Hablamos a menudo sobre el futuro de los alimentos, pero ¿qué hay de su historia? En nuestra vida cotidiana, es posible que no seamos conscientes de que algunos de nuestros alimentos básicos provienen de tradiciones agrícolas extraordinarias que están profundamente enraizadas en nuestras culturas e identidad.
La producción de alimentos ha evolucionado y mejorado enormemente con el tiempo. Sin embargo, algunas de las técnicas antiguas de producción de alimentos tienen mucho que enseñarnos sobre la protección del medio ambiente, la sostenibilidad y la adaptación al cambio climático. La conservación de los recursos naturales, la agricultura sostenible y la agroecología no son solo prácticas para preservar lo que la tierra nos ha dado, también son formas de conceptualizar cómo los seres humanos interactúan con la naturaleza. Hay comunidades por todo el mundo que siempre han pensado de esta manera, usando sus tierras y planificando sus actividades agrícolas en consecuencia.
El programa de Sistemas Importantes del Patrimonio Agrícola Mundial de la FAO busca reconocer y preservar estas tradiciones que combinan agricultura y patrimonio, sostenibilidad y medios de vida, sensibilidad ambiental y adaptación al cambio climático. Existen actualmente 50 sitios designados en 20 países del mundo. Cinco de ellos han sido designados en 2018, incluidos los primeros sitios en Europa.
Veamos a continuación tres alimentos con historias fascinantes que el programa SIPAM está ayudando a conservar:
1. Arroz
El arroz es un cultivo muy importante para muchos países del mundo. Es el principal alimento básico para más de la mitad de la población mundial, ya que Asia es la mayor región productora y consumidora de arroz. Sin embargo, en los últimos años, el arroz también se ha convertido en un alimento básico importante por toda África. Tiene sentido entonces que algo tan importante en las dietas y las vidas de la gente tenga una rica tradición histórica y cultural.
Tan solo en China, la FAO ha reconocido 5 sitios que producen arroz como sistemas importantes del patrimonio agrícola. Uno son los arrozales en terraza de los Hani. La etnia Hani vive y trabaja la tierra en la provincia de Yunnan desde hace más de 1 300 años.
Han construido asombrosas terrazas que cubren 70 000 hectáreas en laderas escarpadas y lo han hecho sin embalses de agua. El pueblo Hani utiliza y administra los recursos hídricos locales de una manera innovadora y eficiente. Las terrazas no son solo una tradición agrícola, sino que son una forma sostenible e innovadora de cultivar paisajes complejos.
Existen arrozales en terrazas en muchos países del mundo y en otros dos países también se han reconocido como sistemas del patrimonio agrícola: las terrazas de arroz irrigadas de Gudeuljang en Cheongsando, en la República de Corea y las terrazas de arroz de Ifugao, en Filipinas.
Izda: Arrozales en terraza en las áreas montañosas del sur de China. ©Jiae Song
Dcha: Agrosistema tradicional de té Hadong en la República de Corea. ©Región de Hadong, República de Corea
2. Té
El té es la segunda bebida más popular en el mundo después del agua. Es además una de las más antiguas, ya que se consumió por primera vez hace unos 5 000 años. Requiere condiciones muy específicas para crecer: un clima cálido y húmedo, una cantidad específica de lluvia anual, suelos ácidos, un cierto grado de pendiente y una altitud de no más de 2 000 metros. Esto significa que el té solo puede cultivarse en un número limitado de lugares en el mundo. Y también que es muy sensible a los cambios del clima.
Hay tres sistemas de producción de té que la FAO ha designado como sistemas importantes del patrimonio agrícola: el agrosistema tradicional de té Pu’er en China, el agrosistema de té Hadong en Hwagae-myeon en Corea y el sistema integrado de té y pastizales en Shizuoka en Japón. Este último ofrece un ejemplo fascinante de cómo mantener la biodiversidad y preservar los ecosistemas pueden realmente ayudar a mejorar la agricultura.
En Japón, la prefectura de Shizuoka es la mayor región productora de té en el país. El té supone unos ingresos de cerca de 31 900 millones de yenes (unos 298 millones de USD) al año y casi el 80% de los agricultores de la zona dependen de la producción de té para sus ingresos. La conocida comochagusaba es una práctica de mantenimiento de pastizales alrededor de los campos de té; estos proporcionan una cubierta vegetal para el suelo que mejora la calidad del té. La población mantiene estas áreas de chagusabadesde hace más de 10 000 años. Este sistema es un paradigma de interdependencia que resulta mutuamente beneficiosa. Las praderas seminaturales de esta área albergan más de 300 especies. Sin embargo, con la modernización de la sociedad y la agricultura, estos pastizales se han ido descuidando cada vez más y la biodiversidad se está perdiendo a un ritmo alarmante.
Apoyar esta tradición de chugasaba significa proteger la biodiversidad de la tierra. Las laderas de estas montañas de Japón muestran un mosaico de chagusaba y campos de té que crean un paisaje singular que a la vez mitiga la erosión del suelo y detiene la escorrentía de fertilizantes. Los pastizales también aumentan la actividad microbiana en el suelo ayudando a conseguir un fertilizante natural. El té resultante tiene un aroma inconfundible y un color verde intenso. La forma de procesar el té japonés en esta zona se ha convertido en una tradición en todo Japón.
3. Dátiles
Pocos cultivos están tan interconectados con la historia humana como la palmera datilera. De hecho, esta palmera hizo posible que los seres humanos sobrevivieran al cruzar vastos desiertos o vivir en lugares áridos y remotos. Los dátiles son una fuente de energía concentrada, que puede almacenarse fácilmente y transportar en largos viajes a través de los desiertos. Las palmeras datileras crean además refugios para las especies silvestres y un hábitat más acogedor para las personas, al aportar sombra frente al sol abrasador del desierto y protección frente al viento. Aunque el transporte moderno y el comercio internacional significan que hoy, incluso en las áreas más remotas hay en general acceso a otros tipos de alimentos, los dátiles siguen siendo una parte importante de las dietas y las culturas de gran parte de la región del Cercano Oriente y África del Norte.
Los palmerales de Al Ain y Liwa, sitios importantes de patrimonio agrícola en los Emiratos Árabes Unidos (EAU), son áreas importantes para los recursos genéticos de la palma datilera y para los antiguos sistemas de riego «aflaj» que permitieron cultivar en condiciones ambientales difíciles. El antiguo sistema aflaj consistía en canales hechos por el hombre –en superficie y bajo tierra–, que se utilizaban para recoger agua subterránea, agua de manantial y agua superficial y transportarla, por gravedad, a un zona determinada. Su fuente es un pozo de mayor tamaño, que alimenta el canal principal por gravedad. Sin embargo, ahora los sistemas aflaj de Al Ain se complementan en gran medida con agua subterránea bombeada.
Existen alrededor de 200 variedades de palmeras datileras en los Emiratos Árabes Unidos, y se trata del 7º mayor productor de dátiles en el mundo, con el 6% de la producción mundial. Al Ain y Liwa ocupan un lugar central en la producción datilera del país.
La FAO reconoce estos y otros oasis, porque han ayudado a conformar los paisajes de las regiones desérticas, permitiendo los primeros asentamientos de comunidades. La palmera datilera, tanto de forma histórica como en la actualidad, juega un papel importante en los medios de vida y las culturas de estos países. Otros oasis genuinos han sido reconocidos como sistema de sistemas importancia agrícola mundial: el sistema de oasis en las montañas del Atlas en Marruecos, el sistema de oasis Ghout en Argelia, el oasis Gafsa en Túnez, así como el sistema de producción datilera del oasis Siwa en Egipto.
fao.org