El Ártico no es sólo un desierto helado, intocado e inexplorado. Tampoco es sólo un territorio de metáforas y narrativas fantásticas. Se trata en la actualidad de una zona en conflicto, que abarca un 6% de la superficie del planeta, y por la cual los países más cercanos han estado en disputa desde hace décadas.

Lo anterior es un conflicto geopolítico de derecho internacional que implica principalmente a Estados Unidos, Rusia, Dinamarca, Noruega y Canadá, y del cual no se ha encontrado una solución jurídica satisfactoria debido a que el Ártico está en aguas internacionales que no pertenecen a ningún Estado. No obstante, esta cuestión había sido de poca relevancia… hasta ahora.

 

El deshielo y la guerra del Ártico

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La pregunta a plantear quizá sea la siguiente: ¿de dónde surge el interés repentino por una zona como el Ártico, que no es propicia para los asentamientos humanos? De acuerdo con algunos investigadores, en los dos polos terráqueos hay una gran cantidad de recursos naturales, tanto renovables como no renovables: depósitos minerales como oro, níquel, plomo y hasta diamantes; microorganismos valiosos para la industria farmacéutica; y los bancos de pesca comercial más grandes del mundo.

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Además, en el Ártico también están, según algunas estimaciones:

el 30% de las reservas de gas natural

el 13% de las reservas de petróleo

el 70% del agua dulce del planeta

Estos tesoros, al parecer, están cambiando el tablero de la geopolítica mundial, sobre todo por dos portentosas razones: la aceleración del deshielo provocada por el cambio climático y los avances en tecnología extractiva, que podrían hacer accesibles para la humanidad estos recursos en un plazo de 50 a 100 años.

Según la NASA, tan sólo en 1 lustro se han perdido 70 mil km² de hielo en el Ártico. De 1984 al 2016, el cambio es notable:

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El deshielo es el que podría facilitar la extracción de recursos con tecnología menos sofisticada, pues mientras menos toneladas de hielo existan más fácil será extraerlas. Pero además, el deshielo significará la posibilidad de acortar las distancias entre Europa y Asia hasta en 7 mil km, lo que ayudará a transportar más fácilmente, en barcos y buques mercantes, los recursos que se obtengan de la zona. Esto, aunque a muchos nos pase de largo, es fundamental para el desarrollo de las economías en la globalización: una razón más para que el Ártico sea un territorio en disputa, lo que incluso ha llevado a Rusia y Estados Unidos a militarizar las gélidas aguas que lo rodean.

 

ecoosfera.com