millones de toneladas de plástico. Al menos 50% de esa basura está compuesta por plástico desechable, que puede permanecer en el medio ambiente hasta por 500 años.
Las autoridades de Galápagos han tomado acciones significativas para controlar la contaminación por plásticos en las islas. Incluso declararon 2018 el año de la guerra contra la contaminación por plásticos, uniendo los esfuerzos de gobiernos, científicos y ciudadanos.
Un programa de gestión de residuos en Santa Cruz, la isla más poblada, ha logrado hasta un 45% de recuperación de residuos sólidos reciclables, el porcentaje más alto en Ecuador. Productos como botellas de plástico y latas se envían a la parte continental ecuatoriana para su reciclaje, mientras que otros, como las botellas de vidrio, se reutilizan localmente. En una resolución de 2014, el Consejo de Gobierno del Régimen Especial de Galápagos prohibió que las bolsas de plástico con asas entren en las islas, y las autoridades esperan introducir restricciones para otros artículos plásticos de un solo uso.
Los residentes se unen a estos esfuerzos y frecuentemente participan en limpiezas costeras. En febrero pasado, en una iniciativa de limpieza de playas remotas los voluntarios retiraron 2,5 toneladas de desechos durante una travesía de 8 días.
“En Ecuador promovemos un nuevo paradigma de desarrollo, basado en un balance entre el ser humano y la naturaleza. Los galapagueños son un ejemplo de cómo una ciudadanía informada entiende que la biodiversidad es un recurso estratégico y, por tanto, tiene el impulso para luchar activamente contra la contaminación marina”, dice Tarsicio Granizo, Ministro del Ambiente de Ecuador.
Los pescadores, que dependen del mar para sobrevivir, no se han quedado de brazos cruzados. Por ejemplo, participan en limpiezas submarinas y generan incentivos para que sus compañeros no abandonen en el mar los sacos de plástico en los que compran hielo.
Alberto Andrade, miembro de un grupo de pescadores artesanales, ha participado en las limpiezas y ha encontrado botellas plásticas de China, pero también basura marina proveniente de América Central, México o el vecino Perú. Él es testigo de los efectos malignos del plástico: ha visto cientos de animales atrapados en redes fantasmas de pesca y cree que la situación “es alarmante”. Pero tiene esperanza, porque “la conservación está en el ADN de quienes vivimos en Galápagos”.
Las redes sociales han ayudado a Andrade a movilizar a sus colegas y vecinos favor del ambiente. Su grupo, el Frente Insular Reserva Marina de Galápagos, aboga por la prohibición de todos los plásticos desechables en el archipiélago y está promoviendo que los restaurantes dejen de ofrecer sorbetes plásticos. “Ahora se están comenzando a usar alternativas, como los sorbetes de metal”, celebra orgulloso.
“Todavía estamos a tiempo de liberar al archipiélago de la basura marina, mantener una biodiversidad sana y preservar a Galápagos como un laboratorio de evolución”, asegura Jorge Carrión. “Pero todavía tenemos un largo camino que recorrer”.
Ecuador es parte de la campaña global Mares Limpios de ONU Medio Ambiente, el movimiento más ambicioso de las Naciones Unidas en contra la basura marina. La campaña promueve la alianza entre los gobiernos, el sector privado y los ciudadanos para detener la contaminación por plástico.
Un planeta #SinContaminación por plásticos es el tema del Día Mundial del Medio Ambiente 2018. Únete a la celebración: www.worldenvironmentday.global/es