Cochabamba, 8 de junio (Equipo de prensa del COC). En el último día de los XI Juegos Suramericanos la angustia volvió a acompañar a la delegación nacional, por el cerrado duelo con el actual campeón Brasil, que alcanzó a estar por encima en la medallería, lo que insinuaba un final dramático y extremadamente cerrado, hasta el extremo que se pensó que las medallas de plata y bronce serían las que definirían el título, por el continuo empate en oros, de las dos naciones.
Colombia o Brasil, era la gran incógnita. Las cosas se pusieron 89-88, a favor de Brasil. Luego Colombia igualó 89-89. En ese momento el ganador de los Juegos era una incógnita y estaba destinado a quien tuviera más arrestos para las últimas competencias.
Todo parecía indicar que el duelo palmo a palmo continuaría hasta la última medalla en juego.
Sin embargo, los momentos finales del certamen, en nada se parecieron al desarrollo apretado e incierto de ese duelo que caracterizó los Juegos, porque, de pronto, Colombia cambió totalmente el ritmo, remató y ganó cinco medallas de oro, mientras el gigante suramericano llegaba a 90, para conformarse, por segunda vez con ser el segundo en el certamen, y, también, por segunda vez, abatido por la nueva potencia deportiva continental. Esa potencia no es otra que Colombia, que en los últimos años ha crecido de manera constante y en los seis meses finales ha dado dos golpes de opinión gigantescos, uno en Santa Marta, al ganar lejos los Juegos Bolivarianos, y este, en el que dejó atrás, y muy atrás, a sus mismos rivales del área bolivariana, y al flamante campeón actual, procedente de un país con más de 200 millones de personas, es decir, cuatro veces más poblado que el nuestro.
En ese momento, la angustia de los últimos días se convirtió en una felicidad que desbordó los límites históricos de nuestro país. El estadio de atletismo, el Centro Acuático, y el coliseo de Villa Tunari, en donde se celebraban las últimas pruebas se tiñeron de amarillo, para ver consagrarse a cuatro atletas, a dos clavadistas y a un grupo de jugadoras de fútsal, que ganaron todo lo que se les atravesó.
Las lágrimas de la jefe de Misión de Colombia, Ana Edurne Camacho, y del director Deportivo Edwin Cabezas, y la enorme felicidad del secretario General del COC, Ciro Solano Hurtado fueron las mejores evidencias del sentimiento que se vivía en el estadio de atletismo, mientras sonaba cuatro veces seguidas el Himno Nacional de Colombia, en las premiaciones de los 10.000 metros planos, con Iván González; del lanzamiento del disco, con Mauricio Ortega, y de los relevos de 4×400, compactos en su estructura, como ha ocurrido en los últimos años, con Jennifer Padilla, como líder en las damas, y Diego Palomeque, en los varones. En la distancia, en el Complejo Acuático se escuchaba nuestro himno, que también esperaba en Villa Tunari, para llenar de colores y sabores colombianos el final de los Juegos, con la premiación de Fútsal.
Los XI Juegos Suramericanos confirman que el crecimiento del deporte colombiano sigue siendo una feliz realidad, que tendrá que seguirse confirmando en los próximos certámenes del ciclo olímpico.
Y el próximo serán los Juegos Centroamericanos y del Caribe Barranquilla 2018, entre julio y agosto próximos. En esa nueva aparición, nuestro país buscará medirse de tú a tú, con las potencias del área, México y Cuba, para seguir escribiendo su historia de gloria.
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