A orillas del majestuoso Lago de Atitlán, en las tierras altas del suroeste de Guatemala, el pequeño pueblo de San Pedro La Laguna se ha convertido discretamente en un pionero nacional contra la contaminación por plástico, uno de los desafíos ambientales más apremiantes de nuestro tiempo.
«Cuando asumí el cargo, el vertedero municipal estaba saturado de plásticos y la mayoría de los residuos terminaban en el lago», dice Mauricio Méndez, el alcalde del pueblo, que tiene una población de aproximadamente 14.000 habitantes, el 90% de origen indígena maya. «Necesitábamos actuar rápido».
Después de consultar con la comunidad y los líderes religiosos, Méndez obtuvo la aprobación municipal para prohibir la venta y distribución de bolsas de plástico desechables, pajillas (pajitas) y envases de poliestireno expandido. Al hacerlo, San Pedro La Laguna se convirtió en la primera comunidad en Guatemala en deshacerse de los plásticos de un solo uso.
La movida no fue sin controversia. El alcalde dice que recibió innumerables críticas de diferentes sectores de la sociedad, así como un reclamo de inconstitucionalidad por parte de la Cámara de Industria de Guatemala.
Pero para Méndez, la lucha ha valido la pena: «el 80% de los habitantes de nuestra ciudad ha dejado de usar plásticos. Eso para nosotros es un verdadero éxito «.
Berta Ángela Navichoc, una ama de casa de San Pedro La Laguna, no creía que sus vecinos se acostumbrarían tan rápido a la medida. Hoy va al mercado con su cesta hecha de hojas de palma y allí le envuelven la carne con una hoja de plátano, como solía hacer su abuela. «Las madres tenemos que dar un ejemplo a nuestros hijos», dice ella.
Los comerciantes que venden alimentos en envases de espuma o que distribuyen sus mercancías en bolsas de plástico enfrentan multas de 15.000 quetzales, aproximadamente $ 2.000.
José Israel Pop Tuch, un productor local de fruta, se enorgullece de no haber sido sancionado hasta el momento. Él dice que alienta a los turistas a no tirar el plástico y a recoger la basura que ven en el suelo «por el bien de nuestra madre naturaleza».
Méndez, el alcalde, dice que la ciudad está decidida a proteger el lago y vencer la contaminación plástica: «Sabemos cómo reciclar, lo hemos estado haciendo durante varios años. Cada ciudadano tiene en su casa varios contenedores para desechos orgánicos, papel, vidrio y plástico «.
La contaminación por plásticos es uno de los desafíos ambientales más graves de nuestro tiempo. Casi la mitad de todo el plástico que producimos se desecha después de un solo uso, y cada año, alrededor de 13 millones de toneladas de plástico terminan en los ríos, lagos y océanos del mundo.
La basura plástica se degrada en micropartículas capaces de ingresar a la cadena alimentaria, un grave riesgo para la salud de los habitantes de la cuenca de Atitlán.
La lucha del alcalde por preservar el Lago de Atitlán no termina con el plástico. Él está trabajando en una nueva regulación municipal para prohibir la extracción de arena del río e intentar convencer a otras aldeas alrededor del lago para que trabajen juntas en el tema.
«El lago es nuestra vida. Tenemos la responsabilidad de dejar este legado para nuestros hijos «, dice. Quiero que mi comunidad continúe viviendo cerca del lago, bañándose y sirviendo a los turistas de una manera sostenible y eficiente «.
El Día Mundial del Medio Ambiente es el 5 de junio. El tema de este año es Un planeta #SinContaminación por plásticos.